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La perversión del concepto “democracia” en boca de las izquierdas (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el septiembre 26, 2012 por admin6567
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Thomas Macaulay, lord Macaulay, humanista, poeta e historiador británico del siglo XIX, hombre de exquisita educación y gran facilidad de palabra; de quien se cuenta la anécdota de que, siendo niño y yendo de paseo con su madre, se fijó en el humo que salía por las altas chimeneas de las fábricas, e intrigado le preguntó a su progenitora: «El humo que sale de esas chimeneas ¿procede de los fuegos del infierno?». En su obra Historia de Inglaterra dejo escrito el siguiente párrafo: «Los más viles ejemplares de la naturaleza humana se encuentran, en todas las épocas, entre los demagogos«. Nunca una frase vino más a cuento de lo que está sucediendo en esta España de nuestras entretelas, durante los últimos tiempos en los que, el triunfo de las derechas en los comicios del pasado mes de noviembre y el espectacular derrumbe del PSOE en la urnas, parece que vienen propiciando un cambio de estrategia entre aquellos que, con su particular interpretación de la democracia, entienden que sólo debe respetarse si les resulta favorable a sus particulares intereses.

Estos días hemos tenido ocasión de contemplar como grupos de descontentos, los del 15M o los del 25S, o cualesquiera de estos corpúsculos que han decidido trasladar su protesta a las calles –lo cual no tiene nada de particular si consiguen la autorización pertinente y desarrollan la protesta de forma pacífica y civilizada, respetando los derechos del resto de ciudadanos – están utilizando de manera repetitiva para justificar sus quejas en contra del Gobierno y los recortes que ha llevado a cabo, la excusa de que lo hacen para reclamar «la democracia» que, al parecer, a su criterio, no existe en España. Seguramente sean los sindicatos, sean los del señor Cayo Lara y el siempre descontento y antisistema, señor Llamazares o fueren los de este PSOE, que intenta levantar las masas para que salgan a la calle contra el legítimo Gobierno de la nación –sin querer recordar que, si nos encontramos, en España, en una situación límite, no se la debemos a nadie más que al señor Rodríguez Zapatero y toda aquella pléyade de ministros, como la señora Magdalena Álvarez que, citada para declarar en la Comisión de los Eres de Andalucía, tuvo la desfachatez de decir que no recordaba lo que había ocurrido con 12.000 millones de euros, ¡alegando que había manejado tanto dinero que ya no recordaba nada de ellos! Como si se tratara de unos pocos céntimos que a uno se le caen por un agujero en el bolsillo – consideran que el modelo de Estado que nos dimos los españoles mediante la Constitución del año 1978, el de una Monarquía constitucional, no tiene las características que deben concurrir en una democracia: «el gobierno del pueblo por el pueblo».

Es posible que, para estos eternos descontentos y agitadores de profesión, no sea tan importante que exista una consulta popular, a través de las urnas, para escoger a los legítimos representantes del pueblo; que sirva para que los elegidos por los ciudadanos se constituyan en un Gobierno, con su presidente y que existan unos órganos de representación popular, denominados Congreso y Senado, donde se congreguen los congresistas y senadores para deliberar y dictar leyes que luego han de servir para que, todos los españoles, se sientan seguros y respaldados por ellas. Para estos grupos, que alteran la paz de las poblaciones, que impiden el normal desenvolvimiento de la vida ciudadana y que utilizan la agresión, la intimidación, la coacción y la fuerza bruta, para imponer lo que ellos denominan «su democracia»; lo que han decidido cuarenta millones de ciudadanos a través de la elecciones legislativas, llevadas a cabo con todas las garantías que les proporciona la existencia de un Estado de Derecho; decaen ante lo que ellos entienden como ejercicio democrático que, curiosamente, difiere de unos grupos a otros y, en muchos casos, como ocurrió con aquella triste experiencia de la invasión de las calles por los del 15M, fue imposible que, entre ellos mismos, se consiguiera pergeñar una propuesta única que aunase todas sus peticiones. Según ellos, y esto vale para el caso de los separatistas catalanes, lo que decidan unas minorías que, en las mayoría de los casos no saben ni lo que quieren, arrastradas por los profesionales en crear situaciones de desorden y enfrentamientos con las fuerzas del orden; debiera prevalecer sobre lo que la inmensa mayoría de votantes ha decidido.

