"A un pobre hombre se le pueden indicar sus vicios; a un señor ni aunque camine al infierno" (G.Chaucer)
No sabemos quien debió ser el que aconsejó al señor Urdangarín, cuestionado Duque de Palma, cuando el juez Castro destapó toda esta extraña, oscura, desconcertante y poco edificante trama de presunta venta de favores, enriquecimiento sospechoso y manipulación de voluntades, utilizando como señuelo el parentesco con la casa real. No somos capaces de entender como, un yerno de SS.MM los Reyes de España, pueda haber caído en la tentación de salirse del camino trillado, que las circunstancias y su boda con la Infanta Cristina le habían puesto a huevo, para poder vivir como un maharajá; para sumergirse en una trama tan oscura, tan impropia para una persona de su talla y tan insensata, si se tiene en cuenta los problemas que tales aventuras podían acarrear a la familia real. Es imperdonable que este joven, buen deportista y a quien la vida le ha dado todo lo que se puede apetecer, haya caído como un inocente, en el mejor de los casos, en manos de quienes lo han utilizado para hacerse ricos. En todo caso, no hay disculpa para este personaje a quien, la avaricia y falta de sentido común, le han arrastrado y, consigo, a toda la familia real, a una situación de difícil arreglo..
Verán ustedes, a muchos ciudadanos no nos gustó la imagen del yerno del Rey cuando acudía a los juzgados de Palma, en compañía de su abogado, para prestar declaración. Vestido de punto en blanco, con aire altivo, caminando hacia la entrada del Juzgado como si fuera a exigir explicaciones en lugar de darlas y haciendo gala de una sobredosis de prepotencia, que distaba mucho de la actitud de humildad, de preocupación y de sorpresa por haber sido citado a deponer respecto a un acto supuestamente ilícito. Y lo más inexcusable es que, este señor, sigue dando muestras de estar convencido de que, el emplear el nombre de la Casa Real para hacer negocios, vender sus servicios y conseguir emolumentos exagerados por unos supuestos servicios de asesoría o información, no han sido hechos delictivos; que sus actividades privadas no han sobrepasado los límites de la decencia y que el conseguir dinero por medio de valerse de su privilegiada posición y vendiendo informes copiados de Internet, era una forma inteligente, brillante y poco expuesta de hacerse con una importante fortuna.
Lo menos que se puede decir de este señor es que ha sido un insensato que, no sólo ha puesto en peligro el buen nombre de su propia familia, sino que le ha hecho un flaco servicio al Rey y al príncipe Felipe. Y llamativo de todo este rocambolesco lío es que, a medida que se van investigando los hechos y se sacan a relucir determinadas conductas, evidentemente de carácter delictivo, van apareciendo nuevos personajes que hacen que algunos nos preguntemos ¿hasta dónde van a llegar las implicaciones de nuevos personajes que, al parecer, han colaborado por activa o por pasiva, para que los resultados de tales negocios, realizados a través de la sociedad Nóos, fueran canalizados para evitar el pago de impuestos? O, algo que resulta más preocupante, ¿Cuántos más habrán participado, de entre la nobleza o la jet, en esta fea trama?
Lo peor de esta caso es que, la percepción que el pueblo tiene de este desagradable y poco ejemplar asunto es que la corrupción, parafraseando a Zorrilla en su Don Juan Tenorio "a las cabañas bajó / a los palacios subió/ los claustros escaló/ y en todas parte dejó/ amargo recuerdo de ella.". Y es que esta pareja en apuros, formada por I.Urdangarín y la Infanta Cristina, además de haber incurrido en el desagrado de la ciudadanía ( en Palma de Mallorca ha retirado su nombre de una de las calles que ha vuelto a su antigua denominación "La Rambla") siguen manteniendo una conducta absolutamente impropia de unas personas a las que se les ha exigido una fianza de 8 millones de euros; que no han querido o podido pagar (tendríamos que analizar si se ha tratado de una argucia de su abogado para que el pago no pusiera en apuros a la pareja para justificar de donde los habían conseguido), como se deduce de una fotografía obtenida de la pareja, después de haberse negado a ingresar la fianza, cenando en uno de los restaurantes de más nombre, más alto standing y de más solera de toda Barcelona, el Vía Veneto, donde se cobra hasta para respirar; lo que, sin duda, justifica unas facturas astronómicas, que sólo se pueden permitir las familias o las personas muy acomodadas o las empresas que quieran obsequiar a algún cliente importante con un ágape de postín.
Si faltara algo para dejar en evidencia la frescura de quienes han alegado que no pagaban la fianza, porque les causaría un "empobrecimiento injusto"., en la mencionada prueba gráfica, aparecen tanto Urdangarín como la Infanta sonrientes, despreocupados como si no ocurriera nada y no estuvieran imputados, al menos el Duque, por graves delitos de estafa y por falta de pago de los impuestos correspondientes a la Hacienda Pública. Todavía es un misterio, poco menos que inexplicable, el que doña Cristina se salga de rositas en un tema tan lóbrego, en el que su actuación se ha querido silenciar y obviar como si no fuera una persona liberada, espabilada y consciente de que el dinero que entraba en su casa, a chorros, no era producto de la casualidad o de haberles tocado la Lotería nacional. Probablemente, al juez Castro habría que preguntarle las causas de que la diligencia y empeño mostrados para desentrañar la trama Nóos y las imputaciones a Torres y Urdangarían haya quedado, no obstante, parada, entorpecida o vetada, no sabemos por qué clase de presuntas presiones, en lo que respecta a la participación de doña Cristina, que tiene cuentas conjuntas con Urdangarín que están afectadas por la investigación; que ha conseguido escurrir el bulto, hasta ahora.
Aunque no soy monárquico, he mantenido siempre un respeto por don Juan Carlos en lo que respeta a sus actividades públicas, que creo que han sido muy beneficiosas para el país; otra cosa sería lo que se sabe o se intuye de su vida personal, que incluye muchos casos oscuros y otros que, al parecer, los conoce todo el mundo. Sin embargo, en lo que respeta a poner orden dentro de la familia real; de imponer una disciplina entre sus hijos y familiares políticos ( quizá porque quien no respeta a su propia esposa poco puede exigir a los demás), los hechos así lo demuestran, no ha sido lo afortunado que se podría pedir a una persona que ostenta el cargo de efe de Estado de un país como España. En todo caso, nadie puede negar que la valoración que el pueblo español hace de la monarquía ha caído en cotas tan bajas que es posible que, todos los esfuerzos que se hacen desde el Gobierno y la propia Casa Real, no puedan conseguir que los ciudadanos recobren la simpatía, el apego y el respeto por los Borbones; en estos casos es cuando el famoso refrán de que "del árbol caído todo el mundo hace leña", adquiere su verdadero significado.
Esperemos que, en esta ocasión, la familia real no pretenda intervenir ante la Justicia para evitar lo que, toda España, demanda de los tribunales: que impartan Justicia, que analicen concienzudamente los hechos y si, de ellos, se desprendiera la existencia de delitos, que se apliquen las sanciones correspondientes; lo mismo que si resultaran ser inocentes, se les devuelva el honor perdido. La Ley, excepto para SM el Rey, debe ser igual para todos. O así lo veo yo, señores, desde la mirilla de observador de la sociedad.
Miguel Massanet Bosch