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Hemos remado en el sentido equivocado. ¿Y ahora qué? (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el enero 6, 2013 por admin6567
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"La ciencia no sirve apenas nada más que para darnos una idea de la amplitud de nuestra ignorancia"

 

Huges Félicité Robert de Lamennais (1782-1854), filósofo católico y teólogo francés de quien el anarquista Mijaíl Bakunin dijo, a manera de elogio: "Si hubiera vivido más, habría resultado siendo ateo", fue condenado por Gregorio XVI y declarado apóstata por haber escrito lamentando y criticando severamente el apoyo del Papa a la represión rusa de la rebelión polaca de 1.831. En su obra "Pages et pensées catholiques" se manifestó así sobre la ciencia: "La ciencia no sirve apenas nada más que para darnos una idea de la amplitud de nuestra ignorancia".

Lo cierto es, señores, que a los ciudadanos de a pie, entre los que me incluyo, nos cuesta, en ocasiones, perdonar a quienes se dan de ser más inteligentes, que presumen de su sabiduría y que, desde sus atalayas, situadas por encima del resto de los mortales, pretenden dirigir el Mundo, imponer sus reglas y someter naciones y pueblos a sus dictados, a veces severos y poco razonables, sin reparar que existen cuestiones que no se pueden improvisar, que no se someten a las leyes de la lógica y que, por supuesto, tienen tal cantidad de variables a tener en cuenta, que resulta prácticamente un milagro que se logre acertar de lleno, o lo que es lo mismo, que todo tipo de dogmatismo choca, habitualmente, con los dictados de la realidad polimorfa, imprevista y, sin duda, sometida tanto a los fenómenos naturales, como a las especiales características de cada pueblo o, si me apuran, depende de simples casualidades, imposibles de tener previstas en el momento de hacer un determinado diagnóstico.

Y cuando, como parece que acaba de ocurrir con el FMI, la magnitud de la previsión, la enormidad del error y las consecuencias que, para un conjunto de naciones, han tenido unas previsiones "científicas" sobre las que han venido pivotando las políticas financieras y económicas de las mismas, a las que se ha sometido, en virtud de los presagios agoreros de los "popes" de la economía, a una serie de recortes draconianos, a una fiscalidad exagerada, a la privación de muchos de sus logros personales, conseguidos a través de una vida de trabajo; a la pérdida de sus puestos de trabajo; a la disminución de su poder adquisitivo; al cierre de cientos de miles de empresas medianas y pequeñas y a un colapso social de magnitudes pocas veces vistas en toda la Historia de la Humanidad; no nos queda más remedio que preguntarnos ¿en manos de quién estamos, Dios mío?. ¿Son estos los que nos han de salvar? ¡Socorro!

Resulta, señores, que los oráculos, los grandes brahmanes, los sesudos técnicos y prebostes de esta entidad omnipresente y omnipotente, que conocemos como el Fondo Monetario Internacional , que fue el que recomendó a la UE que se aplicara una política de austeridad, de recortes generalizados; de disminuciones de salarios; de poda de pensiones y alargamiento de la edad de jubilación; de reducción de créditos y de tensar las políticas sociales; con la advertencia de que, si no se tomaban las medidas para reducir el gasto, tanto privado como público, de las naciones integrantes de la Comunidad Europea, los resultados serían la bancarrota no sólo para las naciones que estuvieran mas afectadas por su enorme deuda, sino para toda la propia UE.

