En España existen dos clases de mujeres; aquellas que quieren ejercer sus derechos como cualquier otro ciudadanos, sin discriminaciones con el otro sexo en base a oportunidades de formarse, competir por los puestos de trabajo, ascender en función de los méritos propios, participar en todos los ámbitos económicos, financieros, políticos y profesionales sin que, por el hecho de ser mujer, se la pueda discriminar, minusvalorar o privar de sus derechos legítimos. Por fortuna, para España, son mayoría, una mayoría silenciosa si se quiere, pero una mayoría que ha conseguido ser respetada en todos los ámbitos de la nación y valorada por sus aportaciones a todos los ámbitos sociales, económicos, profesionales y políticos de este país. Pero también existen otras representantes del sexo femenino, un grupo más reducido pero, sin duda, más chillón, mas histérico, más agresivo, más intolerante y, por supuesto, más inconformista; al que no le basta con reclamar sus derechos, sino que pretende imponerse al sexo contrario, avanzando en sus aspiraciones extremistas; que han establecido, como primordial objetivo, conseguir especiales privilegios sobre el hombre, para compensar, la “postergación” a la que la han tenido sometida durante siglos. Lo que se ha dado por denominar “discriminación positiva”, es algo que es fruto de este gobierno socialista, que tantas “licencias legales” se ha venido tomando durante las legislaturas en las que viene gobernando, que no ha tenido en cuenta para nada lo que la Constitución de 1978 establece en su artículo 14º, en el Capítulo que trata de los derechos y libertades de los ciudadanos españoles.
En este grupo de “amazonas de la lucha contra el sexo contrario” militan toda clase de féminas de distinto cariz, profesión, extracción social y cultura, unidas por un denominador común: su cruzada para conseguir obtener privilegios, trato especial, concesiones de orden feminista y un estatus ad hoc que les permita conseguir sus cuotas de poder, concesiones, favores, bulas y regalías, no por sus especiales méritos ni por sus cualidades intrínsecas ni siquiera, por su mejor preparación intelectual o inteligencia; sino por el simple hecho de formar parte del sexo femenino. Un ejemplo especialmente clarificador del modo de pensar de este grupo de activistas del feminismo, ha sido, sin duda, la famosa ley de cupos, este engendro legal ( a mi entender anticonstitucional de raíz) por el que se establecen cuotas reservadas a las mujeres no sólo en el ámbito de la política, sino en cualquier tipo de entidades representativas de modo que se obliga, independientemente de las cualidades intrínsecas que se requieran para ocupar el puesto de que se trate, a que, por cada hombre que se designe, también se escoja una mujer de forma que exista una igualdad entre representantes de ambos sexos. Algo absurdo y carente de la más elemental lógica pero que este feminismo cerril ha sido capaz de imponerle a este presidente débil, obtuso y sólo pendiente de conseguir votos para mantenerse en el poder que conocemos por ZP.
Pero hete aquí, que la “consellera de sanitat” de la Generalitat catalana, señora Marina Geli, adelantándose, en cuanto a actitud progresista, al resto de autonomías excepto, quizá, a la de Extremadura, que tiene el “honor” de haber sido la primera en practicar lo que, en la Ley Penal, era conocido como corrupción de menores, consistente en aleccionar a los niños en cómo masturbarse; ha dado un paso más en la enseñanza de la sexualidad a los niños, previa a su madurez física, revelándoles que hay maneras de darle gusto al cuerpo masturbándose o practicando sexo oral; despertando en ellos un tipo de sensaciones, curiosidades y experimentaciones, en una edad en la que todavía no están preparados para ello y provocando, sin duda, que las clases mixtas de niños y niñas se pueda convertir en verdaderos lugares de experimentación, donde se provoque la promiscuidad de sexos en edades, evidentemente, en las que todavía debieran estar dedicadas al estudio y a los juegos; sin tener en cuenta que, despertar en los jóvenes instintos que todavía no se han manifestado y abriendo puertas que la propia naturaleza mantiene cerradas, puede resultar muy perjudicial para su formación. Puede que, a estos libertarios de hoy en día, estas prácticas les parezcan bien; puede que, a los que han convertido el sexo en el único pensamiento que almacenan sus cabezas, huecas de otro tipo de inquietudes culturales, les parezcan oportunos y adecuados tales procedimientos. No obstante, a cualquier persona que no esté obsesionada por este relativismo, en el que parece que todo está permitido, que tanto da que un macho se junte con otro macho o una hembra se case con otra de su mismo género o que se refocilen en multitudinaria promiscuidad, todos los sexos, o que se practique zoofilia, incesto o que se cambie de sexo etc.; el que una Consejera de una autonomía, como la catalana, promueva, aconseje o considere una práctica beneficiosa para los niños, el entregarse a semejantes conductas, es evidente que le causa rechazo, le produce repugnancia y piensa que, esta señora, se ha extralimitado en sus funciones sanitarias entrando en una parcela que no le corresponde; al adoctrinar a niños en unas prácticas que mucho tienen que ver con el derecho constitucional, de los padres, a darles a su hijo una formación según sus creencias éticas, morales y religiosas.
Pues bien, cuando alguien, – que después pidió, públicamente, disculpas por sus palabras – desde una emisora de TV, le ha recriminado a la señora Geli (quizá utilizando palabras inadecuadas a causa del repudio que le causaba la actitud de la consellera) el que intentara promover, entre los niños, unos comportamientos inapropiados para sus edades y que pudieran crear en ellos determinadas adicciones, hábitos, desviaciones sexuales o, incluso, los distrajesen de sus obligaciones lectivas. El revuelo de tales palabras ha cundido entre las filas feministas del PSOE y también se otros sectores, como de la propia señora Raola, antigua extremista de ERC, hoy polemista adinerada, que se ha rasgado las vestiduras ante el “amo” señor Cuní, el gran preboste de la TV catalana. Una conducta semejante; el promocionar prácticas de tipo pornográfico entre menores de edad, mucho me temo que pudiera considerarse como “corrupción de menores”, delito recogido en el Art. 189 del vigente CP. No es extraño que los fiscales no se hayan inmutado, si queremos tener en cuenta que, en España, tenemos una ley, evidentemente inconstitucional, contra la cual parece que nadie tenga mucho interés de recurrir al TC, que ha convertido en asignatura obligatoria para los escolares, la famosa Enseñanza para la Ciudadanía. Pero si la B.Aído defiende a la Geli y la Raola crucifica al señor que se metió con la consellera y, la propia M.Geli, desde otra TV, se ensaña con el autor del desaguisado, amenazando con llevarlo a juicio; deberemos destacar dos frases que encierran toda una filosofía de lo que intenta la izquierda. La señor Geli, cuando desmelenada, dijo que “ nunca iba a tolerar que nadie pensase que la Sanidad pudiera actuar de una manera inmoral” y la señora Raola que trató a los de Inter Economía y al señor García Serrano, de “golpistas y fascistas”; recriminado al señor García Serrano el que su padre fuera falangista y del “régimen”.. Pues siento decirle a la señora Geli que ni ella ni todo el Gobierno pueden impedir a ningún español que piense de la Sanidad, de ella misma y de quien le diera la gana, lo que le diere la gana, y, con corrección decir públicamente lo que la ley de Libertad de Expresión le permite, le guste a usted o no; y a la belicosa Raola le voy a recordar que, su ignorancia de leyes, no la excusa del hecho de que, acusar de “golpista” a alguien es atribuirle un grave delito; lo que le permite al ofendido querellarse contra usted por calumnia, lo que yo, si estuviese en lugar del ofendido, haría sin duda alguna.
Miguel Massanet Bosch