¡Hay de los pueblos gobernado por un Poder que ha de pensar en la conservación propia! (Jaime Balmes)
Alguien una vez dijo:"No hay como quitarse de en medio para dejar de ser imprescindible" y siento diferir, radicalmente, de quien fuere el autor de esta frase que, seguramente, pretendió ser ingeniosa pero que, sin duda, implica una generalización que, en muchas ocasiones, puede resultar equivocada, injusta y poco realista. Es cierto que existen muchos personajes que ocupan importantes cargos, que se atribuyen cualidades inexistentes o que presumen de ser el alma de su negocio, su despacho o su organización y, no obstante, el tiempo se encarga de ponerlos en su sitio, de modo que su estela se va extinguiendo a medida que su huella desparece con más celeridad de la que hubiera querido. Sin embargo, señores, hay ocasiones en las que la salida de la escena de un personaje, fuere por el momento en el que lo hace, fuere por el hecho de que la persona que lo sustituye no es la más adecuada para el cargo o fuere porque las especiales dotes que lo adornan lo hacen insustituible para que aquello que supo construir se mantenga y siga la senda de progreso y el éxito que tuvo la inteligencia de imprimirle.
Es obvio que don José Mª Aznar tuvo sus equivocaciones ( una de ellas fue confiar demasiado en el señor Pujol, de Catalunya) como las tiene cualquier mortal, pero no se puede negar que, el balance para España de sus dos legislaturas, no pudo ser más favorable, si es que queremos tomar en consideración que, cuando ganó las elecciones al señor Felipe González, se encontró con un país en un estado catatónico, con la Seguridad Social a punto de quiebra y con pocas o ninguna posibilidades de ser admitido en la UE. Se propuso y así lo anuncio no superar los 8 años de mandato y supo cumplir su palabra. Es posible que, en algunos cargos de responsabilidad, no sea conveniente que se prolonguen excesivamente en el tiempo; es evidente, según se dice, que el ejercicio continuado del poder desgasta y puede que acabe por degenerar, si quien lo ostenta no tiene la suficiente capacidad de autocrítica para saber cuando tiene que retirarse y dejar paso a personas de nuevas generaciones que aporten nuevas ideas y capacidades.
Pero hay ocasiones puntuales en que el tener apartada de la política del país, a una persona que ha demostrado su capacidad para gobernar; que supo sacar a España del ostracismo en el que la habían dejado los socialistas y que tuvo la constancia, la capacidad y la inteligencia de conseguir llevar a España, con los deberes hechos, a entrar por la puerta grande en la UE, hasta convertirla en un ejemplo para Europa de lo que era una espectacular recuperación económica, impensable sólo hacía unos pocos años atrás; no es más que un despilfarro, señores, un desperdicio y un derroche que, una nación en apuros, que pasa por una situación de descomposición social, económica financiera, en la que los valores tradicionales se han arrinconado para dejar paso a nuevas ideas, a peregrinas propuestas de progresistas, antisistema, separatistas y neo comunistas; no se puede permitir, sin que ello ponga en peligro su propia estabilidad.
Es obvio, y así lo pienso, que el señor Rajoy es una persona íntegra, inteligente, trabajadora y, seguramente, un gran presidente para la nación, en tiempos en los que aguas revueltas de la economía, los desafíos sociales y las turbulencias bursátiles no existen y sólo se trata administrar una herencia recibida, sin que exista el peligro de que algo grave altere el rumbo de la nación. No obstante, en las circunstancias en las que nos encontramos, en las que son varios los frentes a los que el Ejecutivo del señor Rajoy tiene que encararse, ninguno de ellos de tono menor y, en algunos casos, que constituyen verdaderas amenazas para el propio Gobierno y para la estabilidad, orden y supervivencia de la nación; debido a las fuerzas internas en juego que subyacen en las alcantarillas de la política; potentes lobbies con mucho poder, empeñados en conseguir perturbar y desequilibrar la marcha de nuestra democracia que, para algunos resulta insatisfactoria ya que no les permite, (como ocurre en otros países americanos), imponer a todos los ciudadanos sus ideas revolucionarias; someter al pueblo a sus aviesas intenciones y conseguir implantar el caos y el desorden, como medio de poner en práctica sus malévolos planes. Es obvio, pues, que se precisa una persona más activa, que reaccione con presteza y que sepa, en cada circunstancia, pararle los pies al adversario y contraatacar sin que la excesiva reflexión, las pérdidas de tiempo por temor a errar o una cierta tendencia a postergar la solución de los problemas, le haga perder las iniciativa que todo caudillo debe mantener si quiere vencer en la batalla política.
El señor Aznar, mientras estuvo al frente del Gobierno y después, desde las distintas facetas que ha venido desarrollando fuera de la política, tanto en sus actividades docentes como en sus atinados comentarios en los foros internacionales y dentro de las propias FAES, uno de los mejores thing tanks situado en el número 60 de las mejores 150 de todo el mundo, en las que lleva una meritoria y fecunda labor; ha venido demostrando que ha adquirido una madurez y una formación que lo sitúan en el escalón más alto de las personalidades que serían capaces de tomar las riendas del país, poner orden en las autonomías que se vienen mostrándose díscolas y poco manejables y, creo que este punto sería fundamental para España, goza de un merecido prestigio en el extranjero que, con toda probabilidad, produciría un saludable efecto en nuestras relaciones internacionales y, particularmente, con los EE.UU de América.
Posiblemente, el señor Rajoy, podría pedirle que regresara al campo de la política; que se integrase como vicepresidente del Gobierno y que le ayudase a planear la difícil gestión de estos complicados años de crisis y, en especial, en colaborar a darle una salida a las difíciles relaciones con Catalunya que, de no tomarse medidas para atajar de raíz las pretensiones separatistas, puede que, cuando se pretenda ponerle remedio sea ya tarde, la revolución se haya extendido a la mayoría del pueblo catalán y nos encontremos ante una nueva reedición de la Historia, la tristemente protagonizada por Macia y Companys que tantos sinsabores, asesinatos y disgustos trajeron a España y al propio pueblo catalán.
Por desgracia para el PP, en uno de los momentos en el que le hubiera sido más útil, otro de los valores del partido, la señora Esperanza Aguirre decidió, puede que previendo lo que se avecinaba, abandonar el protagonismo político para regresar a la actividad privada que, seguramente, le va a resultar más rentable pero que, sin duda, ha sido una grave pérdida, primero para la comunidad madrileña que, desde que ella falta no da pie con bola y para lo que es el propio partido, por la firmeza con la que defendía sus convicciones, por el predicamento del que goza en el seno del PP y por el prestigio que había logrado ante sus propios adversarios que sabían que, enfrentarse a ella, era hacerlo con un hueso difícil de roer. Mucho nos tememos que, al señor Rajoy, no le hacen gracia aquellos potenciales rivales que se han hecho con las simpatías de los adictos al PP, como ocurre en el caso de la señora Aguirre, que le pudieran hacer sombra en la cúpula del partido. Es malo quedarse solo ante el peligro.
Momentos de graves quebrantos para el país y para los partidos políticos, que no salen de las arenas movedizas de la corrupción, al menos de la presunta corrupción, lo que hace que los ciudadanos se sientan desmoralizados e indefensos ante los graves retos a los que se debe enfrenta España. O así es, señores, como valoro la situación actual.
Miguel Massanet Bosch