Editorial de UPyD (Ver aquí)

Urnas de cartón para una consulta de cartón. Sin censo, sin garantías, sin vergüenza
El Gobierno ha hecho lo que debía recurriendo la consulta inicial y el simulacro posterior. El fraude de ley era evidente. Sin embargo, dada la responsabilidad del PP en el hecho de que hayamos llegado hasta aquí, es legítima la desconfianza hacia el Ejecutivo. ¿Estará Rajoy a la altura del desafío? De momento, el ministro del Interior,Jorge Fernández Díaz, ya pareció abrir una vía de escape al sugerir que las furezas de la ley no podrían intervenir si la consulta verbenera (butifarréndum le llaman) la organizase una asociación sin que participara el gobierno autonómico catalán. Esto es tanto como soplar a Artur Mas de qué manera puede finalmente llevar a cabo sus despóticos propósitos. La connivencia de la Generalitat con la ANC y otros puntales del secesionismo autoritario no puede ignorarse.
Si exigimos que no haya impunidad para los corruptos, cuánto menos para un acto de corrupción de la magnitud de éste
Mas está prevaricando. Está buscando la forma de burlar la ley. Su intención no es sustituir una consulta democrática (nunca lo fue) por una verbena. Su único objetivo es hacer algo que parezca democrático para salirse con la suya. Ignorar esta realidad sólo puede interpretarse como una forma de eludir la responsabilidad de los poderes públicos. En los juzgados se encuentra la querella de UPyD contra Mas por prevaricación, desobediencia, malversación y otros delitos. Está en manos de la justicia, de la fiscalía y del Gobierno garantizar que semejante desafío recibe el castigo que merece. Si exigimos que no haya impunidad para los corruptos, cuánto más para un acto de corrupción de la magnitud y las consecuencias que tendrían la ruptura de la Constitución, del Estado y, en definitiva, de la democracia española.
El mismo día que se cumplen 25 años de la caída del muro de Berlín, los nacionalistas quieren rematar su muro de la vergüenza
Da la casualidad de que el 9 de noviembre se cumplen 25 años de la caída del muro de Berlín. Los comunistas llegaron al poder en la Europa del este mediante elecciones manipuladas y técnicas de control social. Resulta irónico que el mismo día que celebraremos el colapso del comunismo, los nacionalistas quieran rematar el muro de la vergüenza que empezaron a construir tras la muerte de Franco. Su último ladrillo sería una urna de cartón. Es la obligación del Gobierno de España evitarlo con los instrumentos legales a su alcance. De ello dependen la libertad, la igualdad y el bienestar de 46 millones de españoles, y entre ellos, especialmente, el de 7 millones de catalanes.