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El huracán Bárcenas sacude al PP (por J.M. Romero y C.E. Cué)

Publicada el febrero 3, 2013 por admin6567
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  • La investigación judicial sobre el extesorero del partido, sus apuntes contables manuscritos y los 22 millones de Suiza se combinan con efectos devastadores
  • Las cuentas secretas de Bárcenas
  • Rajoy niega haber recibido dinero negro y publicará sus declaraciones
  • La auditoría interna rechaza pagos fuera de las cuentas oficiales  

José Manuel Romero / Carlos E. Cué Madrid (Publicado en El País, aquí)

foton

Los
secretos de Luis Bárcenas Gutiérrez,
manuscritos en
14 hojas de un cuaderno cuadriculado en el que registró durante 18 años como
gerente
y tesorero algunos episodios contables de la vida del partido, han
puesto en una situación dificilísima al PP, el partido que gobierna España y
tiene el poder de la mayoría de las autonomías y ayuntamientos en uno de los
momentos más delicados para el futuro del país.

Mariano Rajoy,
presidente del PP, y todos los dirigentes destacados que ha tenido el partido
desde 1990, cuando José
María Aznar
sucedió a Manuel Fraga al frente
de la formación, son ahora víctimas de los apuntes de Bárcenas, que han dejado
un reguero de sospechas —pagos ilegales, donaciones no permitidas por la norma
de financiación de partidos políticos, relaciones con empresarios imputados por
corrupción— sobre las distintas cúpulas del PP.

En privado, los dirigentes se defienden contra el hombre que controlaba sus
cuentas: “Bárcenas es un impostor que ha robado al partido durante todo este
tiempo”. En público, prefieren poner en duda la contabilidad paralela del
extesorero, atacar
a EL PAÍS por publicar la información
y no lanzarse directamente contra
Bárcenas, aún un hombre muy peligroso. De hecho, el propio Rajoy no dijo ayer ni
una mala palabra sobre él.

más información

  • DESCARGABLE Informe de la auditoría interna del PP
  • Las
    negaciones de Rajoy
  • Bárcenas
    reflejó en su contabilidad financiación ilegal del PP gallego

El presidente sabía desde hace tiempo que Bárcenas era una bomba de
relojería. Fue Rajoy quien lo ascendió al cargo de tesorero nacional en el
congreso que celebró el partido en junio de 2008. Para entonces llevaba 18 años
como gerente, conocía todos los mecanismos de financiación del partido, sabía el
nombre de los empresarios que ayudaban económicamente y a los que había que
ayudar, y la identidad de los dirigentes que tenían algún tipo de problema
resuelto por el partido, y los agujeros que había que tapar de manera discreta.
El
día que imputaron a Bárcenas
por corrupción en el sumario del caso Gürtel, Rajoy supo
que su tesorero era un peligro público para el partido. Si aquella bomba
explotaba, el proyecto que lideraba Rajoy podría sufrir daños irreparables,
porque Bárcenas guardaba secretos de alto riesgo.

La Justicia envolvió a Bárcenas en una tela de araña en la que lleva atrapado
casi cuatro años. Por culpa de unas siglas —“L.B.”— que se repetían en los
documentos de la caja B incautados a la trama empresarial corrupta de Francisco
Correa, el
entonces tesorero del PP vivía una pesadilla de la que no podía salir.

Pese a tener en el PP un sueldo a prueba de corrupciones —más de 200.000
euros al año— Bárcenas fue un hombre de negocios demasiado inquieto y eso, a la
postre, complicaría sus problemas con la justicia. Cuando los jueces empezaron a
investigar en las cuentas personales de Bárcenas, el caso Gürtel dejó
de ser el principal problema del tesorero.

Le descubrieron una operación extraña con un banco, al
que pidió 330.000 euros en billetes de 500 un día que devolvió dos semanas
después con el mismo sistema.
Cuando le preguntaron, Bárcenas contó que era
para comprar dos cuadros que vendería inmediatamente, en una oportunidad de
hacer dinero de manera rápida.

