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El señor Vicente Aranda y su peculiar visión de la derecha (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el agosto 23, 2011 por admin6567
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La escritora inglesa Mary Ann Evans, una mujer que adoptó el racionalismo intelectual debido a su conocida afición por Espinoza y Fauerbach, publicaba sus obras bajo el seudónimo masculino “ George Eliot” debido a que, en aquella época victoriana, a las autoras femeninas no se las tomaban muy en serio: Sin embargo, era una gran conocedora de la vida rural inglesa y publicó, en 1859 una novela costumbrista  de la vida provinciana británica de su época, “Adam Bedé”; en la que se refería a la vanidad masculina con las siguientes palabras: “Era él como un gallo,  que creía que el sol se había levantado para oírlo cantar”. En realidad, a estos de la izquierda, estos que han sabido desenvolverse en la vida, aparentando una gran sensibilidad social pero, sin renunciar a la riqueza, la buena vida, las grandes pitanzas –y, sin duda alguna, a la satisfacción que a sus egos les proporciona estar rodeados de personas que los colman de alabanzas y los elevan a la categoría de genios, con tal de poder vivir como sabandijas parasitarias de las migajas que sus bufonadas les permiten recoger – su petulancia los pierde. Ya se ensañaron con los intelectuales que tuvieron notoriedad en el régimen del general Franco, al no querer reconocer sus méritos artísticos, intelectuales o profesionales; quedándose anclados en cuatro o cinco figuras de la pre guerra civil, basándose sólo en que pertenecían a aquella llamada “intelectualidad de izquierdas”, que se supieron mantener en el candelero gracias a no quererse enterar de lo que sus compañeros de la FAI y la CNT, con sus famosas “Patrullas de Control” en Catalunya o las no menos conocidas “Brigadas del Amanecer” en Madrid, se dedicaban a hacer fusilando, robando y torturando a los fascistas, militares rebeldes, republicanos de derechas, católicos y curas.

Hete aquí un personaje, uno de estos que, “modestamente” se atribuye la calidad de intelectual, un director de cine que continúa pensando que, sólo en la izquierda, hay personas preparadas, valores intelectuales, grandes artistas o buenos literatos; en un ejercicio inquisitorial mediante el cual han decidido que, por el mero hecho de ser de derechas, ya se supone que se trata de analfabetos culturales. Vamos a ver si logramos entender a este fatuo catalán que suponemos que, además, será separatista, este tal Vicente Aranda, un director de cine – un señor que no le ha hecho ascos al cine erótico y a la transexualidad, evidentemente temas que requieren mucha “preparación intelectual” ­– que seguramente compartió ideas comunistas con Vázquez Montalbán, llevando a la pantalla algunas de sus novelas policíacas de fondo político. Sin duda, son de los que han bebido de las subvenciones con las que el PSOE se muestra tan generoso gracias a la magnanimidad de la ministra Gonzáles-Sinde, por aquello de tratarse de sus colegas. No sé la habilidad como director de este señor porque, de sus películas (parece que se queja de esto), no he visto ninguna; por lo tanto no emitiré juicio alguno.

No obstante, que este señor se atreva a juzgar el gusto cinéfilo de media España, se atribuya la capacidad para poner en cuestión las causas de la falta endémica de los españoles ( de derechas y de izquierdas, señor Aranda) a asistir masivamente a ver películas españolas ( actuales, por supuesto) afirmando que, “la derecha española se niega a ver cine español” como si ello se debiera a una suerte de epidemia o una generalización del “mal gusto” de un determinado sector político español, compensado, seguramente, por “ el buen gusto” de la llamada progresía o la élite de la farándula o de esta “exquisita” intelectualidad que atribuye, con tanta frivolidad, a un grupo de sujetos de la izquierda que se vienen considerando como la “crème de la crème”, entre los que suponemos incluirá a Juan Diego, a su hijo, a Victor  Manuel o a su esposa Ana Belén, o a estos  actorzuelos que chupan de influencias para ser contratadas en estas infumables series de maricas, cameos, irreverencias, insultos y procacidades contra la Iglesia católica; que constituyen el nivel “intelectual” mayor de nuestras televisiones y cines.

Lo que ocurre con estas subvenciones que usted reclama, señor Aranda, no sabemos si porque no se las han dado a usted; es que no las viene escatimando la señora ministra de Cultura (otra que tal) quien, a pesar de los recortes que debería hacer el Gobierno, no parece que haya desistido de irles suministrando millones de euros, como ha ocurrido últimamente, cuando ha repartido entre ustedes otros 6 millones. Porque no es posible que usted pueda pensar que, todos los millones de euros que les han facilitado para subvencionar películas con argumentos bélicos basados en la Guerra Civil –verdaderos panfletos de la más absurda manipulación histórica (seguramente inspirados en estos seudo historiadores de la famosa Memoria Histórica como el señor Muñón de Lara o el inconmensurable Preston, maestros de la tergiversación y la mentira histórica) – puedan estar en manera alguna justificados, si es que no se contemplan como, una más, de las argucias de los socialista para adoctrinamiento de ignorantes o para compensar a los cineastas por ser unos de los pocos valedores que les quedan.

No confunda, señor Aranda, la capacidad intelectual de las personas, con el rencor y odio acumulado por las izquierdas, al haber tenido el “honor” de haber sido los que han conseguido esparcir la pobreza por todos los países en los que han pretendido aplicar sus teorías filocomunista y anti capitalistas. No crea que la libertad o libertinaje que ustedes pretenden presentar como un derecho de los ciudadanos, cuando se eleva por encima de los derechos de los que no comulgan con ustedes, es un signo válido de superioridad intelectual; no piensen que, por fomentar en sus películas la homosexualidad o el lesbianismo, están ustedes ayudando a construir una sociedad más limpia; no se imagine que, lo que usted llama cultura, queda reducida a leer unos libros o aprenderse un guión de una película. Es evidente que usted desconoce el valor y la capacidad de un buen industrial, capaz de crear puestos de trabajo y enriquecer el país; es obvio que usted desprecia los cientos de profesiones desempeñadas por profesionales perfectamente capacitados y con un excelente bagaje cultural; es indiscutible que, para usted, los únicos que son importantes en España y que nos prestigian en el exterior son ustedes, no la Telefónica o Repsol o Alberdis o tantos miles de empresarios que, a pesar de las dificultades de la crisis, de no poder acceder a créditos y de soportar una legislación laboral anticuada, siguen resistiendo y exportando, aunque sean de derechas.

Mire usted, señor Aranda, la gente no va al cine porque lo han convertido en algo repetitivo, absurdo, oscuro, tétrico, agobiante y obsceno. Cualquier comparación con las películas norteamericanas resulta ridícula. Tampoco es cierto, como usted afirma, que en España  no se puedan hacer películas de calidad por falta de dinero o porque los 47 millones de ciudadanos no sea una cifra suficiente para poder llenar las salas de cine. Esto es una invención suya, poco convincente, sin que tenga usted estudio alguno que lo avale. Sólo es necesario buscar buenos actores, temas interesantes que cambien el chip de los argumentos basados en la Guerra Civil, los cameos, la miseria, las desgracias o las consecuencias de la dictadura del general Franco. Las derechas y las izquierdas están saturadas del género, de los inventos históricos y de su empeño en denigrar a todos los que no sean de su misma condición. En fin, señor Aranda, son ustedes los de izquierdas quienes sobran en esta nación. O esto es, al menos, lo que opino yo.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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