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La Corona mantiene su apego popular (por Juan José Toharia)

Publicada el enero 6, 2013 por admin6567
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  • El sentimiento monárquico apenas ha existido pero hay una deuda de gratitud por el papel del Rey en la transición a la democracia

José Juan Toharia (Publicado en El País, aquí)

Fuente: Metroscopia / EL PAÍS

Una de las preguntas que con más frecuencia me han formulado distintos
periodistas extranjeros a lo largo de los últimos seis meses ha sido: “¿Qué pasa
con el Rey?” ¿Hasta qué punto comparte nuestra ciudadanía esta sensación, al
parecer existente fuera de nuestras fronteras, de que “algo pasa” con el rey
Juan Carlos?

Con los datos de opinión —variados y múltiples— de que dispone Metroscopia
cabe articular una respuesta a este interrogante. A grandes rasgos, y con los
inevitables pero controlados márgenes de error inherentes a todo dato
demoscópico, el sentir ciudadano actual sobre la Monarquía, la Corona y la
concreta figura del Rey puede así quedar resumido del siguiente modo.

¿Dilema Monarquía/República? Este es, en realidad, un dilema
ficticio pues plantea algo que no ocupa lugar alguno en la agenda de cuestiones
concretas que ahora preocupan a los españoles. Pero si a modo de ejercicio de
simulación, y en términos puramente hipotéticos y de principio, se les invita a
escoger entre una Monarquía parlamentaria como la actualmente existente, o una
República como, por ejemplo, la de nuestra vecina Francia, la mayoría sigue
optando hoy por la primera (53% frente a 37%). Es cierto que hace 16 años, en
1996, estas cifras eran, respectivamente, 66% y 13%: es decir, el saldo
favorable a la Monarquía era entonces de 53 puntos, frente a los 16 actuales. En
este cambio de tendencia la fecha clave es 2010, momento en que adquiere amplia
difusión y repercusión mediática el caso Urdangarin.

El caso Urdangarin afectó a la imagen de los españoles
sobre la Corona

¿Estamos ante una caída en picado del sentimiento monárquico en nuestra
sociedad? Sería exagerado afirmarlo. Por un lado, porque dicho sentimiento
apenas ha existido. España ha sido desde 1978 una Monarquía parlamentaria sin
apenas monárquicos declarados, aunque sí con una amplia base de juancarlistas.
Ha sido la forma en que el Rey ha ejercido sus funciones lo que ha conferido
legitimidad social a la Monarquía, y no al revés. Como escribiera hace algún
tiempo Miguel Ángel Aguilar, estamos ante el caso de un rey que se ha ganado su
corona: la prueba es que todavía hoy, 37 años después de su proclamación como
Rey, el 78% de los españoles piensa que sin la presencia y actuación de Don Juan
Carlos la transición a la democracia no hubiese sido posible. Es esta una deuda
de gratitud que el tiempo no logra difuminar y que —significativamente— expresan
incluso los más jóvenes. Pero esto no impide que, por otro lado, se tienda cada
vez más a percibir a la institución monárquica como algo esencialmente
anacrónico (aunque no por ello forzosamente disfuncional o inútil): su carácter
mismo de magistratura hereditaria va frontalmente a contrapelo de los valores
(igualitarismo, mérito personal, logro individual) que caracterizan a una
sociedad democrática avanzada —como es ya la española—. Es una institución que
(salvo que se asiente en una tradición ininterrumpida y multisecular, como
ocurre por ejemplo en Gran Bretaña) ha de justificar su pervivencia con la
eficacia de su ejercicio y con el carisma personal de quien la encarne, que es
sin duda lo que ha ocurrido en España en estos últimos decenios. Pero si la
institución, por unas u otras razones, empieza a ser percibida como socialmente
problemática (y no solo como solventadora de problemas), su arraigo y prestigio
social corren el riesgo de deteriorarse. Que es, sin duda también, lo que ha
ocurrido (probablemente no de forma irreversible) en España en estos últimos
meses: no cabe ignorar que de forma casi unánime (95%) los españoles piensan que
el caso Urdangarin ha afectado gravemente a la imagen pública de la Corona.