El mundo del arte le dio algunos sustos más. En plena investigación, la
policía descubrió otra operación bancaria sospechosa. En 2006, la
esposa de Bárcenas ingresó un buen día en una sucursal de Caja Madrid 500.000
euros en billetes de 500.
La Agencia Tributaria le abrió un expediente por
delito fiscal. Y el extesorero explicó una extraña operación comercial por la
que su mujer compró unos cuadros en 1987 que vendió en 2006 con un beneficio de
medio millón de euros. Nadie le creyó.

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En
su última comparecencia ante el juez Pablo Ruz,
del verano pasado, para dar
cuenta de esta operación, gritaba desconsolado: “¡Pero señoría, esto no tiene
nada que ver con Gürtel!”.

Fue el penúltimo escalón de su calvario. Cuando llegó la Navidad de 2012,
Bárcenas supo que ya estaba condenado. La Audiencia Nacional había recibido una
información relevante sobre las cuentas del extesorero en un banco suizo. Las
cifras iban a elevar la intensidad del escándalo hasta cotas insoportables. Bárcenas
llegó a acumular 22 millones de euros en esa cuenta.

El tictac de la bomba de relojería que Bárcenas transportaba desde que fue
imputado por el Supremo sonaba ya muy cerca de Génova 13, la sede nacional del
PP a la que fue un día de julio de 2009 el extesorero para sacar de allí nueve
cajas con documentación explosiva.

Todo empezó allí. Rajoy, que siempre tuvo buena relación con Bárcenas, ha
logrado instalar la imagen de que él es un hombre ajeno por completo a estos
asuntos, que no le preocupan, que está en otras cosas. Sin embargo, en estos
cuatro años, todos los que le conocen coinciden en que el presidente ha seguido
al detalle el caso, ha hablado en múltiples ocasiones con el extesorero, le ha
seguido la pista, ha intentado por todos los medios frenar la bomba que sabía
que era.

Tanto que ni siquiera le pidió nunca la dimisión, aunque sí dejaba a los
suyos que maniobraran para acorralarle. “Tú me nombraste, tú me puedes
destituir. Si he perdido tu confianza me voy, pero no quiero que nadie me envíe
señales de tu parte”, le llegó a decir Bárcenas a Rajoy en tono desafiante en
julio de 2009 en una reunión en su despacho. Rajoy le dijo que él no pensaba
pedirle su dimisión, que eso era un asunto personal.

El extesorero siempre logró, con esta actitud, un trato exquisito en el PP.
Le pagaron el abogado —hasta que EL PAÍS lo publicó y se lo dejaron de pagar— le
mantenían el coche oficial, le dejaron que usara un despacho,
permitieron
que su secretaria de siempre siguiera llamando en su nombre desde la calle
Génova… Todo con el objetivo de tratar de controlar a una bomba de relojería
que, según se temían, controlaba información muy delicada de los últimos 20 años
del PP. Y además conservaba muy buenos amigos en Génova 13.

Mucha gente en el PP sabía que la bomba Bárcenas podía volver. Por eso los
dirigentes sintieron escalofríos al conocer la noticia de los 22 millones en
Suiza y recordaron entonces el verano de 2011, cuando vieron a Bárcenas —que
seguía imputado en el caso Gürtel— soltando zarpazos como si se tratara
de un león acorralado. Durante aquellos meses, el extesorero se había
distanciado mucho del PP, aunque
seguía conservando el despacho en Génova y utilizaba a la secretaria, e
intentaba escapar del procedimiento judicial abierto contra él.

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Durante aquellos meses, Bárcenas contaba con desconsuelo cómo Federico Trillo
—el responsable del área jurídica del partido— había establecido una estrategia
errónea para defender a los acusados del PP en el caso Gürtel. El
extesorero se lamentaba del trato desigual que habían dado en su partido a los
distintos imputados. Bárcenas insinuaba que dar la espalda al hombre que
guardaba todos los secretos del partido, él mismo, era una temeridad. Y
aseguraba que los principales dirigentes de su partido llevaban años cobrando en
concepto de gastos de representación unas cantidades que la ley no amparaba. Él
lo sabía, decía, porque los pagaba y porque tenía documentación que lo
acreditaba.

