
Los momentos de tensión provocados por ofensivas como la del secesionismo son aprovechados por todo tipo de oportunistas para aparecer como la imagen de la sensatez frente a dos polos igualmente exacerbados. En el fondo no es nada nuevo, sino la dinámica política habitual en España. Desde hace 35 años se baila la música que ponen los nacionalistas. ¿Limitar la solidaridad de Cataluña con el resto de España? Traduzcamos a un lenguaje más comprensible: limitar la solidaridad de los más ricos con los más pobres. Esto es lo que pide el PP. Pero no están solos: estarían a favor todos los falsos progresistas del espectro político español. Si por ellos fuera, mañana mismo se firmaba.
Parece que el Partido Popular S.L. (Solidaridad Limitada) quiere dar más protagonismo a su líder catalana, quien se ha caracterizado en los últimos años por ejercer un nacionalismo light centrado en la fiscalidad. Hace tiempo que se ve venir que la solución del Gobierno para la crisis independentista sería – si se le permite – un concierto económico con otro nombre. Añadir un privilegio más en el país de los privilegios. UPyD ya demostró que es imposible extender los conciertos a todas las CCAA, pero ¿qué significa la lógica económica al lado de la lógica política del bipartidismo? Todas estas terceras y cuartas vías sólo pretenden que España siga igual pero un poco peor. Ganar tiempo para ganar elecciones y dejar al siguiente que se apañe con un problema aún mayor.
Tercera España. Lo que pide UPyD es cambiar la música. Que nos hayamos acostumbrado a ella no quiere decir que sea la única melodía posible. Por ejemplo, habría que explicar que en un Estado democrático y social de derecho la solidaridadse produce entre ciudadanos, y no entre territorios. De lo que se trata es de lograr más igualdad y más justicia social en todo el país. Y, tal y como explica hoy mismoRosa Díez, eso es lo que significa hoy defender a España. Las terceras vías no defienden a España, sólo defienden el statu quo.
¿Cambiar el sistema de financiación autonómica? Por supuesto, dado el caos del actual. ¿Reformar la Constitución y el modelo territorial? Imprescindible. Ese es el camino, pero no porque nos hallemos ante un callejón sin salida, no por la presión de los independentistas, no para seguir como hasta ahora. Se trata de lograr más igualdad, más libertad, más justicia, más prosperidad, mayor eficacia. Se trata de mejorar las vidas de los españoles vivan donde vivan.
Con un pasado de guerras civiles y dictaduras, ha ido ganando popularidad el concepto de la tercera España. Esa España representada por unos pocos ciudadanos que, si hubieran sido mayoría en los años treinta, habrían cambiado la historia de nuestro país. Pero aquellos españoles libres no buscaban la equidistancia ni la ventaja oportunista, sino que defendían una democracia moderna alejada de los sectarismos y de las identidades religiosas, étnicas o ideológicas. Para que esa tercera España sea algo más que una vaga añoranza, es imprescindible articular un discurso que desmonte las falacias del nacionalismo. Entre las cuales está, en un lugar destacado, que una región pueda limitar su solidaridad con otras.