
Igual que los ciudadanos exigen responsabilidad a los políticos, deben demostrarla cuando tienen que votar
Quizás haya quien crea que si la abstención es muy alta, los partidos políticos que han protagonizado la corrupción y el fracaso de España se echarán a temblar o a llorar de impotencia. En absoluto. Si obtienen un porcentaje de votos aceptable para ellos (pongamos igual o superior al 60% entre PP y PSOE) al día siguiente seguirán haciendo exactamente lo mismo que hasta ahora. La abstención une a los indignados con los apáticos, confundiendo el disgusto de los primeros con la indiferencia de los segundos. Ellos, el bipartidismo, lo saben y lo utilizan a su favor. No hay un mensaje inteligible al que se tengan que enfrentar. Y si lo hay, se harán los sordos.
Por otra parte, lo de que "todos son iguales" es sencillamente falso. No es igual el partido que suspende en transparencia que el que saca un sobresaliente. No es igual el que plantea reformas contra la corrupción que el que las tumba. En ocasiones, la falta de información o la manipulación de los medios públicos o concertados puede llevar a la confusión al votante desatento. Pero la información está disponible, sobre todo cuando hablamos de un partido que, como UPyD, ha obtenido 9 puntos sobre 10 en la valoración que hace Transparencia Internacional.
Tal vez se piense que estas elecciones son prescindibles, que los asuntos europeos nos son ajenos. Quien piensa así se equivoca gravemente. Las decisiones que vienen de Bruselas tienen efectos fundamentales sobre nuestras vidas diarias. A largo plazo, además, la Unión Europea es la única que puede proteger a sus 500 millones de habitantes de las inclemencias de la globalización y aprovechar sus ventajas para crear nuevas oportunidades. Como suele recordar Maite Pagaza, los países son demasiado pequeños para influir en el mundo moderno. Si la UE no ha logrado todavía ser el actor internacional que podría, se debe también a la miopía y los intereses particulares del bipartidismo europeo.