Pepiño de nuevo propone subir los impuestos. Para que sigamos con el estado del bienestar. Y para eso ello, los nuestros debieran ser homologables al resto de los países europeos, dices. Verdad será. Y si no, que lo desmientan UGT y CC OO, para eso están.
Sigo, Pepiño, con lo de los impuestos y aludo a Miguel, un inconmensurable sindicalista que, al referirse a los mismos, decía sobre los vecinos nórdicos europeos que si bien disfrutan al completo del trío de servicios que todos ansiamos (educación, sanidad y seguridad personal) pagan por ello un pastón; el 50% o incluso más de sus ingresos. Lo nuestro era jauja, pensábamos. Y no, porque irónicamente añadía que, pese a pagar tan gran cantidad aquéllos vivían muchísimo mejor que nosotros, los españoles. ¿Por qué? Porque lo importante no es pagar más o menos, sino lo que se puede conseguir con el saldo resultante. Y ponía como ejemplo: ganando 100 y cotizando 20, quedan 80. En cambio, si percibes 500 y satisfaces 300, el resto son 200. Así, parece evidente que es mejor lo segundo. Sí, Pepiño, y tú lo sabes. También tus compadres dirigentes y –al dictado de Bibiana– dirigentas del Gobierno (de España, lo repetís sin cesar, advertisteis el fallo). Pero os pitorreáis de nosotros haciéndonos pasar por gilipollos.
Ángel, que ha seguido impertérrito mi perorata, interviene: «De acuerdo contigo, incluido Bibiana, la dirigenta, digo como tú. Y no gobernanta, que sí existe, pero en otra profesión, no en la política. También aprueblo lo de 'gilipollos' para el masculino; así gilipollas para ellas, tienen derecho a su adjetivo».