Parece que nuestra nación ha sido víctima, desde hace unos años, de una especie de encantamiento, sortilegio o hechicerismo vudú que la conduce inexorablemente a perpetrar su propia auto inmolación. Somos muchos los españoles que nos sentimos incapaces de entender como, en unas pocas legislaturas ( dos del PSOE del señor Zapatero y una del PP del señor Rajoy), un país que había conseguido superar sus dificultades, que había conseguido prestigiarse en Europa y que era capaz de tratar de tu a tu a países de la categoría del RU, Francia, Italia e incluso la misma Alemania; haya podido sufrir una degradación tan grande a causa de cuestiones de tanto calado, como la honradez de sus políticos, la politización de sus instituciones, la moral y la ética de sus ciudadanos, la categoría y capacidad de sus dirigentes y la incapacidad de sus partidos políticos de anteponer a sus particulares intereses partidistas, los objetivos y perentorias necesidades del pueblo español.
En muchas ocasiones nos hemos preguntado ¿cómo era posible que, con la que se nos ha caído encima a causa de la crisis y la recesión; con la cantidad de personas en desempleo que continúan sin encontrar un puesto de trabajo; con los recortes generalizados que ha tenido que soportar la ciudadanía española y con los graves errores cometidos por nuestros políticos, (entre los cuales han destacado los innumerables casos de corrupción que han ido apareciendo en España, fruto de la incesante y fructífera labor de nuestra policía y Guardia Civil, indagando en las oscuras cloacas de sindicatos, partidos políticos y en entidades crediticias, en los que han sido capaces de descubrir cómo algunos personajes de nuestro país han sido capaces de enriquecerse a costa de los impuestos de los españoles utilizando los más variados métodos para esquivar la acción de la Justicia). Tampoco la realeza ha salido impoluta de tales prácticas, cuando el señor Urdangarín y, no se sabe si también la infanta Cristina, aparecen involucrados en un feo caso de blanqueo de dineros y de presiones, manipulaciones y engaños ofreciendo unos servicios que, al parecer, no se llegaba a realizar.
Lo cierto es que, tanto en el PP como en el PSOE ( ninguno de los dos pueden echarse en cara los casos de corrupción porque, en ambos partidos han tenido ejemplos suficientes para avergonzarse de ellos y, en algunos de los casos más destacados, todavía no se sabe como van a concluir por encontrase sub júdice), los casos de corruptelas parece que no cesan de aflorar y, las personalidades implicadas en ellos, no son meros funcionarios o personajes de segunda fila de la política, sino que los que figuran empapelados en los casos descubiertos son, casi todos, personas de gran resonancia dentro de las directivas de ambos partidos; lo que ha contribuido a que, el escándalo, entre los ciudadanos españoles, haya sido demoledor.
Tanto el número, como la cuantía, como los métodos utilizados y la notoriedad de los imputados ha contribuido a que, en especial dentro del PP, se haya producido una verdadera deserción de muchos de sus mandos, a lo que ha contribuido en gran manera la sensación que se tiene, en una gran parte de los antiguos votantes del partido, de que ni Rajoy ni su gobierno han cumplido sus promesas; no se sabe si por cobardía a enfrentarse al previsible rechazo de gran parte de la oposición, por ejemplo en la modificación de la Ley del Aborto o porque, dentro del mismo partido, existe una quinta columna que no desea que se lleve a cabo una reforma con la que parece que no están de acuerdo.
Lo mismo se puede decir del caso catalán, donde es evidente que ha existido un contubernio secreto entre representantes desgobierno y de los separatistas de CIU, lo que ha desembocado en esta especie de folletín por entregas en que ha consistido el proceso de convocatoria del Referendo por el derecho a decidir, por parte de Mas y su equipo, y las medidas palabras de condena del señor Rajoy y su ejecutivo, de modo que unos han hecho lo que les ha parecido, impunemente, y los otros se han limitado a enseñar la vara pero sin utilizarla. Ahora, a toro pasado, una tímida reacción de la fiscalía parece que quiere poner un punto final de largo recorrido, con una imputación que todavía no se sabe si será aceptada por el TSJC. Una simple representación teatral con visos de acabar en agua de borrajas y, mientras tanto, el proceso soberanista sigue impasible sus recorrido hacia la declaración unilateral de la independencia.
Las consecuencias: un partido Popular en plena descomposición, con focos de protesta en todas las comunidades; con sus máximos dirigentes desacreditados y que, no obstante, siguen empeñados en querer demostrar que no ha pasado nada, que todo va bien y que, el descomunal descalabro en votantes que está experimentando, es un simple espejismo que, cuando lleguen las votaciones, se esfumará. Poco más se puede decir del PSOE, renovado, eso sí, pero con un dirigente que parece que tiene más entusiasmo que ases en sus mangas; cuya política se parece más a las de sus antecesores cuando de la sensación de que sigue el camino del señor Rubalcaba de insistir en atacar al PP cuando, al menos en los últimos tiempos, en los aspectos económicos, financieros y de relaciones con la UE, parece que van por buen camino. Las encuestas siguen emperradas en ir bajando las expectativas de voto de los dos partidos que han gobernado España en los últimos años y no parece que, la irrupción del señor Pedro Sánchez, con todo su optimismo y carisma haya logrado que se haya avanzado en llevar a su partido a cotas de recuperación sensibles.
Aquí tenemos el milagro. El milagro de que, el hastío de los españoles, el enfado de que sigamos con 5 millones de parados; la rabia al observar que, aquellos de los que nos fiábamos nos han defraudado, demostrando ser unos sinvergüenzas que se han aprovechado de sus cargos para enriquecerse, olvidándose de sus deberes hacia quienes los eligieron para sus cargos. El señor Pablo Iglesias y sus amigos de Podemos, descendientes de aquellos famosos del 15M y aglutinadores del descontento generalizado de los ciudadanos españoles; sin tener que esforzarse y utilizando el procedimiento archiconocido de atacar a los ricos y prometer grandes mejoras para los pobres; lanzando proclamas que ellos saben perfectamente que no tienen la menor posibilidad de poderse llevar a cabo y vendiéndose como los únicos honrados y capacitados para sacar al país del barrizal de la corrupción y el desempleo; han conseguido la "hombrada" de encabezar las encuestas a poco tiempo de las elecciones municipales y a un año de las legislativas.
Vienen adornados con el hecho de ser universitarios y la experiencia de haber trabajado para los caudillos de Sudamérica, especialmente para el señor Maduro de Venezuela de quien recibieron dinero por su asesoramiento. ¿Les bastará para destronar a los eternos competidores desde que se inició la democracia, el PP y el PSOE? Desde luego que para cualquiera que se haya molestado en leer su programa ( un programa que, por cierto, a medida que se acercan los comicios vienen rectificando, conscientes de que, de mantenerlo, se iban a quedar haciendo compañía a los de ERC con un porcentaje mínimo a nivel nacional. Ya no queda nadie que pueda creerse que, sin pagar la renovación de la Deuda Pública o los intereses de los créditos que tenemos con los que nos financian, a través de la Bolsa, o aumentado el déficit público o pagando 750 euros mensuales a cada español, el país sería capaz de resistir sin caer en quiebra. O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se observa el panorama electoral que se nos presenta.¡Da miedo!
Miguel Massanet Bosch