Bien, señores, “ya tenemos amo” le dijo el mariscal francés y duque de Rívoli, Massena, a P.Augereau, duque de Castiglione, a su salida del consejo de guerra que celebró Napoleón con los generales del ejército italiano. Y “ya tenemos amo”, podemos repetir los españoles ante el panorama actual de nuestro país que, siento mucho tener que recordarlo, cada vez se está pareciendo más al que imperaba en la España de la II República, cuando se hizo con el poder el, tristemente célebre,, gobierno del Frente Popular. Parece ser que, lo que comenzó con un retorno a la democracia, gracias a los buenos oficios del señor Suárez y a las cesiones que la derecha española se avino a hacer para que, partidos de izquierdas, pudieran ser legalizados y entraran en el juego democrático; a pesar de las serias reticencias que determinados sectores de la sociedad, que no acababan de entender que, personajes como el señor Carrillo –más que sospechoso de haber tomado parte activa en los crímenes del Paracuellos del Jarama, pudieran regresar a España sin ser apresados y obligados a cumplir las condenas que los tribunales le impusieran para compensar a los familiares de los miles de ajusticiados, injustamente, procedentes de las sacas de la cárcel Modelo y otras cárceles de Madrid –; no ha sido bien entendido por aquellos a los que se les dio la oportunidad de gestionar sus ideas políticas en un régimen de respeto a las leyes, a la Constitución y al Estado de Derecho, siempre dentro de un orden y un respeto al derecho de cada persona a sus libertades individuales, a su libertad religiosa y a la libre expresión de sus pensamientos.
Sin embargo, así como se están desarrollando estas supuestas libertades por parte de algunos partidos políticos de la izquierda más radical; así como parece que entienden lo que es vivir en un régimen democrático y así como vienen comportándose unos grupos, cada vez más numerosos, más ruidosos y más intransigentes con las ideas, los derechos y la integridad física de aquellos cuyas opiniones están situadas a las antípodas de las suyas; es evidente que algo está pasando en nuestro país que se sale de los cauces constitucionales, que entra dentro de lo que se pudiera considerar al más absoluto totalitarismo y que amenaza con que, esta convivencia, esta apuesta por olvidarnos de los horrores de la guerra civil y este deseo, por el que todos apostamos, de acabar con los revanchismos de uno y otro bando, heredados de los que contendieron en aquella época, en la que España quedó dividida entre rojos y nacionales; acabe por estallar hecha añicos, cuando la paciencia de los ciudadanos acabe por dar paso a la repuesta de aquellos que se han cansado de soportar que, sobre ellos, pese la injusticia, la opresión, la injuria y el despotismo de aquellos que pretenden hacerse los dueños de España, con el sólo objeto de convertirla en el campo de experimentos de esta filosofía barata y exclusiva que se ha venido a llamar “relativismo”. Al parecer, hay en las izquierdas el convencimiento de que sólo son ellos los que están en posesión de la verdad, que tienen derecho a imponernos a casquete quitado, su estilo de entender la vida, sus pautas de comportamiento, su moral y su forma de concebir la sociedad, dividida en dos castas: los que están con ellos y aquellos que no y que, por ello, deben ser eliminados y ninguneados para que los dejen en libertad de actuar a su antojo.
A medida que el Gobierno del señor ZP está perdiendo fuelle, a cada paso hacia atrás de nuestro Ejecutivo y cuando se vislumbra un horizonte de un cambio de gobierno, de renovación de la sociedad y de una vuelta atrás en todo lo que han sido imposiciones, mangoneos, errores, cacicadas, abusos, leyes absurdas y corrupciones generalizadas a cargo de quienes nos han venido gobernando; da la sensación de que, aquellos sectores más radicales y resabiados; aquellos que subsisten a base de subvenciones; los que defienden un tipo de sociedad basada en el materialismo y el egoísmo de los sentidos; cada vez se van inclinando más hacia la perpetración de acciones más contundentes, más extremistas y, por qué no decirlo, más amenazantes, con el fin de impedir que aquellos que aman el orden, que creen en el respeto de los derechos ajenos y que esperan que todas las diferencias entre españoles se solventen por los cauces legales y siempre dentro del ordenamiento constitucional; puedan volver al poder.
Estos últimos días hemos tenido ocasión de comprobar como, impunemente y con la abstención de los señores rectores de la Universidades, se ha impedido hablar a una política, la señora Rosa Diez; sin que parezca que el rector se molestara en tomar las medidas adecuadas para garantizar su derecho a expresarse y, mucho menos, para sancionar a los alborotadores. Tampoco parece demostrar mucho valor otro rector que ordenó cerrar una capilla situada en la universidad en la que rezaban los alumnos católicos para, según sus argumentos, garantizar que no ocurrieran altercados entra alumnos. Pero, donde ya se ha llegado al colmo del salvajismo incontrolado ha sido en el campus de Somosaguas, en la universidad Complutense de Madrid, donde un grupo de 50 a 70 alumnos, en el que parece que había más mujeres que hombres, invadieron la capilla, se mofaron de los símbolos religiosos, se desnudaron de cintura para arriba y leyeron una serie de manifiestos contra el Papa, los obispos y la fe cristiana. Se dice que algunas de las muchachas incluso simularon prácticas de lesbianismo. Y ante un hecho tan brutal, una actitud tan farisaica y un desvergüenza semejantes, ¿qué es lo que hizo el señor rector de la facultad?; pues mucho nos tememos que, con los antecedentes que se conocen del señor Berzosa, poco se pueda esperar de él en cuanto a castigar el comportamiento de los que participaron en el hecho, quienes, según parece, incluso grabaron las gamberradas que cometieron. El señor Berzosa es un “progre” bien conocido por su “permisividad”, rayana en incompetencia, que mucho nos tememos que viera con complacencia como sus alumnos atentaban contra la democracia y se comportaban como un hatajo de cafres ofendiendo a la Iglesia católica y a los millones de fieles que, atónitos, tenemos que contemplar, una vez y otra, como ni los fiscales, ni los jueces, ni la policía, ni los partidos políticos, sin excluir ninguno, hacen nada para impedir estos atentados contra las garantías constitucionales de los españoles, entre las cuales se contempla el de libertad de creencia religiosa.
¿Se imaginan ustedes que esto sucediera dentro de una mezquita musulmana? Seguro que esta sarta de descerebrados tendrían que haber salido por piernas, perseguidos por los adoradores de Ala con los cuchillos en ristre, dispuestos a dejar a más de uno castrado o rebanar algún clítoris de estas niñas bien, que se creen muy graciosas mostrándose desnudas en un templo y demostrando, con ello, el grado de degradación que hoy en día está afectando a un sector de nuestra juventud que, en lugar de estudiar y aprovechar la posibilidad de compensar al Estado y a los españoles, que pagamos impuestos para que puedan hacerlo, dedican su tiempo a imitar a las busconas y a degradar, ante el mundo, la imagen de esta pobre España en la que estamos condenados a vivir. Claro que ¿qué se puede esperar de un Gobierno donde, sus más “preclaras” ministras, se dedican a favorecer el aborto y a predicar la rebelión de las mujeres; estableciendo leyes draconianas con las que se pretende amordazar a los hombres y darles privilegios a las mujeres olvidándose del artículo 14 de la Constitución que, al parecer, según el concepto que tienen de lo que pueden hacer, están autorizadas a vulnerar, siguiendo la doctrina del, afortunadamente licenciado, señor Bermejo, por aquello de que “ las leyes se han de aplicar según convenga”. ¡Vae victis!
Miguel Massanet Bosch