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Basura mediática y enriquecimiento basura (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el julio 1, 2010 por admin6567
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Puede que en otro contexto económico, en una situación donde no hubiese un agujero negro de más de 4.600.000 desocupados y toda la nación no tuviese la urgente necesidad de lavar sus errores del pasado, poniendo a prueba la paciencia y capacidad de sacrificio de los españoles de a pie; esta vergüenza nacional que conocemos como Tele- basura, esta forma de entender la información y esta manera desafiante, zafia y desordenada de transmitirla al público, que marca la entropía de nuestras televisiones nacionales y de la mayor parte de la prensa del corazón, que utilizan –refugio predilecto del progrerío, que se ha hecho el amo de la audiencia y que exige, como el asno reclama el pienso, que se le ahíte de morbo, se le sature de de sexo y se le alimente de cotilleo –,  como señuelo para contentar a la audiencia, a esta nueva invasión “bárbara” integrada por una élite mediática surgida, como por arte de birlibirloque, de los abrevaderos más cutres y desenfadados de esta vieja España, que tanto es capaz de darnos un Menéndez y Pelayo, una Agustina de Aragón o un Miguel de Cervantes que, en un verdadero ejercicio de contradicciones suicidas y de negación de si misma y de sus glorias, llevar a la cumbre de la fama a seres tan anodinos, incultos y despendolados como un Chiquilicuatre, una Belén Esteban o un ser, tan poco recomendable, como es el famoso Dioni que, además de robar a un banco como quien se fuma un cigarrillo, todavía se gana la vida por estos mundos yendo de televisión en televisión, haciendo ostentación de su delito y pavoneándose de haberse quedado unos millones que no le pertenecían; con lo cual no hacen más que, sin proponérselo o quizá intencionadamente, abundar en este relativismo imperante que nos rodea, fruto de los buenos oficios de estos expertos maestros, los socialistas, verdaderos expertos en esta manera de entender una forma de vida donde se prima, sobre cualquier otra consideración moral o ética, el satisfacer las propias necesidades, alimentar los vicios personales y sacarle el máximo de jugo a la vida, independientemente de si, con ello, se perjudica al prójimo, se violan todas las normas de convivencia o se causa dolor a los demás; como ocurre, sin duda, en esta aberración, a la que se le ha dado rango de ley, por la que, las mujeres, arrogándose los atributos de falsas deidades, pueden decidir, sin  cortapisa alguna ni miedo a ser sancionadas, dar muerte, alevosamente y con premeditación, a un ser que ellas han concebido y que exige su derecho, como cualquier otra criatura, a formar parte del mismo entorno vital del que disfruta su propia madre.

Claro que, este tablado en el que se escenifican estos shows con los que se pretende  embaucar al espectador, precisa de la colaboración de una suerte de “artistas” de monigotes mediáticos, de seudo profesionales, incapaces de conseguir hacerse populares por sus propios méritos, ávidos de usurpar el protagonismo y lo suficientemente pagados de si mismos como para hacer el ridículo; convencidos de que sus actuaciones los van a elevar a este Nirvana por el que consiguen ganar una pasta gansa, sin precisar trabajar demasiado ni romperse la mollera, esforzándose en empeños de mayor enjundia y que, por consiguiente, precisan de mayor esfuerzo y preparación.

