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¿Y si hubiera “pucherazo” en las elecciones catalanas del 25N? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 6, 2012 por admin6567
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Nadie puede negar que el señor Mas ha entrado en un juego, el del independentismo, harto peligroso y, evidentemente, en el que se puede dejar todo o parte de su crédito político ante los catalanes, a los que les ha prometido enfrentarse al Estado español para avanzar en el camino de la secesión de Catalunya de España. Un juego que nos tiene preocupados a los españoles que residimos en esta comunidad que, además de catalanes, nos sentimos integrados, sin ninguna duda, en esta gran nación, ahora en horas bajas, que todos conocemos como España. Y lo cierto es que no dejamos de tener motivos para tener nuestras dudas respecto a como se va a desarrollar y qué consecuencias va a tener en un futuro inmediato, esta apuesta independentista a la que se viene aferrando el señor Mas, para ocultar la realidad de la situación económica, social y financiera de esta autonomía que no está pasando por el mejor momento de su historia.

Y es que, cuando uno escucha al presidente del gobierno catalán, señor Arturo Mas, mostrarse, cada día, más agresivo en sus alocuciones; esgrimiendo a voz en grito su disposición a alcanzar sus fines separatistas aunque, para ello, tenga que infringir la Constitución, las leyes y todo el ordenamiento jurídico español; no cabe la menor duda de que la cuestión empieza a tener visos de una provocación a la insurrección, incluso violenta, del pueblo catalán. En esta situación no es extraño que uno empiece a desconfiar de las artes de las que puedan valerse aquellos que no han tenido el menor reparo en decir que, si es preciso, van a enfrentarse a toda España y los recursos que le concede la Constitución de 1.978 para hacer frente a esta clase de peligros.

Lo cierto es que estamos ante uno comicios autonómicos, convocados a mitad de legislatura del señor Mas y su grupo CIU que, sin duda, han sido convocados porque, en la situación precaria en la que se encuentra esta comunidad, endeudada de 42.000 millones de euros, necesitada del apoyo del Estado para poder atender sus más perentorias necesidades y con un desempleo que va creciendo cada mes que transcurre; no le quedaba otro remedio que aceptar su incapacidad para evitar la banca rota o, como ha hecho, distraer a la ciudadanía emprendiendo una huida hacia delante con el manido recurso de que el resto de España expolia a Catalunya. Como esta razón no se puede sostener durante mucho tiempo, como ya se han encargado de desmentir eminentes técnicos de la FAES y otros organismos de la Hacienda Pública, había que avanzar un paso más que, en esta caso, ha consistido en soliviantar el sentimiento nacionalista, que está muy arraigado en el pueblo catalán, para arrastrarlo a esta aventura insensata de pedir la independencia de España.

Como es cierto que el mantener el ascua encendida no siempre resulta fácil, máxime cuando el tiempo y las informaciones que van llegando, desde Europa, ya han hecho tambalear aquella promesa primera que les hizo el señor Mas a los catalanes, de constituir una nueva nación europea que, según sus palabras sería, en un plis plas, la séptima potencia económica de la CE; el Gobern catalán se va viendo en la necesidad de ir rectificando sus primeros escarceos independentistas, hablando de que el famoso referéndum para "poder decidir", al que quieren dotar de facultades de las que, sin duda, carece, por no contar con la debida autorización del Parlamento español ni tiene la más mínima posibilidad de conseguirlo; se podría retrasar hasta 4 años o sea, según lo pintan, a finales del mandato del nuevo Parlamento catalán que se va a elegir el 25 de noviembre de este año, si es que CIU, como parece, llega a ganar las elecciones.

Y creo que aquí tenemos el nudo gordiano de todo este proyecto cuajado de desatinos, en el que nos ha metido CIU del que, por cierto, antes de pillarse los dedos, parece que ha decidido quedar a un lado el mismo señor Durán y Lleida que, por fin, se ha dado cuenta de que una persona, con una preparación media, quedaría ante el pueblo como un ignorante defendiendo que, Catalunya independizada, quedaría automáticamente integrada en la UE. Entonces es cuando, llegados a este punto de la cuestión y visto que el señor Rajoy parece empeñado en seguir hablando de diálogo, lo cual no puede suponer más que estar dispuesto a hacerles más concesiones a los separatistas para intentar taparles la boca; no es raro que los ciudadanos que no compartimos, en absoluto, las tesis de los separatistas, pero que estamos viviendo en la autonomía catalana, podamos pensar que, como sea que para que se cumplan las expectativas del señor Mas, no basta con que CIU gane las elecciones por una mayoría escasa lo que, ciertamente, significaría el aplazamiento sine die de su proyecto separatista, sino que necesita una victoria sonada, con un amplia mayoría lo que le permita no tener que depender de otros partidos por si, llegado el caso, pudiera retrasar ad aeternum, alegando problemas económicos o de otro tipo, el poner en práctica sus promesas.

Es obvio que, si se confirma lo que las encuestas predicen, ERC puede sacar una buena tajada en las próximas autonómicas y, es posible, que ICV también puedan obtener beneficio a costa del PSC, al que todas las previsiones auguran una fuerte caída en intención de voto; a CIU no le conviene que ERC salga fortalecida, porque sabe que si saca un buen resultado se va a convertir en su conciencia, sin que pierda ocasión para reclamarle que ponga de inmediato las medidas para conseguir la anunciada secesión del resto de españoles. Nadie, en estos momentos, después que desde el señor Van Rompuy y el mismo comisariado del Parlamento Europeo, le hayan hecho saber a Catalunya que quedaría fuera de Europa si se independizara, puede pensar que el señor Mas y su gobierno están madurando en profundizar en el tema independista y, lo más seguro es que, alegando razones de prioridades autonómicas, si ganaran holgadamente los comicios, no tuvieran ninguna urgencia en convocar el famoso referéndum para decidir por si mismos; algo que, definitivamente, les pondría en la tesitura de enfrentarse a sus propios correligionarios, para no quedarse en territorio de nadie y sin posibilidades algunas de valerse por si mismos.

Y uno se pregunta: ¿Si CIU precisa una victoria aplastante; si las esperanzas de obtenerla se van difuminando y si, como afirmó el señor Mas, están dispuestos a saltarse a la torera las leyes españolas para conseguir su fin; quien les puede impedir que pudieran pensar en un pucherazo electoral? Cuando el gobierno de una autonomía se niega a cumplir las sentencias del Supremo, del TSJC y del propio TC; si el President de la Generalitat, públicamente, no tiene inconveniente en decir que está dispuesto a incumplir las leyes que juró respetar, ¿por qué razón los ciudadanos de a pie tenemos que fiarnos de que, si ello contribuye a lograr sus fines separatistas, estos habituales incumplidores de las leyes no lo van a hacerlo una vez más? Ahora que, por otra parte, no vemos que ante un desafío a la ley tan escandaloso; una amenaza a la integridad de la nación y un desprecio tan evidente por todo los español, ningún tribunal español, ningún fiscal y ninguna de las instituciones a quienes la Constitución tiene encomendado velar por la unidad del país; haya hecho el menor gesto para intentar que se deje de hacer semejante proselitismo o tamaño atentado contra de nuestras leyes y el propio sistema jurídico. Sigo esperando que Rajoy salga de su ensueño y desespero porque no le veo capaz de hacerlo. O esta, señores, es mi opinión al respecto.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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