El escritor latino, de procedencia siria, que vivió en el siglo I a.C., Publio Siro, dejó escritas, en su obra Sententieae,
las siguientes palabras: "Gran necedad es el querer vengarse del vecino prendiendo fuego a su casa". Hoy no queda otro remedio que prestar nuestra atención a una de las demostraciones más ejemplares de hasta donde puede llegar la rastrera naturaleza humana, cuando se trata de intentar causar daño a quienes son objeto de la ojeriza, la antipatía o el sectarismo partidista de aquellos que son incapaces de aceptar una derrota, aunque ello pueda suponer ir en contra de toda una ciudad y de sus propios ciudadanos. En efecto, hete aquí la muestra de la más absurda arbitrariedad, de la evidente y torticera moral y de la mayor falta de respeto y apoyo por aquellos ciudadanos que debieran ser la máxima preocupación de los gobernantes de cualquier autonomía, fueran cuales fueran los colores políticos de los gobernantes locales y la clase de relaciones que el poder tuviera con ellos.
Se trata de la actuación de la Junta de Andalucía en todo este feo asunto de la huelga de basuras de Jerez – una huelga que han mantenido durante 20 días los empleados de basuras de la empresa concesionaria URBASER – que, debido a la demostrada animadversión y empecinamiento de quienes tenían la facultad de actuar para minimizar los efectos de la huelga, por otra parte legal; por tratarse la ciudad de Jerez de uno de los municipios gobernados por el PP, quisieron poner en un grave brete a la señora alcaldesa de la hermosa ciudad andaluza, cuando tuvieron la malicia de fijar unos servicios mínimos de recogida de basuras en un, a todas luces, insuficiente10%. Conviene resaltar que todo se debió a que la ciudad de Jerez, como tantas otras de toda España, a consecuencias de la crisis, estaba soportando una deuda de 1.000 millones de pesetas a la que, de alguna forma, la alcaldesa, doña Mª José García Pelayo, se veía obligada a hacer frente. Por ello decidió acudir a medidas de choque, como eran despedir a 260 trabajadores y reducir el 20% de los sueldos.
Como es natural que ocurriese, también se intentó acordar esta reducción en los costes de las empresas concesionarias que, conscientes de la gravedad del momento, aceptaron. No obstante, en una de ellas, URBASER, cuando el responsable les trasmitió a sus trabajadores la propuesta del Ayuntamiento, se negaron en redondo a aceptarla y decidieron ponerse en huelga. Sin duda, una falta de responsabilidad y una insensatez, ya que se trataba de una medida general que el resto de concesionarios y sus trabajadores habían asumido. Sin embargo, la huelga es un derecho reconocido en la Constitución que se debe respetar. Lo que ya no resulta tan entendible es que, cuando llegó el momento de fijar los servicios mínimos, la Junta aplicara, tratándose de un tipo de servicio que puede ser motivo de graves problemas de salubridad, un exiguo 10%. Es decir que, de las 274 toneladas diarias que se recogían en la ciudad de Jerez, sólo se retiraban 14.
La mala fe quedó patente cuando el Consistorio recurrió al Tribunal Superior de Andalucía, quien le dio la razón al demandante y se fijaron unos servicios mínimos del 50% (los mismos que se suelen fijar, por ejemplo, en el Metro de Barcelona). Esto tuvo lugar cuando ya habían transcurrido seis días de la huelga y las calles de Jerez acumulaban miles de toneladas de basuras amontonadas en los borde de las calles, con lo que ello comportaba en cuanto a malos olores, ratas, insectos y toda clase de molestias a las que se veían obligados a enfrentarse los sufridos ciudadanos de la urbe andaluza. Evidentemente que, aunque se retirara un 50% de las basuras de cada día, continuaba acumulándose el resto a los miles de toneladas que permanecían amontonadas en las calles de Jerez.
A todo esto, ante las denuncias de los ciudadanos y de las autoridades de la ciudad haciendo ver los peligros que, para la salud pública, representaban las 3000 toneladas de deshechos; el responsable de Salud Pública de Cádiz, señor Andrés Rabadán, supuestamente aleccionado desde la Junta de Andalucía, se negaba a admitir que existiera peligro de epidemia o de contagio, con una rotunda afirmación: "a fecha de hoy no hay riesgo inmediato para la salud" ¿Es posible que para este señor la proliferación roedores atraídos por las basuras fuera algo normal? , ¿Será que, para este señor, tan despreocupado por la salud de los ciudadanos, la posibilidad de que una de estas ratas mordiera a un niño o a cualquier ciudadano era algo intrascendente? ¿Acaso desconocía la serie de plagas que en la Historia han desarrollado estos animales? Un caso de evidente negligencia que debiera haber hecho que se le destituyera de su puesto por quien tuviera competencia para hacerlo.
Lo que sucede es que, cuando una situación se prolonga demasiado en el tiempo, la paciencia de los vecinos se convierte en paroxismo y las posibilidades de que los promotores de conflictos, que existen en todas partes, y aquellos que están dispuestos a crear el caos en las calles –vayan ustedes a saber si inducidos o pagados por quienes tuvieran interés en desacreditar a los inquilinos del PP en el Consistorio –, fuere cual fuere el detonante, se comenzaron a detectar incendios de contenedores que, pronto, se convirtieron en una plaga que obligó a los bomberos a multiplicarse para extinguirlos y evitar que, el fuego, pudiera extenderse a las viviendas colindantes lo que, sin duda, hubiera representado una verdadera catástrofe para los jerezanos.
¿A quién, señores, se le pueden atribuir el ser los causantes de que, en Jerez, la huelga de las basuras llegase a tan extremos peligros? Por supuesto que a los huelguistas no, ya que no se ha demostrado que fueran ellos los incendiarios; menos a las fuerzas del orden que bastante tuvieron con ir de un lugar a otro para proteger a los bomberos. Es obvio que quienes habían decretado unos servicios mínimos, a todas luces, inapropiados para evitar que la ciudad se convirtiera en un estercolero, con todos los peligros inherentes, eran los señores de la Junta de Andalucía. El que una decisión administrativa comporte la creación de una situación que está abocada a causar reacciones extremas por parte de los perjudicados, que contemplan indignados que pasa día tras día sin que se tomen medidas para evitar que las calles se conviertan en nauseabundos montones de basuras, sin duda debiera de comportar la incoación de expedientes administrativos para depurar responsabilidades.
Lo que ocurre en este país, y en Andalucía parece que no se desmiente, es que cuando se llega a un determinado nivel (vean lo que sucede con el caso de los ERE's fraudulentos) de la escala de mando, todo se detiene y parece que no hay nadie que se atreva a pedirles responsabilidades a aquellos que, al fin y al cabo, son los máximos responsables y los que debieran asumir las consecuencias de las posibles infracciones o errores cometidos por sus subordinados. ¿Qué ha dicho el señor Griñán al respecto? ¿Alguien le ha oído excusarse o pedir responsabilidades a los miembros de su equipo por lo sucedido en Jerez? ¡De ninguna manera, porque el señor Griñán, lo mismo que su antecesor el señor Manolo Chaves y su peculiar y bien colocada familia, son verdaderos expertos en escurrir el bulto cuando se trata de responder por sus actos! Así es, señores, como veo yo esta rocambolesca historia de basuras e irresponsables.
Miguel Massanet Bosch