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EL
PAÍS

¿Un Rey bien evaluado por la ciudadanía? Sin lugar a dudas.
Ya en 1978 el rey Juan Carlos era la figura pública mejor considerada por la
ciudadanía, y pese a todo lo ocurrido en este año último, sigue siéndolo en la
actualidad. La distancia a su favor en el saldo de aprobación ciudadana, según
datos del Barómetro de Confianza Institucional publicado en estas páginas el
pasado 30 de diciembre, es de 75 puntos respecto del Gobierno, de 86 puntos
respecto del Parlamento y de 100 respecto de políticos y partidos políticos: una
distancia abrumadora. Por otro lado, el conjunto de su trayectoria en sus ya
casi cuatro decenios como Jefe del Estado merece de la ciudadanía una llamativa
puntuación media de 7.3. Es verdad que lo que se conoce como asunto Botsuana dio
lugar a una apreciable censura ciudadana que dañó la hasta entonces
invariablemente elevada imagen social del Rey. El 74% que en marzo de 2012
aprobaba la forma en que Don Juan Carlos desempeñaba sus funciones cayó
abruptamente, tras los acontecimientos de abril, a un 52%. Esta cifra, en este
pasado diciembre, había subido a un 58% en lo que parece una clara tendencia de
recuperación.

¿Qué se espera del Rey? Al respecto los españoles tienen
ideas muy claras: ante todo y sobre todo, que represente a España en el
exterior, como (según un 76%) ha venido haciendo. Es decir, que sea a la vez
enseña y primer embajador de nuestro país y principal valedor de la “marca
España”, con su apoyo en el exterior a las empresas españolas. Además, siete de
cada diez aprecian su papel de árbitro y moderador en las disputas
interpartidistas internas. Su imagen pública queda así configurada, a ojos de la
ciudadanía, como un activo nacional de importancia estratégica, de ahí, con toda
probabilidad, la posible hiperreactividad de nuestra sociedad ante cualquier
hecho o comportamiento de la propia Corona, o de su entorno, que pueda
comprometer aquella.

ampliar foto

EL
PAÍS

¿Tiene futuro la Corona? La respuesta, desde el pragmatismo
posibilista (o, si se prefiere, desde el “accidentalismo”) con que los españoles
enfocan la cuestión de la forma del Estado, es condicionada: en principio sí,
pero dependiendo de cómo sea desempeñada la institución por quien en cada
momento sea su titular. De cara al futuro más inmediato no parece haber lugar a
dudas: el 74% de los españoles cree que en estos momentos la Corona está
firmemente asentada en nuestro país y que la sucesión, en su día, de don Juan
Carlos por el príncipe Felipe se producirá con toda normalidad. Por otro lado,
el actual Príncipe de Asturias ha sabido transitar este tiempo especialmente
turbulento (para España y para la Casa Real) sin desgaste alguno en su imagen
pública. El 66% de los españoles aprueba la forma en que está desempeñando sus
funciones y el 79% considera que está ya preparado para desempeñar la jefatura
del Estado. En otras palabras, cuando llegue el momento, y a diferencia de su
padre, don Felipe no tendrá, de entrada, que preocuparse por ganarse la Corona
sino por contribuir, con su forma de ejercerla, a su asentamiento y
pervivencia.

José Juan Toharia, catedrático de Sociología, es presidente de
Metroscopia. Todos los datos citados en este texto proceden de sondeos de
opinión realizados por Metroscopia en noviembre y diciembre de 2012, así como de
los recogidos en Pulso de España 1 y Pulso de España 2 (Fundación
Ortega-Marañón/Biblioteca Nueva, 2011 y 2012, respectivamente).

0 comentarios en “La Corona mantiene su apego popular (por Juan José Toharia)”

  1. opciones digitales dice:
    enero 12, 2013 a las 10:26 am

    Parami el gobierno ideal para gobernar es uno que sabe como solucionar las problemas sociales en su pays, que la sociedad sea mas o menos equilibre. Que no tendrian diferencias entre los cuidadones.

    Responder

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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