Republica.com | 10.09.2013 (Publicado en UPyd.es, aquí)
¿Estamos ante la crónica de una muerte anunciada? Si recordamos el ambiente de euforia que se creó por parte de los responsables de la candidatura de Madrid 2020 y de muchos medios y comentaristas (entre ellos destacan con luz propia esos que llama Peñafiel, “cortesanos”) en los meses y días previos a la reunión del COI en Buenos Aires, la respuesta es negativa. Se habló esos mismos días en Buenos Aires de probabilidad de mayoría absoluta en la primera votación en la que, por supuesto, Estambul ni existía. Se recomendaba a la numerosa comitiva española (la más numerosa de las tres con diferencia) no ser demasiado prepotente. En suma, un estado de ánimo colectivo que llevó a miles de personas a la Puerta de Alcalá -y a muchos millones en toda España- a creer que aquello estaba hecho.
Tratar de descifrar los caminos del COI para su votación resulta difícil, si no vano. Sus caminos, como los del Señor, son inescrutables. Pero algunas claves existen. El COI, desde la presidencia de Samaranch (ver el libro El Señor de los Anillos), es una poderosa multinacional que busca beneficios, los mayores y más seguros posibles, y por eso ha apostado por lo seguro: la fortaleza de Japón frente al romanticismo bicontinental de Estambul (con grandes pasivos también) y a la percepción de Madrid como capital de un país poco fiable y casi en quiebra . Percepción equivocada o no, pero lo que cuenta no es cómo nos vemos nosotros, sino cómo nos ven ellos. A añadir, el lastre -también equivocado o no- de escasa rigurosidad frente al dopaje. Por supuesto, hay muchos otros factores que cuentan desde la venalidad de ¿muchos o pocos? integrantes del COI hasta la geopolítica, el mayor o menor peso internacional y el reparto de esta ceremonia entre continentes. Frente a todo eso, esgrimir la baza de que Madrid es “fun” o de que nuestra presentación fue la mejor es simplificar una realidad compleja, algo que debían haber sabido los organizadores de la candidatura después de diez años de paseos por el mundo.
Este fracaso tiene responsables encabezados por quien se empecinó, en gran parte por pura vanidad, en un proyecto llamado al fracaso y al despilfarro (¿qué hacemos ahora con ese 80% irresponsablemente construido?) que no es otro que Gallardón, también causante del brutal endeudamiento de Madrid. Con él quienes, cerrando los ojos a una realidad que se ha impuesto dolorosamente para millones de ciudadanos ilusionados, siguieron con el proyecto bajo la etiqueta de la “austeridad”, como si a los miembros del COI, educados en el lujo, les importase eso. Al contrario: ya se sabe que los gastos son por cuenta de la ciudad elegida y los ingresos “son del Cojo”: Comité Organizador de los JJOO (es decir, el COI).
No hay mal que por bien no venga. Ahora, Madrid y España pueden y deben dedicar sus recursos y esfuerzos a problemas más urgentes y más importantes, como han insistido estos años algunas voces de mente fría y partidos como UPyD, con escaso eco hasta este fin de semana pasado. Ahí deben ir los esfuerzos y esa mentalidad de proyecto compartido que ha existido para la fallida candidatura. Claro que, en ambos casos, lo que ha fallado y sigue fallando es el liderazgo. Y por favor: no insistan en una nueva candidatura de Madrid. Al menos hasta el siglo XXII.