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La demagogia y el ridículo marcan la trayectoria política de Maduro (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 1, 2013 por admin6567
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"De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso" Napoleón Bonaparte.

 

¿Qué se le puede pedir a un hombre que no tiene otro mérito, validación, preparación técnica o acervo cultural que el haber vivido a la sombra del presidente, señor Hugo Chávez, y que accedió al poder precisamente por haber sido designado a dedo para ello por el difunto mandatario? Desde el principio el populismo exagerado y distorsionado del actual presidente de Venezuela, señor Nicolás Maduro, no ha sido un artilugio político, ni un recurso alambicado para ganarse el favor de los ciudadanos, no, no señores, es que don Nicolás es uno más de aquellos que se tragaron una a una todas las consignas, demagogias, fantasías y dislates que el antiguo dictador del país, Hugo Chávez, empleó con tanta profusión para ocultar la única verdad de lo que hace muchos años está sucediendo en Venezuela, a pesar de ser uno de los países del mundo con más riquezas naturales: el hecho irrefutable de que, el pueblo venezolano, es uno de los que viven en más miseria de todo el mundo, en concreto el segundo, mano a mano con el pueblo iraní.

Si el señor Chávez supo arrastrar a las masas con su innegable facilidad oratoria, con sus provocativas palabras y sabiendo esgrimir como ninguno el recurso de acusar a los EE.UU de América de ser el mayor causante de la pobreza endémica del pueblo venezolano; no se puede decir lo mismo del discurso infantil, primitivo y zafio, carente de contenido cultural, técnico o económico, del señor Maduro, algo que se le debería pedir a cualquier gobernante con un mínimo de solvencia; sin otra fuerza que la de la demagogia ramplona y fácil, capaz de atraer a aquellos ciudadanos analfabetos, incultos y empobrecidos que no saben distinguir lo que ocurre de verdad detrás del panorama utópico que se les promete , a los que se les consigue engañar con facilidad culpando de todo a las naciones ricas y poderosas de la miseria que asuela el suelo venezolano. Desde la incapacidad para gobernar del actual Presidente venezolano, precisado a hacer de la necesidad virtud, para justificarse ante sus ciudadanos pretende presentarse ante ellos como uno más de los obreros, más dispuesto ( aparentemente) a luchar contra los "ricos" en favor de los pobres, al estilo del bandido generoso, que a tomar las medidas adecuadas para reducir el desmesurado gasto pú7blico que está arruinado la nación y dejar que sean la iniciativa privada la que genere la riqueza de la que tan necesitado anda el país.

Sin embargo, no puede evitar que, tanto de sus palabras como de sus actos, se desprenda este tufillo especial de cerrilidad que delata a todos aquellos a los que el cargo les viene ancho, sus aptitudes resultan cortas para la misión que se le ha encomendado y su egolatría les impide asesorase de aquellos que están capacitados para entender de los asuntos públicos; lo que nos hace meditar en aquel pensamiento de Rabindranath Tagore, cuando dice: "Que fácil es empujar a la gente… Pero que difícil guiarla. ". En fin, que a este señor tan excéntrico se le acaba de ocurrir la peregrina idea de crear un nuevo ministerio, por si no fueran suficientes los que hoy en día absorben, con su gasto público, la riqueza petrolífera generada por sus exportaciones, al que ha bautizado con el peculiar nombre de ministerio de La Suprema Felicidad Social de Venezuela, que, a fuer de sinceros, nos recuerda mucho aquellos camposantos particulares, tan de moda en algunos países, a los que se les asignan nombres tan chocantes como "Campo del eterno reposo" o " Cementerio de las almas perdidas".

Pero señores no es una broma, sino una realidad consistente en la creación un nuevo organismo público, con toda su parafernalia, encargado, por lo que dice su viceministro chapista, de "incidir en todos aquellos factores que perturban la posibilidad de que de que las personas sean felices". Nos preguntamos si, todos los otros ministerios sólo están para causar infelicidad o si basta con crear un ministerio, con tan pomposo nombre para que, por arte de magia, todos los colombianos acaben con sus problemas, su pobreza y sus míseros salarios como si, en lugar de residir en una república bananera se hubieran trasladado a "las alegres praderas donde viven en eterna felicidad los habitantes del Cielo".

En todo caso, el señor Nicolás Maduro sí sabe que, para conseguir mantenerse en el poder, necesita agarrarse a loa sombra de su antecesor, el señor Manuel Chávez, y esforzarse en continuar manteniendo la veneración y el culto que una gran parte del pueblo venezolano sentía por él, para conseguir que sigan tragando eslóganes como este que atribuye al nuevo ministerio la labor de " atender a los viejitos y viejitas y a los niños y niñas que son lo más sublime del pueblo revolucionario" ¡Una cursilería que, en España, produciría el choteo general!. Lo que no dicen es que, según publicó The Economist, en el índice de la miseria del mundo, establecido por el economista A.Okub, Venezuela es el segundo país del mundo en cuanto a la miseria de su población. La estanflación (combinación de inflación y estancamiento económico) lleva cebándose en este país, que lleva 6 años padeciendo una fuerte depresión económica y un elevado desempleo, sin crecimiento económico sostenible. El gobierno es el causante de la creciente presión inflacionaria para poder financiar su creciente déficit fiscal; con lo que, la economía venezolana, acumula años continuos de contracción económica y caída del ingreso per cápita.

Tampoco explican las causas del voluminoso crecimiento de la deuda pública, que ya alcanzó los 12 mil millones de dólares, que generan un coste financiero del 12%; lo que representa para el gobierno graves problemas fiscales para poder atenderlo. Todo ello se refleja en la necesidad de importar productos de primera necesidad cuando, Venezuela, si estuviera bien administrada tiene potencial suficiente para cubrir sus necesidades siempre que se arbitren las políticas adecuadas de aprovechamiento de sus riquezas naturales que, bien administradas son más que suficientes para abastecer desahogadamente sus necesidades de consumo interno. La política de aumento del gasto público y la descapitalización del sector privado viene siendo la causa del gran fracaso de la política económica patrocinada por el equipo de Maduro, más preocupado por mantenerse al frente del poder, valiéndose del método de mantener engañado y en la ignorancia a su pueblo, que de adoptar una política de austeridad en el gasto público, promoción de la iniciativa privada, disminución de impuestos y rectificación radical de la política petrolera suprimiendo de un plumazo los regalos de crudo que tradicionalmente, desde el gobierno del señor Chávez, se vienen haciendo a la Cuba de los Castro, los verdaderos beneficiarios, y no los venezolanos, de su apoyo al gobierno venezolano.

Han conseguido, eso sí, establecer la igualdad de salarios, reduciendo las diferencias (Excluidos, como es natural, todos los que están relacionados con la cúpula del gobierno); pero esta igualdad, a diferencia de lo que hubiera sido lógico, consiste en que se ha conseguido a costa de la caída del salario real promedio y no por su aumento. Porque así es, señores, como se igualan las sociedades más pobres como Cuba y Corea del Norte, países donde desde hace años gobiernan regímenes socialistas. O así es, señores como vemos, desde nuestra particular óptica, el problema venezolano.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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