Como ya habrán adivinado me estoy refiriendo a esta pléyade de los llamados periodistas del corazón o, si lo prefieren ustedes, desolladores de intimidades, caníbales de la chafarrinada y maestros en el arte de crear pleitos, despertar rivalidades y poner a parir al primer desgraciado que tenga la desgracia de haber adquirido fama por cualquier motivo menos, naturalmente, por sus estudios, sus inventos, sus aportaciones a la ciencia o sus cualidades en el campo de las artes. “Hábilmente” dirigidos por el presentador de turno –aquel que supo labrarse su porvenir trabajando a las órdenes de “un maestro” en el arte de destrizar honras, famas y reputaciones; bajo cuyos auspicios supo trepar por el trabajoso camino de lustrar traseros, alimentar egos y servir de felpudo parlante a quienes le ayudaban a escalar posiciones en este complejo y competido mundo de conseguir hacerse ricos, sin fallecer en el intento – se buscan la colaboración de cualquier “celebridad de folletín” que les pueda suministrar el ambiente propicio para que, el programa en cuestión, pierda cualquier asomo de decencia, se revista del ambiente hortera que se precisa y se consiga convertir un plató televisivo en la mayor muestra de lo que, antaño se conocía, como un burdel de bujarrones, bolleras, pajilleras, prostitutas y demás personajes adictos a la jarana.

Pero señores, lo que verdaderamente indigna a cualquier mente pensante es que, toda esta jarca de personajes que viven de despellejar al prójimo, por injusto que les pueda parecer, por antisocial y reprobable que lo consideren y por lo escandaloso que resulta que, en tiempo de vacas flacas, cuando cientos de miles de familias apenas tienen para sobrevivir  malamente; se dediquen a explotar los sentimientos de las gentes sencillas, que no tienen el discernimiento preciso para poder descubrir todo el trasfondo de engaño, manipulación, adoctrinamiento y ataque a los principios morales y éticos, que se oculta, maliciosamente, bajo la simple apariencia de un simple programa de “entretenimiento”. Los españoles, los ciudadanos de a pie, los que nos limitamos a cumplir con nuestras obligaciones e intentamos sobrevivir en un mundo que parece que se ha vuelto loco ( convertidos en los sujetos pasivos de los errores de nuestros gobernantes); observamos inquietos y desmoralizados como, cada día, se nos da una vuelta de tuerca más para que tengamos que resignarnos a vivir peor; a pagar más impuestos; a apretarnos el cinturón; a convivir con nuevas costumbres, a las que no nos acostumbramos, pero que se han convertido en “derechos” para unos ciudadanos que han decidido dar la espalda a la razón, trastocar los principios de la naturaleza y constituir nuevos órdenes “familiares”, basados en la utilización desordenada y  antinatural de la sexualidad. Sin embargo, parece que nadie para mientes,  ni el Gobierno, ni las instituciones ni los políticos, ni, si me apuran, las izquierdas que no entienden de estos placebos; de la enorme contradicción y las tremenda injusticia que significa, para las personas que están en paro, el que, personajillos como estos a los que nos hemos estado refiriendo, estén cobrando cantidades astronómicas ( dicen que la señora Belén Esteban ha suscrito un contrato millonario con la Cinco por el que embolsará más de dos millones de euros) por aparecer en la pantalla a jugar a ver quien consigue ponerse en más evidencia, decir la barbaridad mayor o gritar, vociferar e insultar con mayor convicción y desparpajo.

Se habla de poner tasas a los bancos; se han bajado los sueldos a los funcionarios; se han congelado las pensiones a los jubilados; se han limitado las inversiones en Obra Pública etc.; no obstante, no parece que el plan de austeridad haga referencia a lo que cobran los productores de estos programas basura de la TV; nadie nos explica lo que nos cuestan, a los ciudadanos, hablando de nuestros impuestos, la financiación, los préstamos y las ayudas que reciben dichas cadenas ni los contratos multimillonarios que los personajes que las presentan (curiosamente, todos cortados por el mismo patrón en cuanto a sus orientaciones íntimas), perciben por poner nuestras creencias de cabeza a bajo y cargar las tintas en descalificar, ridiculizar, denostar y hacer chacota de todos aquellos usos y creencias, incluso las religiosas, que, sólo hace unos años, eran prioritarios en aquella España, tan añorada, en la que se respetaban determinados valores y costumbres; sin que unos simples payasos de las bandas anchas se dedicaran a amargarnos la existencia y a vivir del chollo a costa de nuestros bolsillos.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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