"Si somos un estorbo por nuestra determinación de derrotar el terrorismo, que seamos un estorbo" Alvaro Uribe Vélez
Parece ser que quienes con más facilidad se olvidan de sus promesas son, precisamente, los de la clase política. No les importa decir una cosa un día y cuando les conviene afirmar todo lo contrario, seguramente fiándose de que el pueblo es voluble, cambiadizo y siempre dispuesto a escuchar aquello que cree que le conviene, aunque vaya en contra de sus principios y el sentido común, si ello puede favorecerle económicamente o le proporciona una tranquilidad transitoria que satisfaga su egoísmo y le libre de preocupaciones, aún sabiendo que, con ello, puede causar pesadumbre o perjuicios a otras personas. Y hago este comentario ante la tristeza, irritación, mala sangre y desprecio que me vienen produciendo determinadas conductas de los partidos que, hasta ahora, se han venido turnando en la gobernación de la nación, con respecto al colectivo de las víctimas del terrorismo.
Ya no me refiero a aquellas formaciones separatistas que siempre se han mostrado "comprensivas" con esta lacra que tantos años hace que ha venido lacerando los sentimientos de los españoles y que tantas víctimas se ha cobrado, intentando justificarlas con argumentos nacionalistas fundados en falsas "patrias" fruto, nada más, de la imaginaciones de mentes calenturientas como la de aquel orate llamado Sabino Arana o de aquellos políticos catalanes empeñados en decir que Catalunya era una nación cuando ni tan siquiera había tenido la calificación de reino en ninguna de las etapas de su Historia. En todo caso, el asesinar, torturar, acosar, asustar y chantajear a las personas, en muchos casos, la mayoría, sin relación alguna con el problema de la soberanía pretendidamente defendida; no es algo que, bajo ningún concepto, se pueda admitir como medio de lograr un fin, fuere éste de la naturaleza que sea.
Tanto el PSOE, como el PP están demostrando con sus acciones, gestos, omisiones y frialdad hacia las víctimas del terrorismo que, a ninguno de los dos ( ya no hablemos del PNV, decidido defensor de los etarras con los que siempre se ha mostrado generoso y comprensivo o de la ERC que tuvo la narices, por medio del señor Carot Rovira, de ir a pedirle a ETA que no matara a catalanes, con lo que parece que se sintió aliviado) les interesaba tomar un partido decidido en defensa de las víctimas de la insania etarra; seguramente para no obstaculizar la posibilidad de llegar a determinados acuerdos con la banda aunque, con ello, hirieran la sensibilidad de aquellos que tuvieron que soportar la muerte de sus familiares o sufrieron, en sus propias carnes, los efectos de los atentados criminales de ETA. El comportamiento de nuestros dos partidos, PP y PSOE, con estas pobres gentes que se esfuerzan en pedir justicia y que ven como, cada día que pasa, las condenas de los asesinos se van acortando y tienen que ver, de nuevo, las caras de aquellos que causaron el dolor en sus familias, riéndose de ellos al demostrarles que los vencedores han acabado por ser ellos. ¡Porque ETA no ha sido vencida, señores!
¿Cómo pueden tener el valor, tanto el PP como el PSOE, de pretender justificarse moral o éticamente ante quienes sufrieron, en sus propios cuerpos, los zarpazos de la locura terrorista o se vieron privados de algún familiar, amigo, conocido o, simplemente, conciudadano; después de haberles desairado, ninguneado o abandonado cuando, por motivos estrictamente políticos, de interés electoral o de conveniencia partidista, les ha convenido hacerlo? Ha resultado vergonzoso que el PP, que en todas sus manifestaciones anteriores a ganar las elecciones del 2011, se había mostrado crítico con el gobierno socialista, defensor de mantener a los etarras encerrados en las cárceles de por vida y contrario a las excarcelaciones de etarras; haciendo causa común con las víctimas y acudiendo a las manifestaciones convocadas por la AVT, prometiendo que, cuando alcanzara el poder, las negociaciones con ETA (que había iniciado el señor Rubalcaba), se iban a interrumpir y se seguiría luchando para la derrota total de la ETA ,la entrega de las armas y el cumplimiento de todas las cuentas pendientes con la Ley que tuvieran los etarras de la banda. Nada de todo ello ha tenido lugar y estamos donde estábamos.
El señor Rajoy, un presidente que se está mostrando excesivamente blando, al que le falta la energía y decisión de su antecesor el señor Aznar y que viene manteniendo una política de cesiones, de claudicación y de entreguismo con los nacionalismos, especialmente el catalán; parece que se ha especializado en incumplir, una a una, todas las promesas que nos hizo a los españoles, de modo que todos los que confiábamos en que su llegada al poder iba a ser un remedio para todos los males que padecía la nación, hemos tenido que admitir que, en realidad, salvo en lo que se refiere a su lucha por salvar a España del rescate; en todo el resto de cuestiones se viene mostrando incapaz de encontrarles una solución, fiando toda su política en ir dando tiempo al tiempo, esperando que cada uno de los problemas que aquejan al país se vayan solucionando por el mero transcurso del tiempo. Una gallegada que puede salirnos cara a los españoles.
Lo que acaba de indignar a todos aquellos ciudadanos que tenemos conciencia, que creemos en el Estado de Derecho y en la Justicia, es que desde el propio PP surjan voces que todavía tienen el valor de acusar a las víctimas de "exaltados" y las critiquen porque se manifiesten en contra de la sentencia del tribunal de Estrasburgo que, tal como se ha dicho, puede ser todo lo legal que se quiera, pero los que la dictaron ni son magistrados ni tiene la más pajolera idea de los crímenes monstruosos que ETA ha cometido en nuestro país, algo que hace saltar de estupor y rabia a cualquier ciudadano decente que tenga lo que hay que tener en sus venas y no la sangre de horchata de todos aquellos a los que no les importa salir en defensa del contubernio político que ha dado lugar a que se cometiera tamaña ofensa contra el sentido común y los sentimientos de las víctimas y sus familiares.
Y es que, señores, si la UE y sus instituciones deben tomar modelo, como organismo supranacional, de las resoluciones de este supuesto Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no nos quedará más remedio que abjurar de semejante organismo; declararnos desolados por habernos metido en tamaña encerrona y comenzar a pensar si ha sido o no un acierto renunciar a parte de nuestra soberanía para entregársela a un grupo de naciones, representadas por un Parlamento en el que tienen vara alta naciones como Alemania, Francia, el UK y algunos de las naciones norteñas que, para más INRI, no han conseguido establecer una Carta Magna por la que, todas las naciones, se deban regir y sirva para que nadie, ninguna nación, quede en manos de semejantes organismos de Justicia, en los cuales lo que prima es la política y no la Justicia emanada de una fuente de derechos comunes e iguales para todos los miembros de la comunidad. Hubiéramos visto si este tribunal de Estrasburgo se hubiera atrevido, en un caso semejante, a condenar al UK a poner en libertad e indemnizar a un terrorista del IRA, lo que hubiera sucedido. Les aseguro que, en Inglaterra, no hubieran sido tan "comprensivos" como lo ha sido el Gobierno español. Seguramente hubieran respondido con un lacónico mensaje "Nos damos por enterados" y así hubiera acabado el affaire. Pero en esta España somos más papistas que el Papa y la urgencia que se ha dado la Audiencia para poner en libertad a etarras es una muestra más de porqué stamos a la cola de Europa. O esta es la impresión que tengo, señores, sobre semejante tema.
Miguel Massanet Bosch