En esos meses, Luis Bárcenas puso en circulación toda su rabia. En la cúpula,
donde siempre se seguían sus movimientos, y en especial en el despacho de Rajoy,
siempre atento a los pasos de su peor pesadilla, conocían esas acusaciones que
iba moviendo por Madrid el tesorero. Y empezaron a diseñar una estrategia por si
sacaba sus famosos papeles. “La
libretita esa con la que va amenazando Bárcenas por todo Madrid
es falsa, la
ha escrito él para tener una defensa, pero puede escribir lo que quiera, es
mentira, no ha habido sobresueldos”, decían entonces, y han recuperado ahora,
algunos dirigentes.

En público no se utiliza aún ese argumento, y el PP ha optado por no ir
contra Bárcenas sino contra los propios papeles, desautorizándolos. Aún sigue
habiendo temor a enfadar al extesorero. Pero en privado sí se apuesta
abiertamente por la tesis de que se los ha inventado. ¿Y por qué hay partidas
reales como la de Pío García Escudero? Porque ha hecho un invento muy elaborado,
señalan estos dirigentes. Aunque otros, sobre todo regionales, están muy
inquietos y señalan que no basta con desautorizar los papeles, hay que
explicarlos bien porque son un documento importante. Ni siquiera en privado
nadie dice creer que realmente Rajoy haya cobrado esos sobres, pero reclaman
explicaciones detalladas de los papeles.

Los que vieron entonces a Bárcenas, a pesar de todos sus problemas, aseguran
que estaba tranquilo. Que seguía viajando y viviendo a un altísimo nivel, como
siempre. Que contaba sus frecuentes hazañas deportivas en expediciones
carísimas. Y que constantemente realizaba viajes a Argentina de los que no daba
muchos detalles.

Bárcenas presumía entonces ante los suyos de que tenía controlado al juez
Antonio Pedreira. De hecho, el extesorero, un fanfarrón incapaz de admitir una
debilidad, siempre dijo a los suyos que si había dimitido como senador en 2010,
después de un año y medio de escándalo y tras la publicación completa del
sumario, no era por la presión del PP, como se decía, sino porque le interesaba
mucho que el asunto saliera del Tribunal Supremo, donde estaba precisamente por
su condición de senador, y volviera al juez Pedreira. “Él me levantará la
imputación”, presumía. Los que le escuchaban no le creían mucho porque siempre
vieron que incluso en los peores momentos él veía las cosas demasiado de color
de rosa.

Pero esa desimputación finalmente llegó. Pedreira decidió archivarla al no
encontrar indicios suficientes en la causa. Entonces Bárcenas calmó su ira,
aparcó sus insinuaciones y durante un tiempo pudo vivir en paz. Y de su
“libretita”, como la llamaban en el PP, no se supo nada más durante bastante
tiempo.

El PP ganó las elecciones generales por mayoría absoluta, y el extesorero, un
hombre acostumbrado a pertenecer a la cúpula del poder, a comer y cenar con
personas clave del mundo empresarial y político, confiaba en que con la llegada
de “los suyos” al poder, las cosas seguirían mejorando. Pero no sucedió.

A Bárcenas se le complicó su causa. El recurso de la fiscalía contra el
archivo decidido por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid prosperó en la
Audiencia Nacional y sobre Bárcenas volvió a precipitarse una investigación
judicial que escarbaba en sus secretos personales mejor guardados. Él se quejó,
incluso llegó a tener una tensa conversación con el juez delante de todas las
defensas y acusaciones. Denunció en una de sus declaraciones una conspiración
sectaria de todos los poderes del Estado para perseguirle injustamente. Esos
poderes del Estado y sus responsables saben de lo que es capaz Bárcenas, pero la
maquinaria de la Justicia no se puede detener.

