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El error de tratar con guante blanco el tizne sectario separatista (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el abril 9, 2014 por admin6567
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"Barones, ya podemos marcharnos; hoy a lo menos, hemos dejado bien puesto el honor de España" Jaime I de Aragón.

 

Una vez más hemos asistido a una de estas sesiones del Congreso en las que, las palabras de los parlamentarios y de los representantes del Parlament Catalá, (unas mejor pronunciadas que otras, emitidas en castellano cultivado las unas y estrepitosamente destrozadas, quizá intencionadamente, pronunciadas por aquellos que en España se consideran como extranjeros) han sonado a monótonos monólogos. Los catalanes apoyados por el PNV e IU, conocedores sus pocas posibilidades de salir airosos de su intento de vender, a sus señorías, su plan soberanista y el resto, al menos en una aplastante mayoría, dispuestos a cortar por lo sano cualquier intento de saltarse la Constitución. Ha sido una representación en la que, cada partido político, ha hecho gala de su enfoque particular sobre el tema que se discutía; con la evidente intención de que sus partidarios, con independencia de los del resto de partidos, salieran satisfechos de la actuación de sus respectivos líderes. Los dos enfoques de lo que debe ser España: la constitucionalista para unos, y la ruptura de sus lazos con los españoles la otra y, entremedio, la propuesta que se inventó el señor Pere Navarro del PSC (rápidamente recogida por Rubalcaba y el resto de socialistas) de cambiar la Carta Magna para facilitar la creación de un tipo de Estado federalista. Algo que parece un apaño poco distinto a las actuales autonomías.

Por mucho que pudiera extrañarnos se ha tratado, una vez más, de uno de estos estúpidos diálogos de sordos, sabiendo que sus adversarios políticos iban a ser impermeables ante cualquier argumento que se propusiera, cualquier contrapropuesta que se le ofreciera o cualquier intento de reconciliar posturas, encaminado a introducir en la legalidad a unos señores que, lo primero que hicieron, fue poner como condición sine qua non, la celebración de un referéndum en Catalunya, de marcado signo separatista; una actuación ilegal que choca frontalmente con nuestra Constitución de 1.978. Extraña que, el señor Rajoy, haya utilizado un lenguaje tan exquisitamente diplomático, unas alabanzas a Catalunya y a los "emprendedores" catalanes, que ha llegado un momento que nos han parecido exageradas, edulcoradas y poco ajustadas al tono de la intervención de los tres enviados de la Generalitat que, aunque correctos, han utilizado un lenguaje a todas luces temerario, reivindicativo, victimista, desconsiderado hacia la legislación española y, directamente contrario a los preceptos constitucionales.

Nos ha gustado, especialmente, la líder de UPyD, señora Rosa Diez que, quizá porque es una política de raza y experta en el tema nacionalista, no ha tenido empacho alguno en poner los puntos sobre las íes en el famoso tema del "diálogo", cuando ha preguntado: "¿Diálogo con quién y sobre qué? ¿Y negociar qué? ¿Hay que dialogar con alguien que incumple las sentencias de los tribunales?". En realidad, estas son las preguntas que nos venimos haciendo desde hace meses los españoles y éstas son también las que nos gustaría hacerle al ejecutivo del PP, cuando observamos que todos sus esfuerzos para convencer a los nacionalistas catalanes van de fracaso en fracaso sin que, en ningún momento, hayan hecho intento alguno para poner orden en la comunidad catalana; obligar a que se cumplan las leyes e impedir que, una y otra vez, el tema del castellano se vaya ido soslayando, aunque ello suponga pasarse por alto las sentencias que se han pronunciado a favor de una enseñanza mejor y más extendida de este idioma.

