Es de suponer que cuando Artur Mas puso en marcha la ofensiva secesionista creía que podría controlar el proceso. Sin duda tenía unos objetivos (algunos explícitos y otros inconfesables) y puede que incluso tuviera un plan. En cualquier caso, lo que desencadenó fue el caos. Algo que, si hubiera estado bien aconsejado o si le hubiera alcanzado el buen sentido, debería haber previsto. Por una parte, aunque suya sea ahora y por siempre la principal responsabilidad, hace tiempo que da la impresión de que, como mucho, co-dirige junto con Oriol Junqueras el ataque contra la unidad de España. Su coalición, CiU, dividida y postrada, sufre un descalabro en intención de voto con escasos precedentes. Por otra parte, han aflorado gravísimos casos de corrupción, rematados con la confesión de Jordi Pujolde haber defraudado a Hacienda una cantidad nada despreciable de dinero. Los imponderables también han jugado contra Mas, que sin duda confiara en que la corrupción endémica de su partido siguiera siendo un secreto. A voces, pero secreto.
No cabe descartar que la locura tome definitivamente el control del proceso soberanista
La lealtad al Estado, a la Constitución y a los ciudadanos exige que los partidos estén al lado del Gobierno, el encargado de evitar la quiebra de España
Ante este último valladar, la lealtad al Estado, a la Constitución y a los ciudadanos exige que los partidos políticos estén al lado del Gobierno democráticamente elegido, que será el encargado de evitar la quiebra de España. Este compromiso y esta lealtad son los que ha transmitido hoy Rosa Díez en nombre de UPyD al presidente Rajoy. "El Gobierno no está solo", ha señalado la portavoz del partido magenta. No es la primera vez que UPyD ofrece su apoyo al Ejecutivo, pero en esta ocasión Díez quiso trasladárselo en persona al presidente. Un apoyo para unos objetivos concretos -la defensa de la unidad de España y el cumplimiento de la ley- que deberían unir a todos los españoles que desean preservar la democracia.