
Llama la atención que un proceso cuya retórica ha estado repleta de superioridad moral esté conducido por una élite corrupta
¿Cómo es posible que no salte algún resorte? ¿A nadie de los que secunda la falacia del derecho a decidir le choca que sus líderes estén implicados en tantos y tan graves escándalos? ¿A nadie le preocupa que el nuevo Estado pueda estar gobernado desde el inicio por defraudadores y estafadores? La única explicación racional a este fenómeno es que toda la parafernalia de "valores", toda la retórica pseudodemocrática no es más que el envoltorio de algo mucho más prosaico, menos inspierador, mucho más sucio.
La secesión es un proceso íntegramente corrupto, liderado por defraudadores y de bases antidemocráticas
Pese a envoltorios y parafernalias, la secesión es un acto que avergüenza a quien lo comete. Supone decir a los que hasta hace poco eran sus compatriotas: "ya no quiero vivir con vosotros. Me da igual lo que os pase. No me chuparéis más la sangre". Lo que ocurre es que así expresado tiene mala venta. Resulta más bonito decir "yo quiero votar". Sin embargo, esta naturaleza insolidaria y mentirosa explica por qué el llamado proceso soberanista está regido por defraudadores con cuentas en Liechtenstein, Suiza y Andorra. Explica por qué se antepone la creación de un nuevo Estado a la regeneración democrática. Es que la calidad de la democracia les da igual. Si no fuera así, no pretenderían incumplir la Constitución ni plantearían un referéndum con preguntas-trampa.
La secesión es un proceso íntegramente corrupto, liderado por defraudadores y de bases antidemocráticas. Sin duda, esto hay que explicarlo y denunciarlo, para evitar que personas de buena fe queden capturadas por la retórica y los envoltorios. Pero antes que nada, la corrupción hay que combatirla. Por eso Rosa Díez anunció el sábado sendas querellas de UPyD contra los Pujol (padre e hijo) y estará muy pendiente por si Artur Mas cometiera algún delito en el transcurso de este disparate al que ha conducido al país. Porque la única forma de acabar con la corrupción es aplicar la ley y la palabra.