Pues bien, pasados más de cinco años desde el inicio de esta crisis que nos viene azotando, nos tiene en vilo y nos ha llevado a ser la nación con más parados de toda Europa, nos aparecen los responsable de aquella maléfica institución para decirnos que se equivocaron, que sólo tuvieron en cuenta una parte de los factores que rigen la economía y que se dejaron en el tintero el hecho, hecho nefasto, de que no se puede ahogar la economía si se quiere que las naciones puedan progresar; que el suprimir los créditos a particulares y empresas sólo consigue llevar al colapso de la industria, el comercio, la agricultura y los servicios que dependen de la demanda para poder seguir funcionando y manteniendo el empleo. ¿Ustedes no se habían dado cuenta de ello, señores? Pero, si hasta un niño de siete años es capaz de entender que, si la gente no tiene trabajo, no puede generar riqueza y se siente asustada, pendiente de un futuro que se le anuncia negro, no va a gastar ni un euro más que el destinado a las necesidades más perentorias lo que, como es obvio, repercutirá en toda la economía del país. Añadan ustedes a todo ello, a unos empresarios que temen por sus empresas, que no consiguen créditos de los bancos, porque los bancos sólo están pendientes de salvarse a si mismos, a mantener los sueldos millonarios de sus directivos y a obtener ayudas de Europa y del Estado, para poder tapar los agujeros ocasionados en los balances de las entidades a causa de su frívola conducta comercial en los momentos en que, la Burbuja Inmobiliaria, era la panacea para todos los especuladores.

Pues sí señores. Ahora resulta que, a la propia Grecia, según el FMI, se la acosó demasiado, que lo que ha sucedido en Europa y que ya lo empiezan a notar hasta los alemanes, es que de tanto acogotar a cada nación, especialmente a las de la parte sur, las naciones que pensaron que saldrían favorecidas eliminando la competencia de los países malditos del sur (las llamadas cigarras de la parte pobre de la CE), con lo que creyeron poder anexionarse la parte de mercado que no pudieran cubrir ellas; lo que ha sucedido ha sido que se olvidaron que, hundiendo a España, Italia, Portugal etc. también han hundido sus propias exportaciones hacia estos países, que ahora son incapaces de mantener sus demandas, a causa de la recesión que los está afectando.

La señora Merkel , sin duda influida por la cercanía de las elecciones legislativas en Alemania, se ha dado cuenta de que ha apretado en demasía las tuercas con su política intransigente, que ha impedido al Parlamento Europeo llevar una política financiera y económica menos extrema, con más plazos para atender los problemas de cada nación y con una actividad más favorable, menos tiránica y más sensata del mismo BCE que, sin duda, hubiera podido dar al traste con muchas de las especulaciones que los agiotistas venían llevando a cabo mediante el control de las bolsas de valores, que tanto nos han perjudicado a los españoles y que han estado a punto de llevarnos a la más absoluta ruina. ¿Y ahora a quién se le van a pedir cuentas? ¡Al maestro armero, sin duda!

Una política fiscal que acogota a empresas y ciudadanos, sin que exista un contrapeso, tanto en el aspecto social como en lo relativo a dar facilidades de desarrollo a las empresas, premiar sus inversiones con reducciones fiscales y ayudándolas a obtener créditos a intereses razonables, que les permitan modernizarse y adecuarse a los precios que les ayuden a competir, sin desventaja, con la empresas extranjeras. Nada de esto se ha hecho y ahora, señores, resulta que se nos salen, los del FMI, con un mea culpa, un lloriqueo que ya no sirve para nada más que para poner rojos de vergüenza a todos aquellos jefes de gobierno que se dejaron engañar y contribuyeron, directamente, a que Europa cayera en la trampa de ahorcarse con la soga que ella misma se ha colocado alrededor del cuello. Lamentable, lamentable y posiblemente irreversible, porque el mal ya está hecho. O así es, señores, como valoro esta demostración de incompetencia del FMI, sin duda mal dirigido y peor gestionado.

Miguel Massanet Bosch

0 comentarios en “Hemos remado en el sentido equivocado. ¿Y ahora qué? (por Miguel Massanet Bosch)”

  1. マークバイジェイコブス dice:
    enero 7, 2013 a las 11:17 am

    Nice employment, it’s an excellent post. The advice is good to learn!

    Responder
  2. opciones digitales dice:
    enero 12, 2013 a las 10:35 am

    Todos los sentimientos que existen en la sociedad espanola son complicadas y tienen muchas preguntas sobre el futuro.
    No se sabe lo que va a pasar en el pais y en la sociedad.

    Responder

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