Ya no se trata de inquietudes sin fundamento ni de pronósticos de pitonisa o augurios de profeta de grandes calamidades. No, no señores, sin duda nos encontramos ante un panorama verdaderamente preocupante que, si Dios no lo remedia, puede llevarnos a todos al desmoronamiento de todo un sistema político, que se inició con el advenimiento del sistema democrático a la muerte del Genaro Franco y que parece que tiene ya fecha de caducidad si se cumplen, aunque no sea más que en parte, las previsiones que distintos medios de comunicación están propagando estos días respecto a las tendencias de una importante parte de la ciudadanía española, que parece van encaminadas a un radical cambio de régimen político propuesto con inusual éxito de captación, por el partido Podemos del señor Pablo Iglesias.
Indudablemente, la torpeza de los actuales partidos mayoritarios y la sensación que, el pueblo español, está teniendo respecto a que, quienes ostentan el poder, no tienen otro objetivo que enriquecerse a sus expensas; está motivando que una gran parte de los votantes, decepcionados y asqueados de tanta podredumbre, quieran probar fortuna con un partido nuevo que todavía no haya perdido el himen de su castidad política. Lo malo es que se trata de un partido fantasma basado, únicamente, en el histrionismo y tirón mediático de su líder, al que hay que reconocerle que ha sabido tocar la fibra sensible de muchos españoles, que se han dejado arrastrar por la oratoria del señor Pablo Iglesias, sin haber querido entrar a analizar su programa de gobierno y el efecto que, la entrada de la izquierda radical en el poder, puede representar para la sostenibilidad de España y sus futuras relaciones con el resto de la comunidad europea e internacional.
Parece que, como una suerte de flautista de Hamelín, el señor Iglesias consigue hipnotizar a muchos que confían ciegamente en él (me recuerda al personaje cubano Ché Guevara, que tenía la habilidad de engatusar con su verbo a las masas, que tenían por él una verdadera veneración, a pesar de que se trataba de un sujeto despiadado y violento). Lo malo, como ya he comentado en otros artículos, es que estamos ubicados en el sitio que estamos, tenemos los vecinos que tenemos y dependemos en muchos aspectos, entre ellos el energético, de una serie de países que es muy posible que no quisieran confraternizar con una nueva nación en la que el comunismo hubiera metido su garra. Hoy en día, en un mundo globalizado, donde países de tanta tradición comunista, como son la China o la misma Rusia, a pesar de continuar, al menos nominalmente ( y sin renunciar a sus sistemas de represión y limitación de libertades individuales) conservando sus estructuras de gobierno de acuerdo con los postulados del comunismo, en muchos aspectos están llevando a cabo verdaderas políticas económicas copiadas del sistema capitalista, gracias a lo cual están consiguiendo resultados alentadores y, en el ámbito de la economía, la ciencia, la investigación y el desarrollo industrial ( no así en el ámbito social donde aún están muy lejos de Europa o los EE.UU. de América) forman parte de las llamadas naciones emergentes que tanta importancia tienen ante una necesaria recuperación de la economía mundial.
Claro que, nada en este país, es producto de la casualidad y mucho menos se debe, solamente, a la especial idiosincrasia del pueblo español. En realidad, durante la vigente legislatura, tanto el PP como el PSOE, con la inestimable "colaboración" de los separatistas de Catalunya y los casos de corrupción que han ido apareciendo, como hongos, afectando a todos los partidos del arco parlamentario ( salvo algunas pocas excepciones, en partidos minoritarios) junto a los sindicatos; han ido creando el substrato necesario para, con sus continuas acusaciones mutuas, sus rifirrafes en el Parlamento; su negativa a llegar a acuerdos en beneficio de la nación; la falta de respeto democrático de los partidos de la oposición por la decisión de las urnas (que dieron la victoria al PP) y el grave error de los dirigentes gubernamentales de no saber hacer uso de su gran mayoría en las dos Cámaras, para llevar a cabo la política que necesitaba España, a pesar de la férrea oposición de la Izquierda, que ha intentado impedírselo.
El efecto, una forma de gobernar impropia de un Gobierno que ostenta la gran mayoría en las Cámaras; el desconcierto del pueblo ante una política excesivamente pactista, poco decidida, contradictoria respecto a las promesas electorales, que ha sido incapaz de cumplir y la forma errante, indecisa, medrosa y falta de firmeza con la que el Ejecutivo de Rajoy se ha enfrentado, si puede decirse así, con el abierto desafío catalán, sin que se produjeran los efectos esperados de una reactivación industrial y un progreso sensible en el problema del paro; ha llevado, primero, al desconcierto y luego a la estupefacción, seguida finalmente, cuando se archivó la esperada reforma de la ley del aborto (defenestrando al ministro señor Gallardón), por desánimo, la indignación y la consiguiente desafección, que se manifestó de una manera harto expresiva en el gran bajón que sufrió el PP en las elecciones para el Parlamento Europeo, donde perdió más de dos millones de votos..
Hoy en día, aunque no nos podemos fiar de las últimas encuestas de El País, un periódico abiertamente contrario a la derecha y sumido en graves problemas de sostenibilidad; lo cierto es que, el progreso de los partidos populistas de signo izquierdista y el evidente desconcierto que se ha apoderado de la cúpula del partido en el Gobierno; agravados por los sucesivos casos de corrupción, que se han ido destapando dentro del propio partido; han puesto al señor Rajoy y a su gobierno a la defensiva, incapaces de reaccionar como debieran y ante las expectativas de sufrir una de las debacles electorales parecida a la que sufrió el PSOE en las pasadas elecciones del 20N del 2011.
Apenas si les queda tiempo para preparar las elecciones legislativas del 2.015 y mucho nos tememos que, el impulso del bloque de izquierdas va a ser imparable; salvo, puede ser, si el PP hace una catarsis de su Dirección y renueva, de una manera democrática, partiendo desde sus bases, mediante unas elecciones internas, la Dirección del partido; eliminando a todos los actuales dirigentes afectados, de una forma u otra, por los casos pendientes sobre la financiación irregular del partido e insuflando savia nueva, personas capaces, de probada honestidad y lo suficientemente preparadas para enfrentarse sin complejos con un enemigo que nunca ha dudado a la hora de poner en práctica el juego sucio y la deslealtad a España, cuando ha pensado que, con ello, tiene oportunidad de alcanzar el poder. El gran peligro de que ocurra un vuelco electoral que de el poder a Podemos es que, una vez instalados en la poltrona del gobierno, ya no hay medio de descabalgarlos de ella, como se viene demostrando en los regímenes dictatoriales de Venezuela, Bolivia, Cuba y el resto de países que se dejaron engañar por aquellos que se declararon "salvadores de la patria".
España está en grave peligro. Las posibilidades de que se rompa su unidad y de que volvamos a los tiempos inseguros, caóticos y dictatoriales del "frente popular" de la II República, con sus luchas callejeras y asesinatos; aunque nunca pudimos pensar que fuera posible que volvieran; cada día que pasa, vistas las amenazas que se ciernen sobre nuestra Constitución; a muchos nos parece que tienen visos de volver a la actualidad de nuestro país. O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con suma preocupación, como la España del centro se desmorona y se produce el renacimiento de la izquierda radical, que nos va a llevar al hundimiento definitivo de nuestra nación. Europa nos vigila.
Miguel Massanet Bosch