
"Falsificación", ha dicho algún ministro. No, es más que eso: es un intento evidente de agitar el odio entre los ciudadanos. No es el primero, ni mucho menos. Hace ya más de un año que la llamada Asociación de Municipios por la Independencia publicó unos estatutos que son un claro ejemplo de xenofobia y discriminación. Si un documento así se hubiera publicado en alguna parte de Castilla para denigrar a los catalanes, el asunto habría merecido los mayores titulares y las más encendidas protestas.
El nacionalismo vive del resentimiento y del victimismo justificados mediante mitos. Es así en todas partes, no sólo en Cataluña. No hay discurso más fácil que decirle a la gente que sus desgracias son culpa de un enemigo exterior y que ellos no tienen responsabilidad alguna. Y que si consiguen librarse de esa rémora, su futuro será brillante. A los cargos de CiU no le gusta que los comparen con los nazis, y desde luego es injusto identificarlos, pero todo sería más sencillo si no imitaran algunos de sus métodos. La mentira histórica contra grupos concretos tiene un precedente ineludible en la Alemania de Hitler, como también en la Rusia de Stalin. Sin duda, Artur Mas no tiene los propósitos totalitarios de estos dos criminales, pero debería ser consciente de que ha traspasado hace tiempo la frontera de la decencia democrática y ha desencadenado fuerzas peligrosas e impredecibles.
Es en este ambiente envenenado en el que se producen ataques a las sedes de partidos políticos. Se producen con mucha frecuencia, aunque sólo adquieran relevancia cuando, muy ocasionalmente, son perpetrados por la ultraderecha contra los nacionalistas, e ignorados cuando – algo casi cotidiano – se producen por los independentistas contra los no nacionalistas (este fin de semana, sin ir más lejos, ha sido atacada la sede de UPyD en Palma de Mallorca). Además, las fuerzas de seguridad controladas por el gobierno catalán actúan con evidente negligencia en su deber de proteger a todos los ciudadanos.
UPyD ha promovido el libro A favor de España, en el que se desmontan las incontables falacias del secesionismo catalán y se describe el daño irreparable que está suponiendo ya este desvarío político. Un daño que sufren todos los españoles, catalanes o no, en forma de más pobreza, más resentimiento, más desigualdad, menos democracia y menos verdad. Y que se haría irreversible si llegara a consumarse la secesión. Nadie encontrará en ese libro ni una sola referencia a la grandeza o miseria de España o de cualquiera de sus regiones. No es un libro para súbditos, sino para ciudadanos.
UPyD, reemplazando una vez más al Gobierno en lo que es su deber, difundirá el documento por toda España – incluyendo, por supuesto, Cataluña -, para explicar lo que nos jugamos y recordar a los españoles que están jugando con su futuro mediante la construcción de una descomunal pirámide de mentiras.