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¿Adelgazamos o no el gasto público? La izquierda dice que no (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 7, 2013 por admin6567
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¿En qué tipo de democracia estamos cuando, por determinados colectivos, y aquí mucho tendrían que explicar los dos sindicatos mayoritarios del país que, por cierto, han estado viviendo a costa de los impuestos del resto de los ciudadanos, se obcecan en no aceptar que, en esta nación, todo lo que es sector público y lo que lo rodea está sobredimensionado, resulta insostenible desde el punto de vista económico y se ha convertido en el refugio donde se concentran, junto a buenos y eficaces profesionales, todos aquellos a los que los sucesivos partidos que han estado en el gobierno o la oposición, no sólo de la Administración central, sino, y en este caso en mayor cuantía, en los gobiernos autonómicos, se han dedicado a "enchufar" como recompensa a "los servicios prestados" a cada uno de ellos por el beneficiario.

Así nos encontramos en que, precisamente en unos momentos en los que España se encuentra con graves problemas de liquidez, con una deuda pública rayana al 100% del PIB y cuando no se puede dar largas a echarle mano a lo que es la estructura agigantada e insostenible del aparato del Estado, entrando a particularizar, caso por caso, la rentabilidad, productividad, sostenibilidad y la posibilidad de mejora de las instituciones públicas o entes semipúblicos, que tanto han proliferado durante las últimas legislaturas; resulta que, todos aquellos que han venido sosteniendo la ineludible necesidad de recortar semejante carga, ahora, cuando se ha empezado a querer adelgazar el gasto público, salen los de siempre, las izquierdas inconformistas y sectarias, dispuestas a dinamitar la decisión del Gobierno valenciano, tirándose a la yugular del señor Alberto Fabra, por haber tomado el único camino posible para acabar con la situación insostenible del ente televisivo; dando el cerrojazo a uno de los monstruos más onerosos, con mayor plantilla y menor audiencia de la Comunidad Valenciana, conocido como el Canal 9 de la TVV.

El haber querido convertir al Estado en una casa de caridad y no en un buen administrador de la cosa pública, empeño en el que los socialistas, durante el gobierno del señor Rodríguez Zapatero que, recordemos, ha durado más de siete años, se empeñaron a fondo mediante la promulgación de una serie de leyes "sociales", mediante las cuales se pretendía la creación de un "estado protector y caritativo", dando por supuesto que las arcas del Estado eran inagotables como si estuvieran en la posesión de la famosa lámpara de Aladino que, frotándola, concedía lo que se le pidiera. Así surgieron las ayudas a los alquileres para jóvenes; la famosa Ley de Dependencia; la ayuda de 2500 euros por cada recién nacido; las subvenciones incontroladas al Cine y el Teatro (a los amiguetes de la señora González-Sinde); las ayudas a la banca (50.000 millones de euros) y las entregas periódicas de millones de euros a los sindicatos UGT y CC.OO, para mantenerlos callados e inoperantes, mientras el desempleo alcanzaba los cinco millones de parados.

De aquellos polvos estos lodos. El PSOE dejó el gobierno cuando España estaba al borde del rescate y con un déficit cercano al 9%, con la mayoría de las CC.AA en números rojos y con multitud de facturas pendientes de pagar. Europa no se fue con remilgos y advirtió al señor Rajoy que: o se tomaban medidas drásticas o nos íbamos fuera del euro. Se puede criticar a Rajoy y su gobierno por dejar muchas promesas por cumplir, pero se ha de reconocer que, en cuanto a sacar a España de una situación que nadie esperaba que se resolviera, ha tenido la tenacidad y el valor suficiente para conseguirlo. Por ello, señores, cuando vemos como la jauría de las izquierdas se rasga las vestiduras porque, en Valencia, se tomen medidas para reducir su situación insostenible, empezando por suprimir un ente indefendible, ruinoso, excedido de plantilla y que acumulaba una deuda de 1.300 millones de euros; con la salvedad de que, la plantilla, aparte de periodistas capaces y eficientes, estaba hinchada a causa del nepotismo, clientelismo, amiguismo y enchufismo de una clase política corrupta y dilapidadora que, no sólo en Valencia, sino que en todo el resto del país, fueran de derechas o izquierdas, han utilizado su privilegiada situación para favorecer a parientes, amigos y demás personas a las que se les debían favores por su fidelidad al partido.

No obstante, dejando a parte la parte de culpa que le pudiera caber a cada partido por tales malas prácticas, era de todo punto necesario que alguien empezara a poner remedio a una situación que, de prolongarse, podría entorpecer gravemente la recuperación económica de nuestra nación. No se trata de que televisiones, como la CUATRO, en su programa "Las mañanas de la Cuatro" ponga en funcionamiento todos sus mecanismos de engaño, difamación, falsas informaciones, medias verdades, datos manipulados y toda la inquina y odio de unos periodistas reclutados ad hoc, bajo la dirección de este personaje, Jesús Cintora, un sujeto joven que, al parecer, no quiere acordarse de cómo dejaron España los señores de Rodríguez Zapatero para, ahora, apenas transcurrida media legislatura, se dedique a cargar, con ferocidad, las tintas sobre el PP; como si hubiera sido culpa de esta formación que España esté sufriendo las consecuencias nefastas de siete años de gobierno socialista, a cuyos miembros, con toda seguridad, este sardónico y melifluo personaje, con apariencia de pijo y modos de agitador, les reía las gracias y les tapaba los defectos. Estos son los niñatos salidos de las universidades públicas copadas por catedráticos y rectores de izquierdas.

Y esta es la gran desgracia de nuestra nación. Aquí la izquierda, cuando alguien la molesta o la contraría, acude siempre a un término acuñado en la parte "roja" de la contienda, para injuriar a sus contrarios los tachaba de "fascistas" o "nazis", algo que se sigue utilizando contra la derecha como si, ser conservador, fuera algo criminal. No obstante, se olvidan de que los comunistas, los anarquistas, los sindicalistas eran los hijos del "padrecito" Stalin que, sobre su conciencia, tenía la muerte de cincuenta millones de personas, entre deportados a Siberia y asesinados por la famosa KGB y otros lugares de tortura famosos, como fueron las famosas "checas". Un instrumento de tortura que se trajeron a España y que utilizaron para atormentar, asesinar y atemorizar a todos los que no comulgaban con sus tesis marxistas.

Pero, señores, ¿qué les podemos pedir a quienes se han educado con esta Memoria Histórica que las izquierdas se han inventado para tergiversar la Historia real? Rectores como el señor Carrillo, hijo del gran responsable de las muertes de Paracuellos del Jarama; que han tomado las universidades públicas como centros de adoctrinamiento comunista, lugares de formación de activistas y donde se van gestando las protestas organizadas contra cualquier medida que el legítimo Gobierno de la nación, con el respaldo de una mayoría absoluta, tiene todo el derecho a poner en práctica sin que unos grupos organizados se dediquen a imponerle en las calles sus torcidas pretensiones. El error de las derechas es haber permitido que la mayoría de universidades públicas hayan quedado en manos de catedráticos y rectores de izquierdas, que se preocupan más de formar prosélitos que de que los alumnos salgan bien formados y capacitados para la profesión que eligieron. Luego vienen los informes de Europa y resulta que estamos a la cola, en materia de enseñanza, no tenemos ninguna universidad entre las 200 primeras.

Y así es, señores, en lugar de salir licenciados capaces salen activistas adoctrinados, ignorantes de lo que fue la España de los años 30 y dispuestos a machacar a todos aquellos que no piensen como ellos. O así es, señores, como contemplo este panorama desolador.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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