La senadora alemana Prüfer-Storcks no dudó en colgarnos, a España, el San Benito
El historiado romano y procurador del emperador Antonino Pio (SigloII d.C.), Appiano, en su obra “Las guerras Mitidriáticas” incluyó esta sabia máxima: “La imprudencia suele preceder, casi siempre, a la calamidad”. Estos días, señores, hemos podido comprobar como personas inútiles, faltas de serenidad, precipitadas e imprudentes, no son patrimonio exclusivo de ninguna nación porque lo cierto es que las podemos encontrar en cualquier pueblo o nación, por muy civilizada que sea, por muy industrializada que presuma ser y por muy poderosa que resulte ser. En efecto, durante la pasada semana, hemos podido comprobar, en nuestras propias carnes, los efectos de unas declaraciones, evidentemente precipitadas, irreflexivas y temerarias, a cargo de una señora, la senadora alemana Prüfer-Storcks, responsable sanitaria de la ciudad alemana de Hamburgo; cuando, sin tener a su disposición los análisis imprescindibles para poderlo afirmar, no dudó en colgarnos, a España, el San Benito de que nuestros pepinos, los pepinos españoles, eran los causantes de una epidemia grave que había afectado a una serie de ciudadanos alemanes y de otras naciones..
El revuelo que se ha armado, en toda Europa, ante las manifestaciones de la alemana, ha puesto en la picota las exportaciones agrarias españolas que, no sólo han quedado afectadas por los pepinos que, por supuesto, han quedado vetados en varios países europeos; sino que, desgraciadamente, han extendido el efecto de rechazo a otros productos hortofrutícolas españoles que se han visto afectados, directamente, por el bloqueo a que han sido sometidos por los clientes europeos, que han paralizado todos los pedidos y devuelto las mercaderías que se les suministraban desde nuestra patria. A os cuatro días de la declaración de la senadora alemana, el Gobierno Federal, por boca de la ministra de Agricultura y Consumo, Ilse Aigner ( tomen nota las feministas), declaró lo siguiente: “El problema ha adquirido una dimensión europea” ¡Claro que la había adquirido!, ya que los infectados ascendían a 1.500( 400 de ellos con síntomas agudos) y estaban repartidos, aparte de todos los estados federales de Alemania, por distintas naciones como Dinamarca, Francia, Reino Unido, Suiza, Holanda y Austria. Curiosamente, y esto se lo callaron los alemanes, todos habían estado en el norte de Alemania y, en España, no había ni un solo afectado.
¿Se trataba, entonces de endosar a alguien el “marrón” y los que más cara de tontos teníamos éramos los españoles?, ¿esperaban ganar tiempo con imputar a nuestros calabacines el estar contagiados con el Ecoli? o ¿era una buena ocasión para favorecer a otros exportadores en perjuicio de los españoles? Verán, no tengo ninguna simpatía por el actual gobierno español, estoy en contra de casi todo lo que han hecho y lo que siguen haciendo y, es muy probable que, cuando se acabe este embrollo, les recrimine su tardanza en reaccionar; pero ahora, cuando nuestros agricultores, sin culpa alguna, en plena temporada de su producción y venta, a pesar de la meticulosidad con la que empaquetan y miman sus exportaciones; por culpa de una señora que, por lo visto, no tenía la preparación para el puesto que ocupaba; no actuó con la debida diligencia y no mantuvo la sangre fría para callarse, hasta asegurarse de dónde procedía la bacteria culpable de la epidemia; me identifico plenamente con nuestras autoridades, me siento indignado como español e irritado ante la frivolidad que la nación alemana ha demostrado, al tratar un tema que tantos perjuicios nos puede causar a nuestro sector agrícola, como algo baladí, probablemente de “endosarnos el muerto” de su falta de controles y pretender desviar la atención de sus propios mayoristas o cultivadores que, con toda probabilidad, han sido los verdaderos culpables de este desgraciado suceso.