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La cuenta suiza de Bárcenas fue como la ficha de dominó que cae derribando a
otras hasta acabar con todo lo que está en pie. El extesorero, ahora sí
acorralado por las pruebas, se defiende como puede: habla de otros socios en esa
cuenta suiza que en realidad es un fondo de inversiones de varios y en el
partido tiemblan solo de pensar que puede haber otros dirigentes en el negocio
de Bárcenas. Este defiende sus ahorros con una regularización fiscal que se
acoge a la medida más impopular del Gobierno de Rajoy, y el escándalo crece. El
ministro Cristóbal Montoro asegura que Bárcenas no se ha acogido a la amnistía y
sus abogados le desmienten.
El PSOE pide la dimisión de Montoro, mientras la
tensión en el PP se dispara.

El Mundo publica, sin aportar
documentación, que esos sobresueldos de los que Bárcenas había hablado en 2011
existieron y fueron sistemáticos, aunque dice que no los cobraron ni Rajoy ni
Cospedal. Y el PP entra en estado de pánico. EL
PAÍS publica, aún sin documentos, que esa práctica de las entregas comenzó con
José María Aznar
de presidente. Rajoy convoca entonces un Comité Ejecutivo e
intenta calmar las aguas anunciando una investigación interna dirigida por la
actual tesorera, Carmen Navarro.

Muchos en el PP confiaban aún en esos días que los papeles de Bárcenas, de
los que casi toda la cúpula ha oído hablar, no saldrían nunca a la luz. La
tensión es máxima ante la posibilidad de que aparezcan, pero Rajoy aún confía en
que no suceda nunca. Finalmente,
EL PAÍS, después de haber hablado con los dirigentes clave y efectuado todas las
comprobaciones sobre su autenticidad, publica esos papeles,
que contienen
los nombres clave del PP de los últimos 20 años, y sobre todo el principal, en
varias fórmulas, Mariano Rajoy, M.Rajoy, Mariano Raj o M.R.

Es el presidente del partido y del Gobierno, y la moral del PP se hunde por
completo al leer ese nombre en los papeles manuscritos del que fue la persona de
máxima confianza del partido, porque llevaba su dinero, durante 20 años.

El partido despliega una estrategia de defensa: negarlo todo y lanzar la
teoría de la conspiración: vienen a por nosotros precisamente ahora que
“empezamos a remontar”, dice Dolores de
Cospedal.
Pero sirve de bien poco. El desánimo en el Gobierno, en el PP, en
los dirigentes regionales, en los cuadros intermedios, en la militancia, en los
votantes y la indignación en buena parte de la ciudadanía parece imparable.

El cóctel de los escándalos de corrupción en un país asolado por el paro y un
empobrecimiento generalizado es demoledor para el Gobierno. “Esto se une a lo de
Urdangarin, si sigue así
nos van a echar a gorrazos”, resume un miembro de la cúpula. “Si sale una
encuesta ahora, perdemos la mitad de los votos”, se preocupa otro.

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La vicepresidenta, Soraya
Sáenz de Santamaría,
niega una posible inestabilidad del Gobierno y promete
medidas de regeneración, transparencia y fortalecimiento de las instituciones.
Pero nada despeja la sensación de crisis de fondo y en medio se reaviva un
escándalo de Gürtel de 2009: los
pagos de viajes y cumpleaños por parte de la red a Jesús Sepúlveda,
entonces
alcalde de Pozuelo, y a su exmujer, Ana Mato, hoy ministra de Sanidad. Sepúlveda
desvincula a Mato del asunto pero las redes sociales estallan con los
detalles.

Rajoy decide aguantar, insiste en que todo es absolutamente falso, ofrece
mayor transparencia dando a conocer sus datos fiscales y confía en que el tiempo
calme las aguas. Es lo que siempre le ha sucedido, es lo que le dicta su
experiencia: el que aguanta, gana. El caso Gürtel, de hecho, no tuvo
ninguna incidencia electoral y hasta Francisco Camps
ganó por mayoría absoluta en pleno escándalo por los trajes regalados por la
trama.

Algunos en el PP dicen “esta vez es distinto”. Rajoy en privado insiste en
que va a dar esta batalla y la va a ganar, como ha hecho siempre. Cree que si
resiste este segundo año durísimo, cuando la realidad económica empiece a
mejorar, en 2014 según sus previsiones, todo se irá olvidando poco a poco. El
tiempo, su histórico aliado, tiene la respuesta.

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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