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¿Debe España seguir manteniendo las guerras de Libia y Afganistán? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el junio 21, 2011 por admin6567
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Me van a permitir que dedique unas líneas a este dinosaurio del periodismo y “hermanísimo” del ministro de Educación, señor Iñaki Gabilondo, un fan incondicional del señor Rodríguez Zapatero y confidente de sus maldades políticas ( todos recordamos cuando, después de una entrevista preelectoral, le decía a Iñaki : “hora lo que conviene es mantener la tensión…” , refiriéndose a la necesidad de mantener a los ciudadanos en ascuas en contra del PP) Al parecer, este señor no acepta quedar condenado al ostracismo que, con tanto empeño se ha ganado y pretende seguir engañando a los españoles a mayor gloria de su ídolo ZP, valiéndose del procedimiento tan habitualmente utilizado por esta izquierda revanchista, a la que no le importa un pito acudir a la martingala de reescribir los hechos de modo que, al fin, parezca que los favorecen aún cuando, la realidad, se empeña en desmentirlo. La última “hazaña”, de este señor, ha sido incluir en su video blog “La voz de Iñaki” la siguiente idea: “Al PP se le recuerda por la bonanza del 96, nadie advierte que colocó y cebó la bomba que hizo estallar nuestro sistema económico”, ¡vamos que, para don Iñaki, la culpa de todo lo que nos viene ocurriendo no es de ZP ni del PSOE, sino del partido que no gobierna y al que, desde el Pacto del Tinell se le ha hecho el mayor vacío político que se le pueda haber hecho a cualquier otro partido político desde la Transición!

Vamos a ver si dejamos las cosas claras. Si la bomba a la que se refiere este don Quintín el Amargado,  es lo de la “burbuja inmobiliaria”, deberemos recordarle que desde el 2004 el PSOE ha asumido las funciones de gobierno y que, en estos momentos, lleva ya más de siete años en el poder. También le queremos refrescar la memoria a nuestro amigo, haciéndole notar que, el periodo en el que la burbuja inmobiliaria tuvo más impulso, donde los bancos intervinieron con mayor fuerza en impulsarla y donde el señor ZP y su partido presumieron más de lo bien que iba España bajo su gobierno; fue, precisamente, durante el período 2004 hasta finales del 2007, en el que se empezaron a notar los efectos del cansancio en la construcción, que fue seguido del efecto deletéreo de la caída de las sub prime en los EE.UU. Con ello queremos argumentar que si, como él dice, el PP colocó y cebó la “bomba”; de lo que no cabe la menor duda es de que, el gobierno de ZP, no hizo nada para desactivarla y la estuvo sosteniendo en las manos, con mucho mimo y complacencia, hasta que, cuando se quiso dar cuenta: “plufff”, le explotó en la cara, dejándolo grogui, sin que, desde entonces, el señor Zapatero haya salido del atontamiento que le produjo tal accidente.

Pero, hoy, es otro el tema del que quisiera hablar. Si el PSOE barajó a dos personajes para que compitieran para la elección de presidente del gobierno, el señor Rubalcaba y la señora Chacón, es que pensaba que cualquiera de los dos era válido para tal empresa. Lo que promete y se puede esperar del Rasputín de la formación socialista, A. Rubalcaba, ya se ha hablado con profusión y no es preciso insistir en ello, no obstante, en cuanto a la señora Carme Chacón, la ministra de Defensa, debiéramos hacer algunos comentarios y aquí sí que podemos referirnos a bombas de verdad, bombas que, curiosamente no se lanzan sobre sus objetivos porque, el Ejército español, no es un instituto armado, sino que, en virtud de los “buenos oficios” de doña Carme, se ha transformado en algo parecido a aquellos soldaditos de plomo a los que los niños de las posguerra solíamos jugar, haciéndolos formar y desfilar, pero sin que consiguiéramos que dispararan ni un solo tiro. No hace muchos días, un señor americano que parece que tiene el mismo apellido que nuestra ministra, se quejó de que nuestros aviones se pasean por el cielo de Libia o por sus mares sin que, en ninguna ocasión haya abierto fuego contra las fuerzas del señor Gadafi. Por lo visto, nuestra ministra de Defensa piensa que basta con que nuestros aviones y buques de guerra se paseen por los cielos y mares “vigilando”, viendo como las armadas de otros países intervienen en operaciones de guerra, como si su misión fuera la de ser simples observadores del conflicto.

