¡Déjense de juegos políticos, aúnen fuerzas, busquen consensos e intenten olvidarse de su sectarismo, porque no está la situación para más rifirrafes!
El poeta asturiano Ramón de Campoamor (1818- 1901) perteneciente al Realismo, refiriéndose a sus años de infancia se expresaba en los siguientes términos: "El Infierno del Dante era un mal aprendiz en comparación con los retorcidos inventos de castigos infernales que me metían los clérigos enseñantes en mi tierna y sensible cabecita infantil. Todo el curso de mis primeros años ha sido un sueño tenebroso, del cual creo que todavía no he acabado de despertar.". En sus Humoradas dejaba escritos los siguientes versos: "Te pintaré en un cantar/ la rueda de la existencia/ pecar, hacer penitencia/ y luego vuelta a empezar". Esta es, sin duda, la gran paradoja de nuestros políticos que, cuando parece que la corrupción ha tomado carta de naturaleza entre la militancia de los partidos políticos; en el momento en que la valoración de la clase de gobernantes está llegando al nivel cero en cuanto a la consideración del pueblo español, respecto a sus dirigentes y ante los deletéreos efectos que, para España y para sus ciudadanos, está causando fuera de nuestro país la percepción de que, del Gobierno hacia abajo, con especial mención del mayor partido de la oposición, no es posible encontrar más que lechos de corrupción, acusaciones mutuas de incapacidad para gobernar; descalificaciones personales y dardos envenenados que, como boomerangs, se vuelven en contra de quienes los lanzan y emponzoñan, de paso, la imagen de nuestra patria ante los asombrados miembros de la CE que, seguramente, piensan en si nos hemos vuelto locos o pensamos hacernos nuestro propio harakiri.
Si señores, ahora parece que ha llegado la hora de que, todas las formaciones políticas con representación en Cortes de nuestro país, parecen dispuestas a que las otras, ellas no, por supuesto, entonen el mea culpa, se pongan los silicios y se aten las cadenas a los tobillos para iniciar la procesión penitencial, acusándose de haber recibido ayudas no permitidas por la ley, prometiendo que, en adelante se van a contentar con subsistir con las ayudas que les da el Estado y con las aportaciones de sus miembros.¡Tiene guasa la cosa! ¿Desde cuándo hay en este país un partido político que no haya recibido aportaciones de donantes anónimos, de sociedades interesadas en promocionarlos, de corporaciones secretas, como los masones, o de otras como el Opus Dei, que tanto han venido influyendo en las distintas etapas y gobiernos que ha tenido nuestro país. O ¿es que el PC ruso no ayudó al partido socialista español antes de la Guerra Civil? O ¿es que el PC no estuvo subvencionado desde Francia y la propia Unión Soviética? ¿Es que los socialistas no recibieron ayudas de las empresas a las que ayudaron y con las que, por cierto, se fueron subvencionando? Recordemos el tiempo de Felipe González y el caso Flik en el que por medio de la Fundación Friedrich Ebert, próxima al SPD, se destinó donaciones por valor de un millón de marcos para financiar al PSOE.
Hablemos también del Caso Filesa:de financiación ilegal del PSOE a través de las empresas tapadera Filesa, Malesa y Time-Export, que entre 1988 y 1990cobraron importantes cantidades de dinero en concepto de estudios de asesoramiento para destacados bancos y empresas de primera línea que nunca llegaron a realizarse. O recordemos el
Caso Guerra: condena de Juan Guerra, hermano del vicepresidente Alfonso Guerra, por los delitos de cohecho, fraude fiscal, tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos y usurpación de funciones. Y. como no, el Caso Casinos: desvío de unos 3.000 millones de pesetas de la sociedad Casinos-Inverama por parte de su presidente, Artur Suqué, mil de los cuales habrían sido destinados a la financiación ilegal de Convergencia i Unió.. ¿Quieren ustedes más? Pues aquí tenemos el caso Pallerols de financiación ilegal de UDC del señor Durán, por el cual han pasado pisando huevos para que, el dirigente cristiana demócrata, no tuviera que cumplir su promesa de dimitir.
Y para no ser pesados refirámonos, últimamente, al famoso Caso Roldán: llamado así por Luis Roldán, director de la Guardia Civil entre 1986 y 1993,(durante el gobierno socialista de Felipe González) enriquecido ilícitamente con el robo de 400 millones de pesetas de fondos reservados y 1.800 millones más en comisiones de obras del Instituto Armado. Y uno se pregunta si la gran estafa de los gobierno socialistas de las dos últimas legislaturas, en los que consiguieron empobrecer al país con su incompetencia, sectarismo, mala gestión y despilfarro administrativo, no merecerían también ser considerados como un gran fraude a los españoles, que ha conducido al país a una situación extrema, con 6 millones de parados y con graves dificultades para atender los vencimientos de la deuda pública, a la que se tuvieron que recurrir para poder hacer frente a una política social desmesurada e insostenible.
Seamos sensatos, señores, no es el momento para que, en nuestra nación, se recurra al"y tú más" o pretendamos solucionar, de un plumazo, algo que, por muy reprobable que sea, todos sabemos que se viene produciendo desde tiempo inmemorial. Las carencias de nuestro país, por desgracia, empiezan por la excesiva politización de nuestras instituciones, empezando por la Justicia, de unas excesivamente corporativas asociaciones de fiscales, jueces y magistrados empeñados en imponer cada una de ellas sus criterios que, en ocasiones, como ha ocurrido con el TC, han emitido resoluciones que han levantado ampollas en la piel de los ciudadanos por su evidente injusticia, su subordinación a los deseos del Ejecutivo y, las mismas luchas intestinas entre magistrados de distinto color político, en detrimento de la misma Ley.
La hipocresía, lamentable e inoportuna hipocresía, de todos aquellos que ahora pretenden ponerse el yelmo brillante del Amadís de Gaula, para "desfacer" entuertos, caiga quien caiga y afecte a quien afecte; no están haciendo más que un flaco favor a España y no llevan más que a enturbiar, aún más, la imagen, ya bastante desprestigiada, de un país que está luchando para sacar cabeza, que necesita como el pan que el resto de naciones confíen en él y en su posible recuperación. Que no puede exponerse, una vez más, a que los especuladores de las bolsas se vuelvan a cebar en nuestras finanzas, algo que, evidentemente, podría ser el hachazo final para las esperanzas del pueblo español de salir de esta crisis, de más de cinco años, que venimos padeciendo.
No vale ahora salirse con el eslogan de la "regeneración democrática" que todos sabemos que no es cuestión de promulgar nuevas leyes, que no depende más que de que sean los propios partidos los que pongan en marcha los controles internos que impidan que estos desagradables y sancionables hechos que se vienen destapando, no puedan volverse a repetir. Pero, señores, los trapos sucios se tienen que lavar sin hacer ruido; sin pretender convertirlos en armas política arrojadizas contra el adversario político porque, señores, todo lo que sea arruinar la imagen de España ante las naciones de la CE o del resto del mundo, sólo va a conseguir que, los unos por los otros, acabemos por convertirnos en la escoria que, en algunos países, están empezando a pensar que somos.
La unidad de la nación está en cuestión; el Gobierno afronta una situación de extrema delicadeza; el desempleo no amaina y los ciudadanos no acabamos de creernos lo que los políticos están haciendo con nuestro país. ¡Déjense de juegos políticos, aúnen fuerzas, busquen consensos e intenten olvidarse de su sectarismo, porque no está la situación para más rifirrafes! O así lo veo yo, señores, desde la mirilla de observador de la sociedad.
Miguel Massanet Bosch