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España compensa la mediocridad con la fama (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 23, 2011 por admin6567
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Seguramente, en tiempos de bonanza económica, sería menos escandaloso que existieran personas capaces de vivir sin dar un palo al agua

 “Sé mediocre y rastrero y llegarás a todo” (Beaumarchais). Esta frase queda expresada en la obra del autor francés de “Las bodas de Fígaro” y, seguramente, podrían aplicarse a una gran parte de este sector de la sociedad española que, por las circunstancias que fueren, ha conseguido este bien, tan preciado y valorado por la mayoría de la ciudadanía, que se conoce como “ la fama”. En otras épocas de la historia también existían personas que se ganaban la vida haciendo de bufones, como fue el caso de Triboulett, bufón del rey francés Francisco I o Jeffery Hudson, el último bufón de la corte inglesa. Sin embargo, estos bufones “tontos”, como se los definía, en líneas generales eran mucho más listos e ingeniosos que aquellos que se los tomaban a broma y los despreciaban. Hoy en día, sin embargo, esta fama se les viene concediendo a personas mediocres, zafias, disolutas y encuadradas en el sector de los advenedizos, incultos y aprovechados, por una sociedad adocenada, poco cultivada, morbosa y monitorizada por políticos interesados en fomentar el embrutecimiento del pueblo, en lugar de elevar su nivel cultural y ético.

Seguramente, en tiempos de bonanza económica, sería menos escandaloso que existieran personas capaces de vivir sin dar un palo al agua; pero, señores, nos encontramos en una situación grave, en unos momentos en los que el desempleo ha desbordado los límites permitidos y mucha gente se ve obligada a estrecharse el cinturón, renunciar a muchas de sus necesidades y someterse a la servidumbre de tener que administrar con cuidado sus bienes para conseguir sobrevivir. Así las cosas, resulta una indecencia que, quienes son jaleados por los medios de comunicación, cobran suculentos emolumentos y se muestran, a los perplejos espectadores, como ejemplos a seguir, cuando la realidad , lo que se encuentra escarbando debajo de la epidermis y lo que los ha elevado a los altares de la fama, en la mayoría de casos, no ha sido otra cosa que el escándalo, la vida disipada, las bodas y los divorcios sonados con personajes de la jet o las amistades, enchufes y concomitancias con estos personajes que pululan por las TV’s, de incierta sexualidad, descaro, falta de escrúpulos y evidente temeridad, que se atreven a vulnerar las más elementales normas sociales, para llenar sus infumables programas con los detritus de la más soez, hortera, indecente, palurda, antiestética y denigrante inmundicia intelectual, ética y moral..

Es sabido que, la endogamia y el clientelismo, donde con más fuerza están instalados es en este gremio de la farándula, este que tanto presume de su solidaridad con los necesitados, tanto critican al capitalismo y odian a muerte a aquellos que dudan de sus cualidades artísticas, que no les ríen las gracias o atentan contra su inconmensurable ego; aquel que les hace situarse en un mundo superior al resto de los mortales aunque, no siempre, su egocentrismo, coincida con su verdadera dimensión intelectual. No nos extraña que la gran Teresa Campos haya enchufado donde ha podido a su hija Terelu, una muchacha que no ha aportado a las TV’s en las que ha estado, gracias al apoyo de su madre, más que la mediocridad discreta de una persona normal. Sin embargo esta joven, de 46 años, parece que no se ha dado cuenta de que su figura ya no es apta para competir con las grandes musas de Inteviu y ha querido, a pesar de tener unos kilos de más y la piel de piel de naranja propia de la madurez, aparecer en paños menores en la portada de dicho semanario, para dar el cante y hacer el ridículo. Claro que esto le debe de haber representado un suculento fajo de billetes, Pero,¿de verdad la ha compensado?

Los casos similares los podríamos enumerar a cientos pero, por su reciedumbre, por lo escandaloso del caso y por ser paradigmático de esta vergüenza nacional, constituida por estos ejemplares humanos que, gracias a sus padres o parientes o a explotar cuerpos generosos en curvas a precio de oro; han conseguido vivir del cuento y hacerse ricos a costa del famoso cuarto poder, dispuesto a explotar las debilidades humanas y conseguir audiencia, no tiene inconveniente en prestarse a los más viles mangoneos, promocionar los espectáculos más bochornosos ( como muestra el de La Noria con la entrevista a la madre del Cuco) e incurrir en las más detestables injurias y calumnias contra personas que les reprochan sus  dislates y bochornosos programas. Desde la Belén Esteban hasta todo la caterva de seudo–periodistas y lameculos que acompañan a la señora Campos, para reírle rastreramente sus gracias; existe todo un mundo que se ha convertido en un escaparate de lo que se podrían definir como costumbres licenciosas que, por curioso que pudiera parecer, es lo que alimenta los más bajos instintos de muchos espectadores que, viendo estos denigrantes espectáculos en los que se insulta, se descalifica, se humilla o se exaltan los vicios más abyectos, parece que ven colmadas sus necesidades vitales.

No referimos al caso de este personaje, este joven sin oficio ni beneficio que, seguramente, influido por la serie de acontecimientos familiares por los que ha tenido que pasar, en los que su madre, la señora Pantoja, no ha dado precisamente un buen ejemplo de lo que debe ser llevar una vida ordenada; en lugar de aprovechar las posibilidades de estudiar, hacerse un hombre de provecho y ganarse la vida con el sudor de su frente; fuere por la condescendencia de una madre que ha tenido que ausentarse de casa por los compromisos profesionales, por la falta de unos azotes en el trasero a su debido tiempo o por pensar que, con el dinero que va a heredar de su madre, podrá vivir sin dar golpe; el caso es que, después de una vida disoluta ( recuerdo la escena en un balcón de Sevilla con una moza, mientras la procesión pasaba por debajo); y no contento con la juergas y demás obscenidades que han marcado su juventud, acaba por dejar embarazada a una joven, No sabemos si, por su inconsciencia o porque, de pronto ha sentado la cabeza, el Paquirrín, ahora Francisco Rivera, se ha decidido a casarse con la víctima, lo que, cosas de los tiempos, en lugar de irritar a su madre, parece que la ha alegrado sobremanera, hasta el punto de que se ha convertido en una fan más de Francisco por la gran hazaña que ha realizado.

Hasta aquí cosas de familia. Pero no quieran ustedes ver lo que este suceso ha levantado entre todos los periodistas, masculinos y femeninos, de la prensa amarilla. Desde dos periodistas del programa Las Mañanas de la TV1, que se han deshecho en alabanzas del mozo augurando que “será un buen padre” , glosando a su madre, la Pantoja, diciendo que está eufórica por ser abuela; hasta las revistas del corazón, que han exaltado el hecho a toda página, no ha quedado medio que no se hiciera eco de la fornicación del muchacho. Claro que, hablando de este mismo programa, convendría que la TV1 explicase si lo de no hacer publicidad es algo que no va con ellos o si, el famoso libro de cocina que parece que han confeccionado, al alimón, la presentadora, Mary Lo Montero y Sergio Fernández (el verdadero autor de las recetas), es cosa aparte y, por ello, puede anunciarse libremente; con cuya publicidad han conseguido vender edición tras edición con los consiguiente beneficios Ya que los españoles somos los que financiamos tan costoso medio público, nos gustaría que alguien del medio nos diera una explicación de quién es que se embolsa los beneficios producido por la venta de tantos ejemplares. Al fin y al cabo somos los que pagamos el exorbitante déficit de la TV pública ¿o no?. En todo caso, esto es mi forma de ver esta cuestión.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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