
En el origen del parlamentarismo estaba la idea de que a las personas se les podía convencer, de que el criterio se formaba a través de la discusión y el debate. Cuando aparecieron las ideologías y los partidos de masas, el programa electoral adquirió un papel mucho más relevante. Desde entonce, aunque las cosas hayan cambiado (hoy el programa parece, en muchos casos, papel mojado), parece que ya no es posible hacer cambiar de opinión al adversario político. Esto no es cierto del todo. A veces, los diputados están abiertos al debate y a reconocer que sus posiciones son mejorables; otras veces, la presión puede llevarles a cambiar su postura. En cualquier caso, el que logra cambios es el que está y trabaja. Veamos algunos ejemplos.
La Ley de Transparencia está lejos de ser una buena ley, pero al permanecer, a diferencia de otros grupos, en la ponencia donde se tramita, UPyD está logrando ciertos cambios relevantes. En la Asamblea de Madrid, UPyD ha impulsado, entre otras cosas, una mejora de la evaluación del profesorado. La custodia compartida no estaría hoy sobre la mesa si Rosa Díez se hubiera limitado a cargar contra el Gobierno en lugar de interpelar al ministro de Justicia sobre el particular. Incluso sin representación institucional se puede influir en las decisiones de los gobernantes: la ILP sobre reforma electoral que UPyD está promoviendo en Andalucía no podrá ser soslayada por PSOE, PP, ni IU. En el ámbito local, esta misma formación ha logrado influir en la normativa valenciana sobre prostitución sin tener concejales en el ayuntamiento.
UPyD también ha utilizado la presión política que permite el hecho de ser decisivo: así se ha podido comprobar en los importantes logros alcanzados por Ignacio Prendesen Asturias: la Ley Electoral y la comisión del caso Marea. Pero Prendes también ha sido capaz de convencer a los grupos de la oposición para sacar adelante una ley de autoridad del profesorado. Gorka Maneiro, sin prestar apoyo parlamentario al PNV, también ha sido decisivo en el Parlamento Vasco, logrando avances insospechados en una comunidad autónoma gobernada por nacionalistas.
La pedagogía también sirve. No tanto porque los diputados desconozcan determinados asuntos como porque los ciudadanos no tienen la suficiente información. Insistiendo sobre el modelo de Estado, la regeneración democrática o elcontrato único indefinido, UPyD ha contribuido a que una mayoría de ciudadanos contemplen estas reformas como positivas, haciendo más difícil (aunque todavía no impidiendo) que el Gobierno pueda evitarlas.
Por último, está la vía judicial, que también tiene puede incorporarse al trabajo político. UPyD entiende como parte de sus obligaciones acudir a la justicia cuando no lo hacen los poderes públicos, y como muestra están las querellas por la salida a bolsa de Bankia o las preferentes. Este es el trabajo político que justifica la existencia de un partido y que demuestra las virtudes del sistema parlamentario cuando se toma en serio.