El señor Mas ni se ha inmutado y ya ha anunciado que seguirá su ruta hacia la consulta sobre el derecho decidir. Ha insinuado, en varias ocasiones, su intento de seguir internacionalizando su contencioso con el resto de España y ha anunciado que la próxima etapa de su recorrido independentista será la aprobación, antes del 11 de septiembre, de la llamada "Ley de Consultas" que, a su criterio, permitirá a todos los catalanes hacer el referéndum que tanto vienen solicitando. Una sola pega, esta nueva ley será ilegal, recurrida ante el TC y, a la vista de la resolución del Alto Tribunal, respecto a la ilegalidad de que Catalunya se atribuya derechos de los que carece, seguramente será suspendida de inmediato, con lo cual el empedernido líder del independentismo catalán va a tener que recurrir a otras triquiñuelas.

Y entrando en el terreno especulativo, no acabamos de entender cuáles pueden ser estas conversaciones, diálogos, encuentros etc. de los que habla el señor Rajoy. Si sabemos que no se puede ceder en lo relativo al autogobierno o la secesión; cabe preguntarse de qué otros temas pueden discutir el gobierno y la Generalitat catalana. Hubiéramos pensado que, acaso, en lo de la fiscalidad; aquella famosa petición catalana de un régimen fiscal especial para Catalunya, semejante a aquel del que gozan en la comunidad foral de Navarra. Nos hace el efecto de que Rajoy sigue pensando que por este extremo tiene posibilidades de amainar el espíritu separatista de los catalanes. Mucho nos tememos que ya sea tarde para este tipo de acuerdos. Tampoco parece que lo acogieran bien el resto de comunidades del propio PP.

La realidad es que, en estos momentos, aunque parezca increíble, el señor Mas ya no manda en Catalunya. Los efectos de una propaganda incesante durante años; de una educación en las "Nápolas" catalanas, donde se ha adoctrinado a los niños en la creencia de que España oprime a Catalunya y hay que separarse de ella; han conseguido que el tanto por ciento de catalanes que quieren independizarse, a pesar de las nefastas consecuencias de todo tipo que ello supondría para ellos, cada vez es más numeroso, lo que impide al señor Presidente de la Generalitat hacer marcha atrás. Por otra parte, de todos es sabido que el líder de ERC, el señor Oriol Junqueras, vigila cada paso de su colega de CIU y no le permitiría, ya lo ha dicho por activa y por pasiva, que se llegara a ningún otro acuerdo que no fuera la independencia de Catalunya.

Es posible que, este stand by entre el Gobierno de Rajoy y los secesionistas, se pueda mantener un año más; pero llegará un momento, aquel en que los separatistas den el paso decisivo de salir a las calles, apoderarse de las instituciones, ocupar los aeropuertos y los muelles y hacerse con los edificios oficiales, (todo ello ha sido anunciado por los de ERC) etc.; en el que el Gobierno ya no podrá mirar hacia el otro lado y se verá obligado a tomar una determinación. ¿Cuál va a ser esta determinación? ¿Ceder a que se produzca la anunciada secesión? ¿Aplicar el Art. 155 y, en este caso, nos preguntamos por qué no lo ha hecho antes? ¿Ocupar militarmente Catalunya? ¡Vayan a saber!

Y si todo ello nos parecen remedios poco prácticos, no nos queda otro remedio que pensar que, el señor Rajoy y su ejecutivo, han pecado de timoratos, de pasividad, de falta de valentía política y de poca perspectiva de futuro, al permitir que se hayan reforzado los nacionalismos y no haber atajado los primero movimientos secesionistas desde el principio; antes de que hubieran adquirido la fuerza y la virulencia que han conseguido en la actualidad. No basta que, en el Parlamento de la nación, se hagan representaciones ostentosas, sino que, lo que es preciso es que se tomen las medidas necesarias para que, lo que empieza a ser una amenaza evidente en contra de la unidad española, sea reprimido de la forma menos traumática pero sí, con la energía y efectividad precisa para evitar que, este mal ejemplo, siga cundiendo y la integridad de la nación sea puesta en peligro. O así es, señores, como, desde la óptica de un ciudadano de a pie contemplamos, inquietos, esta deriva nacionalista.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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