Carlos Martínez Gorriarán, responsable de Comunicación y Programa de UPyD (Publicado en UPyD, aquí)
Estos días, las fazañas cinegéticas de Garzón, Bermejo y sus acompañantes han puesto de moda la divertida sátira de Berlanga titulada “La escopeta nacional”, una película que, lejos de retratar una época con modos de astracanada, resulta –mira tú por dónde- que en realidad sacaba a la luz –desvelaba, aletheia- una oscura componente estructural del ethos español, o sea, el modo tradicional de ser o parecer, idiosincrasia o como prefiramos llamarlo. Se trata de que en esta monarquía bananera, los negocios políticos, y los otros, se siguen resolviendo en lujo casposo de la montería, la finca del compadre de negocios y todo lo demás. Vuelve el tenebrismo, o mejor, no se había ido nunca. Qué horror.
En esa misma línea, ahora desde la izquierda cañí, hemos contemplado estos días de campaña electoral las nuevas contorsiones del aspirante Patxi López para lograr heredar el Mayorazgo de Ibarretxe, para lo cual se enjaretó una txapela de lo más arcaico, pues, hoy en Vasquilandia, esa prenda ya sólo la llevan abuelos y veteranos autorizados como Agustín Ibarrola o Tomás Tueros, y también los ertzainas porque no les queda otro remedio. Patxi sigue haciendo todo lo que puede para convencer a los “nacionalistas moderados”, esa rara avis, de que a él pueden votarle sin miedo porque, cuando sea lehendakari, apenas van a notar cambio alguno. Lo que nos da mucho más miedo a otros, ciertamente. Pero todo es posible en Jurasic Park. Así, la hipotética posibilidad de reactivar el ADN de dinosaurio presuntamente extinto inyectándolo al embrión de una rana ha quedado demostrada en las declaraciones de ayer mismo de don Cayo Lara en El País (asumiendo con gallardía su mote de "Pravda"), donde el nuevo coordinador de IU se deshacía en elogios de la dictadura cubana, para él una democracia original a la que no podemos enseñar nada después de prohibir las listas de ETA para las próximas autonómicas. Ciertamente, en Cuba es imposible que tal cosa suceda, pero porque sólo hay un partido legal y no va a prohibirse a sí mismo, un pequeño detalle que se le escapa al entrañable oso de peluche neoestalinista. Muy admirado, por cierto, por parte notable de la opinión pública española, esa izquierda divina que aplaude la Ley de Matrimonios homosexuales –y me parece muy bien- a la vez que apoya la persecución de gays en Cuba –una vergüenza, máxime en un país convertido en burdel por decisión de la dictadura que lo exprime-, o que protesta por la disolución de HB mientras encuentra divino de la muerte que en la isla caribeña sólo haya un partido, simplemente porque crear uno nuevo te lleva a la cárcel de cabeza.
Pues eso: Berlanga convertido, inesperadamente y gracias al superjuez y al infraministro, en un émulo de Rossellini, esforzado autor de neorealismo social; el brontosauro marxista-leninista resucitado en Cayo Lara; y el esforzado maqueto disfrazado de baserritarra con aspiraciones a heredar el caserío, timando al suegro cegato con airosa exhibición de txapela, en la persona de Patxi López. Aquí, el que se aburre es porque quiere. Por si alguno se aburría, pese a todo, ahora el Gobierno ordena a las fuerzas de seguridad que proporcionen un cupo obligatorio de "sin papeles" detenidos, preferentemente moros y muy morenos, para su expulsión inmediata. Oh, las delicias del seudoprogresismo, que lo mismo imita a Fidel Castro que a Le Pen.