Ya sabemos que la misión de la señora Chacón ha sido desmantelar la antigua cúpula militar para sustituirla por otra que se doblegue a sus caprichos, uno de los cuales es convertir a nuestros soldados en meros cooperantes, dedicados a las llamadas “misiones de paz” y a aguardar a que sean los enemigos quienes sean los que les recuerden, con sus bombas y ataques, que no están precisamente en un paraíso de bienaventurados. Y hasta podríamos intentar reprimir la vergüenza que nos da el que el Ejército español sea considerado como un ejército pusilánime, que elude el combate, si esto sirviera para que ahorráramos en gasto militar, si con lo que dejáramos de invertir en cañones y balas lo dedicáramos a paliar el desempleo, a construir hospitales, a dar créditos a nuestras empresas o a reducir nuestra deuda externa, ésta que nos está poniendo al pie de los caballos de nuestros acreedores extranjeros. Pero no ocurre así, sino que las noticias que tenemos es que, en la guerra de Libia, a pesar de actuar de meros figurantes, ya llevamos gastados más de 40 millones de euros y que el permiso que ha concedido el Parlamento para seguir en ella supondrá un gasto extra de 14 millones más, cada mes.

Pero si, en Libia, no hemos tenido bajas, hasta ahora, y sólo nos debemos lamentar del coste excesivo de una participación que parece que no sirve de nada, si es que dejamos de considerar que se nos ha relegado a una segunda fila, al desposeernos de responsabilidades de mando; si nos queremos referir a otros frentes abiertos, como en el caso de Afganistán y Libano, no podemos decir que hayamos tenido la misma suerte. Primero fue la baja calidad del material militar que se usaba en aquella misión “de paz”, que no guerra, la que causó las primeras bajas mortales entre nuestros soldados; después algunos “accidentes” que no han sido bien investigados, como el ataque que sufrieron dos helicópteros de nuestras fuerzas armadas que, sin embargo, fueron calificados por nuestros gobernantes como meros hechos fortuitos y no, como parece ser que declararon los ocupantes del segundo helicóptero (que presenciaron los hechos), a causa de un ataque de los talibanes. Sabemos que las bajas de nuestros soldados ya rondan el centenar y todavía  la señora ministra no ha pronunciado, ni una sola vez, la palabra “guerra”, por aquello de que, los españoles, no lo relacionemos con aquella guerra, de la que tanto se han valido para desprestigiar al señor Aznar y al PP, en la cual no tuvimos ni una sola víctima por disparos adversarios, la de Irak

Según la señora Chacón, cuando se la ha interpelada en el Parlamento, no podemos abandonar Afganistán porque hay el compromiso de formar 305.000 agentes afganos. Sin embargo, se nos ocurre preguntar a quienes nos gobiernan el por qué, si tanto protestaron por la guerra de Irak, nos empeñamos en mantener un ejército en Afganistán, cuyo coste parece que ronda el millón de euros diarios, cuando a nuestros soldados no se les permite hacer operaciones ofensivas, atacar las bases enemigas y limpiar de guerrillas los alrededores de sus campamentos y, por contra, se les expone a que los enemigos, en plenas acciones de guerra, los vayan diezmando poniéndoles trampas mortales contra las cuales, la evidencia lo demuestra, no valen ni los últimos vehículos blindados de los que han sido dotados. La pregunta, después de las últimas cuatro víctimas de los talibanes, ¿vale la pena continuar poniendo  en peligro a nuestros soldados si, de verdad, no estamos en guerra?, yo creo que no. Claro que puedo estar equivocado.

 Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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