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El Gran Recorte

Publicada el junio 16, 2014 por admin6567
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Editorial de UPyD (Ver aquí)
Gran recorteLa igualdad es la clave. Dejado atrás el tiempo en que Europa se desangraba en guerras de religión, la constatación por parte de una mayoría de que tiene bloqueada cualquier vía de ascenso social; la seguridad de que haga lo que haga y se esfuerce lo que se esfuerce jamás conseguirá acceder a los privilegios que otros disfrutan desde la cuna; la certeza, en una palabra, de la injusticia es lo que puede destruir una sociedad, propiciar el auge de caudillos y movimientos totalitarios y conducirla a una espiral de inestabilidad y pobreza crecientes. Los padres fundadores de Europa (que también diseñaron los primeros Estados del bienestar) lo tenían meridianamente claro: fue la desigualdad la que destruyó el continente en la primera mitad del siglo XX.

En Europa existió un pacto por la igualdad y por la seguridad económica. Las reformas necesarias y la creación de las instituciones del Estado democrático y social se llevaron a cabo tanto por socialdemócratas como por demócrata-cristianos y tuvierno el apoyo por los liberales (en la medida de su influencia). Era una política transversal. Por motivos que no procede explicar aquí, este consenso se ha ido agotando, y su actual debilidad ha pasado factura a los partidos tradicionales en toda la Unión Europea, pero quizás algo más a los partidos de la izquierda moderada. No son capaces de articular un discurso igualitario coherente y compatible con la realidad. En España, en particular, sus propuestas se han visto desvirtuadas por su renuncia a la idea de España como paraguas común que a todos nos protege. Ahora, Edu Madina, el candidato más conocido para liderar el PSOE, dice que está a favor de la consulta independentista en Cataluña. Siempre que sea legal, claro.

Aunque la consulta por la secesaión fuera legal, estaríamos jugando con las pensiones, los servicios y las prestaciones de todos los españoles
Hay una idea profundamente equivocada que flota en medios, tertulias y, por lo visto, en algunos partidos. La de que el problema creado por el nacionalismo catalán es un asunto aislado respecto al resto de males que aquejan a España. Algunos creen que no tiene nada que ver con el paro, con la pobreza, con los recortes. Dicen (o se deduce de lo que dicen) que si Cataluña se independizara, quizás el nuevo Estado tenga algunos problemillas, pero el resto del país ni se enteraría. En resumen, que se trata de un problema creado por algunos políticos (en esto tiene razón) que todos aprovechan para dirimir sus rencillas en algo que, al final, no es tan importante en la vida de la gente.

La secesión de Cataluña tendría consecuencias desastrosas para los ciudadanos de la región, pero también para el resto de españoles. Así lo lleva explicando UPyD muchos meses, antes incluso de que publicara A favor de España. El coste de la ruptura, libro en el que se abordan los efectos de la independencia desde diversas perspectivas. Los ciudadanos del resto de España perderían una parte de su país. Además, económica y socialmente, la secesión sería un desastre para todos. Pese al eslogan del España nos roba, Cataluña no contribuye a la caja común mucho más de lo que le correspondería. Se trata de una comunidad con una renta mayor que la media. Es de esperar que contribuya también por encima de la media. La igualdad se basa en que los que más tienen aportan más que el resto, vivan en Madrid, Bilbao o Barcelona. Por lo tanto, la cuestión de la legalidad no agota el debate sobre la consulta. Aunque fuera legal, estaríamos jugando con las pensiones, los servicios y las prestaciones de todos los españoles. Entre otras cosas.

¿Sería aceptable para Madina que los ricos españoles dijeran que se quieren independizar? Es de suponer que no. Posiblemente argumentaría que los ricos no tienen una lengua propia ni un sentimiento de pertenencia largamente cultivado. Estos hechos diferenciales, como cualquier otro, caben en cualquier sistema democrático. En cambio, aceptar la falacia del derecho a decidir supone asumir que la satisfacción de ese ansia diferenciadora (sea genuina o, más frecuentemente, artificial) tiene prioridad frente a la igualdad de los ciudadanos. El candidato socialista, al inclinarse ante el nacionalismo, muestra nula comprensión de lo que ha ocurrido en Europa en los últimos cien años. Y de la enfermedad de su propio partido.

En la defensa de la unidad de España, como en la lucha por un Estado del bienestar solvente, la igualdad es y seguirá siendo la clave

 
La muestra definitiva de la desorientación de Madina (y, con la suya la de muchos dirigentes socialistas y de la izquierda en general) es que, en la misma entrevista donde defiende la consulta, pida "constitucionalizar el acceso a la educación y a la sanidad". Así podría definirse lo que UPyD pide desde que se fundó: que las competencias en esas dos materias clave (y en algunas más) regresen al Estado y dejen de ser autonómicas. Si no es a esto, ¿a qué  se refiere Madina? Porque si la regulación finalmente está en manos de las comunidades, no habrá forma de garantizar el acceso a los servicios públicos en condiciones de igualdad. ¿Federalizar España? Sin duda, pero es que no es eso lo que está pidiendo el PSOE. Están pidiendo más fragmentación, menos unidad, y por tanto más desigualdad entre españoles. 

La secesión no es un problema separado del resto. Si llegara a suceder sería un golpe mortal a la igualdad en nuestro país. Sería un nuevo y terrible foco de paro y pobreza. No sólo en Cataluña, sino en toda España. No se puede clamar contra los recortes y mostrarse comprensivo con los que quieren llevar a cabo el gran recorte: el que separaría el noreste del resto del Estado. En la defensa de la unidad de España, como en la lucha por un Estado del bienestar solvente, la igualdad es y seguirá siendo la clave.

Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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