(Publicado en La Vanguardia-Caffe Reggio, aquí)
CUADERNO DE MADRID
Para entender lo que está ocurriendo en octubre hay que regresar a julio. Aquel fenomenal bucle mediático, dentro del cual el presidente del Gobierno de España parecía a punto de ser derribado por el preso de Soto del Real. Cantaba Bárcenas, Raúl del Pozo, el mejor columnista de Madrid, escribía piezas magnéticas con la enigmática figura del tercer hombre, y el director del diario El Mundo reconstruía la Fronda que ya intentó tumbar a Mariano Rajoy entre abril y julio del 2008, tras la segunda derrota electoral ante José Luis Rodríguez Zapatero. Antes de que cantase Bárcenas, salió José María Aznar en televisión – a petición propia–, con un mensaje de advertencia que ahora cobra todo su sentido. Aznar avisaba, amonestaba y se protegía. El tesorero nunca le ha comprometido, ni por escrito, ni en declaración oral.
La Fronda embistió y se oyó un tremendo ruido metálico en toda España. Fue tan grande el estruendo que Alfredo Pérez Rubalcaba creyó ver una gran fisura en el bloque dominante.
Hay que volver a julio. El líder del PSOE había tejido durante los meses anteriores una cierta complicidad con el presidente del Gobierno. Se llamaban. Intercambiaban puntos de vista. Cánovas y Sagasta. Sagasta y Cánovas. Rubalcaba proponía ir a la cumbre europea de junio con una posición conjunta y Rajoy lo aceptaba. Y entonces llegó el bucle. No dejarse arrastrar por los remolinos de la Mediática es muy difícil en estos tiempos. Rubalcaba, que quisiera liderar el PSOE en una próxima legislatura sin mayoría absoluta en el Parlamento, se vio empujado a la realidad paralela. Sagasta en Matrix. Tomó la pastilla azul y amenazó con la moción de censura. Obtuvo una pequeña victoria táctica –el pleno especial del Congreso durante la primera semana de agosto–, pero el bucle comenzó a derretirse.
El repertorio de Bárcenas resultó ser más corto de lo esperado. Tres meses después, Raúl del Pozo sigue escribiendo unas columnas estupendas, no hay novedades relevantes de la cárcel de Soto del Real, el juez Pablo Ruz mantiene su ritmo y ha decidido que el presidente del Gobierno no será llamado a declarar como testigo; María Dolores De Cospedal sigue estando nerviosa, muy nerviosa, y la Fronda flojea. “El ambiente crítico a Rajoy y a su Gobierno está bajando en Madrid de manera espectacular”, apuntaba ayer Fernando Ónega, siempre sagaz en La Vanguardia.
El presidente del Gobierno ha resistido la embestida y Rubalcaba, otra vez bajo de defensas en las encuestas, comienza el curso sin buena comunicación con la Moncloa. Ese dato tiene importancia. Vaya que sí la tiene. Por esa brecha se le acaba de colar esta misma semana el nuevo grupo dirigente andaluz, que va a por todas. Susana Díaz y Mario Jiménez quieren mandar en el PSOE como en su día lo hicieron Felipe González y Alfonso Guerra. Atento a la compleja situación de los socialistas –debilitados en Catalunya y pendientes de redefinir su programa y su liderazgo–, Rajoy acaba de conceder una generosa audiencia a la nueva presidenta andaluza. ¡Hasta la vista, Sagasta! Así funciona la política politizada.
Superviviente de julio, el presidente se siente fuerte en un país objetivamente debilitado. La estabilidad parlamentaria española sigue cotizando bien en el mercado europeo, reforzada por el Gran Enredo italiano. Angela Merkel necesita calma en España para enfocar las próximas elecciones europeas, que no serán fáciles para el Directorio. Y Francia no quiere una España débil. Se equivocan, y mucho, quienes en Catalunya elaboran cartografías partiendo de la premisa contraria. Las contradicciones internas españolas sólo interesan al Gobierno de Londres, en la medida que son contradicciones de la Europa bajo hegemonía alemana.
Puntos fuertes de Rajoy: probada resistencia, desfondamiento de la Fronda que quería tumbarle, engarce con la Europa que quiere estabilidad y lenta mejora de los indicadores económicos: espacio para un cauto discurso optimista. Puntos débiles: recomienza el ciclo electoral y los barones regionales están nerviosos; acentuada debilidad del Partido Popular en Catalunya, un cierto bajón de Madrid, sin liderazgos claros; encuestas adversas en Valencia y la certeza de que la mejora macroeconómica tardará en tener aliento social. No hay milagro a la vista.
Por consiguiente, el PP necesita encarar los próximos dos años con un potente factor de coagulación de su electorado, que, a su vez, acentúe las contradicciones del PSOE. La unidad de España. “Poner pie en pared”. “Ni desafío soberanista, ni tercera vía”. (“La tercera vía catalana es peligrosa”, ha comentado esta semana un ministro). Aznar, acudió ayer a la fiesta del 12-0 para mantener viva su marca personal. La iniciativa la tiene ahora Rajoy, pero él quiere seguir apareciendo como garantía última de la nación española. El centinela siempre despierto. El imprescindible controller.
España es sota, caballo y Rey. Y ahora jugará la sota de bastos. Luego, más adelante, ya veremos.