El que seis mil, diez mil, doscientos mil o un millón de manifestantes puedan pensar, querer o desear; puede ser un signo de una inquietud ciudadana, lo que piensa una minoría o lo que quisiera que sucediera un grupo más o menos numeroso, que se hace ver en la calle, que grita eslóganes, que porta pancartas y que, en la mayoría de casos, cuenta con pandillas de descerebrados cuya mayor aportación consiste en producir daños, romper escaparates, insultar y enfrentarse a la policía. En todos estos casos, existen políticos interesados que, como el señor Gaspar Llamazares, pretenden desvirtuar los hechos con sus acusaciones de «brutalidad», «actuación desproporcionada» contra unos «manifestantes ejemplares«. La realidad es que la izquierda tiene ensayadas unas tácticas de guerrillas, mediante las cuales primero provocan con gritos, lanzamientos de piedras ( 260 kilos de piedras ha dicho la Delegada del Gobierno en Madrid que se han recogido del lugar donde tuvo lugar el enfrentamiento con las fuerzas del orden) y objetos contundentes, para provocar las cargas de las fuerzas disuasorias para después lanzarse al suelo gritar y acusar, a quienes cumplen con su deber, de reprimir las alteraciones del orden mediante la fuerza, de comportarse brutalmente con » los pacíficos manifestantes». Somos demasiado viejos, hemos vivido demasiados sucesos parecidos y tenemos una experiencia tan larga, que el que unos niñatos, hijos de papá, o una banda de delincuentes comunes, nos quieran hacer comulgar con ruedas de molino nos irrita. Sólo unos inconscientes ignorantes pueden caer en semejante trampa.

Sin embargo, debemos denunciar una vez más, la propaganda gratuita que las cadenas televisivas, los periódicos de izquierdas y muchos «colaboradores voluntarios» que se dejan entrevistar para explicar, a su manera, lo sucedido con toda clase de detalles a cual más dramático. Por ejemplo, escuchamos en la TV1, en un programa prescindible de las mañanas, a una individua que negaba que se hubieran producido intentos de derribar las vallas y de invadir la parte guardada por las fuerzas del orden. Lo malo, para esta señora, fue que en varios telediarios se vio claramente los intentos de derribar vallas, de ataques a los policías y lanzamiento de objetos por los «pacíficos» manifestantes, hechos que, evidentemente, la desautorizaron. Es algo deleznable que, estos profesionales del caos y el alboroto, utilicen frases como «Esto es un secuestro contra la democracia»,contra los legítimos gobernantes, para reprocharles, precisamente, que estén gobernando en bien de la mayoría de los ciudadanos y en provecho de España; aunque ello implique que se nos pidan sacrificios sin los cuales no hay medio posible de salir de la situación a la que nos condujeron estos mismos señores que, entonces, se mostraron inactivos y no protestaron ni se manifestaron en contra del gobierno del PSOE, que fue el que negó la existencia de la crisis.

Y es que, señores, como recientemente comentó el ex canciller alemán Helmut Schmidt, que en 1.968 formó parte de gobierno de coalición alemán, hoy en día están de moda los «nacional egoísmos» de los que nos están dando abundantes muestras todos estos grupos de antipatriotas o, como ocurre en Catalunya, de independentistas acérrimos, que no dudan en poner en cuestión la estabilidad del gobierno de España y de sus propias autonomías con tal de ir avanzando en sus fines, sean estos de derribar al gobierno de la nación o sean de ir avanzando en sus propósitos separatistas. El que todas estas algaradas en el extranjero se vean como signos de la falta de estabilidad de la nación y jueguen en contra de la confianza que debe inspirar nuestra nación, para que los inversores se animen a traer sus capitales, no parece que les importe ni a los que causan estos denigrantes espectáculos ni a algunos partidos políticos que se regocijan cuando España va sufriendo contrariedades, ya que piensan que, cuanto peor estemos más beneficio van a tener en orden a conseguir sus espurios propósitos de hacerse amos de la situación. Lo que les ocurra a la mayoría de los españoles, que ven con preocupación el futuro de España, es algo que a todos estos profesionales de crear descontentos y disturbios, por mucho que apelen a la democracia y el bien del pueblo, les trae sin cuidado, puesto que ellos están al servicio de las fuerzas ocultas que se mueven detrás de los bastidores, que ocultan los grandes intereses que se mueven detrás de todos estos movimientos.

El desafío del señor Mas, materializado en el Parlamento catalán, nos da la medida de hasta donde están llegando los problemas que, cada día, van causando más mella en nuestra credibilidad. Mucho nos tememos que, la blandura con la que hasta ahora se ha tenido con los políticos catalanes; las concesiones que se les han venido haciendo y la falta de reacción por parte del Gobierno de Madrid ante los sucesivos incumplimiento de la Constitución, desacatos a las sentencias de los tribunales y los insultos a España, a nuestras instituciones y a nuestros símbolos; han llevado, sin duda alguna, a que hayamos llegado a esta situación límite, en la que nos enfrentamos a una grave amenaza de escisión. No creo decir nada nuevo si afirmamos que puede que nos encontremos ante una de las situaciones más comprometidas de toda nuestra democracia. O así es como veo, señores, el momento actual.

Miguel Massanet Bosch

0 comentarios en “La perversión del concepto “democracia” en boca de las izquierdas (por Miguel Massanet Bosch)”

  1. critmerma dice:
    enero 10, 2013 a las 11:29 pm

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