Y es que, no estamos hablando de unos pocos millones de euros, no se trata de unas cantidades de mercaderías exiguas ni de un tema económico que pueda ser fácilmente resuelto, por nuestro Gobierno, con compensaciones a los que tuvieron las pérdidas. No, no señores, se trata de algo que afecta de forma flagrante a nuestro sentir patriótico, a nuestro honor como españoles y, permítanme decirlo, a nuestra sensibilidad y orgullo por nuestro campo y los productos que en él se recolectan, para ser enviados a todo el mundo, siendo recibidos siempre con todos los honores que se merecen. Se hablan de 70.000 empleos en riesgo; se estima que esta broma nos viene costando la friolera de 200 millones de euros a la semana y ello sin contar las repercusiones que pueda tener el boicot en nuestros melocotones y otros prontos agrícolas que solemos exportar.
Las pérdidas quedan incrementadas por la necesidad que han tenido los invernaderos de arrancar las plantas en plena producción lo que, como en el municipio del Egido ha obligado a tirar la producción tardía por falta de pedidos. Se calcula que esta crisis del pepino ha supuesto la pérdida de unos 230 millones de kilos a lo que se debe añadir el deterioro de la imagen del sector a nivel internacional. Una verdadera catástrofe en un año en el que, la magnífica producción, auguraba una buena temporada de la que los campesinos estaban tan necesitados, para poner coto al bache que venimos arrastrando a causa de la crisis. La ministra de Medio Ambiente y Medio Rural, doña Rosa Aguilar, ha calificado, justamente, de “injusta, indebida y sin pruebas” la situación y ha anunciado que se van a pedir de la UE las oportunas compensaciones para resarcir a España de los perjuicios que, este monumental error, nos ha causado a los españoles.
Por si el tema no fuera suficientemente grave, no encendiera la sangre de todo español bien nacido y no tuviera la suficiente enjundia para poner rojos de vergüenza a todos los técnicos, políticos y responsables del sector agrario de la UE; nos aparece un individuo graciosillo, uno de estos funcionarios que se las da de “enterado” y que gusta de hacer leña de los débiles, ¿hubiera dicho lo mismo si se tratara de hablar de Francia, Reino Unido o de Rusia?, un tal John Dalli, un sujeto que, por lo visto, está encantado de conocerse y que siempre ha tomado parte a favor de Alemania cuando este país nos critica. En lugar de permanecer callado y excusarnos de dar a conocer sus tendenciosas opiniones –puesto que ha sido uno de los que ha acusado a España, sin pruebas naturalmente, de ser la culpable de la infección del virus Ecoli en Alemania y demás países donde se ha extendido la epidemia – para, en lugar de condenar la postura alemana; acusar a las autoridades teutonas de ligereza e inoportunidad y abogar para que se resarza a España de los perjuicios que le han reportado las falsas acusaciones que se han vertido contra nuestros productos; ha bromeado sobre nuestro cabreo por las declaraciones de la consejera de Sanidad de Hamburgo. Un periodista le hizo la observación de que, la declaración de la consejera podría producir el hecho obvio de que, los consumidores, dejarían de consumir” a lo que, este impresentable personaje, respondió cínicamente: “es obvio que, en estos tiempos, las noticias corren muy rápido gracias a los medios” ¡Menudo elemento, como para fiarse de él!
Y uno se pregunta, a la vista de cómo se nos trata en Europa, del concepto que tienen de nosotros ( ya no hablemos de quienes nos gobiernan, que es tema aparte), de las veces que nos han puesto en el punto de mira y del poco caso que nos vienen haciendo, con y sin razón, ¿hemos sacado algún provecho de formar parte de esta Europa? que, por no tener, ni tiene Constitución,; que es un semillero de discordias entre los distintos países que la forman y que, de hecho, hay unos que llevan la batuta y el resto los cencerros, ¿ha valido la pena tanta movida? No lo sé. En todo caso, esa es mi opinión.
Miguel Massanet Bosch