En realidad, señores, si el señor Rajoy se hubiera limitado a escuchar como sus opositores se encargaban, ellos mismos, de quedar en el mayor de los ridículos, con sus argumentaciones tercer mundistas, con sus obsoletas referencias a la lucha de clases, con sus trasnochadas ideas comunistoides y con sus falacias económicas, que han demostrado su absoluta incapacidad para entender lo que es la economía global, lo que significa estar bajo la tutela de Europa y lo que supondría, para esta España, al borde del precipicio, el poner en marcha las absurdas propuestas irrealizables, más propias de ignorantes y obcecados defensores de las ideas de Carlos Marx, (que no debemos olvidar se producían en un contexto en el que los trabajadores se hallaban desprotegidos ante los capitalistas), que de una sociedad moderna, adelantada en medidas sociales, protegida por leyes laborales y con la facultad de utilizar el derecho de acudir a las huelgas ¡y vaya si lo hacen!, como medida de lucha contra los posibles abusos de los empresarios. Cuesta entender que, en los modernos tiempos en los que vivimos, cuando la información no tiene límites ni fronteras y las naciones están cada vez más involucradas en todos los aspectos con el resto de países del mundo, que existan todavía partidos, como el PSOE por ejemplo, que permanezcan anclados en las viejas ideas igualitarias que tuvieron su auge a finales del siglo XIX y principios del XX.
Y he dicho que al señor Rajoy le hubiera bastado escuchar sin argumentar, para que toda la oposición, salvo alguna rara excepción que, en esta ocasión, tampoco ha estado demasiado afortunada, se masacrara a si misma; pusiera en evidencia soluciones completamente irrealizables e insostenibles, en las actuales circunstancias; se delatara a ella misma proponiendo actuaciones y métodos que, precisamente, fueron la causa directa de que, España, entrara en recesión mientras otras naciones, que estaban en peores circunstancias, han sabido reaccionar a tiempo y ya están saliendo del pozo económico en el que se habían hundido. No es de recibo que, el líder de la oposición, señor Rubalcaba, se envolviera bajo la capa de plañidera o llorona, para hacer una exposición truculenta de las desgracias que están azotando a los españoles (gracias al país que los socialistas nos dejaron), una situación que toda la ciudadanía, cuando no la padece la conoce; un rescoldo de un incendio que ha estado ardiendo bajo el mandato de Rodríguez Zapatero durante sus 7 años de jefe del gobierno y, cuyos efectos devastadores, no han podido ser contenidos, por muchos esfuerzos que el nuevo Ejecutivo ha llevado a cabo para hacerlo, hasta estos momentos en los que da la sensación de que se vislumbra una tímida esperanza de que, al menos, no vaya a más..
En realidad, el señor Pérez Rubalcaba arrastra tras de si el lastre de una historia en la política, llena de oscuros agujeros negros, de intrigas, de deslealtades, de pactos ocultos, de situaciones delicadas y de jugueteos con la Justicia; que hace que, sus posibilidades de adoptar la postura de "desfacedor de entuertos" y presentarse ante los españoles como un político impoluto, que tiene la fórmula magistral para sacar al país del berenjenal en el que está metido; son, evidentemente, mínimas si no nulas. Hace tiempo que el PSOE debiera haberse librado de él, debiera haber hecho un examen de conciencia, comparándose con sus homónimos en otros países desarrollados y darle las riendas a un político joven, sin un pasado discutible y capacitado para librarse de toda la gerontocracia que ahora dirige el partido.
Pero, si el PSOE parece que ya no es capaz de regenerarse, al menos mientras esté en manos de Rubalcaba; no resulta menos patético como los partidos nacionalistas siguen empeñados en darnos lecciones de democracia, cuando son incapaces de darse cuenta de que, la democracia, empieza por aceptar las normas que ella misma se impone por medio de una Constitución, votada por todos los españoles, aceptada por una gran mayoría; como sucedió en Catalunya y el País Vasco. Esta Constitución de 1.978 fue la que dio a las autonomías unas facultades de las que nunca habían dispuesto, superiores a las de los länder de Alemania y que mucho quisiera tener la propia Escocia, en el Reino Unido.
El que al señor Durán y Lleida, un jurista de prestigio, se le llene la boca cuando habla de la pervivencia de los intereses de unos pocos españoles, para que se pueda obligar a los del resto de España a sujetarse a los mismos y cederles la soberanía que, sin ninguna ley que la ampare, se atreven a exigir, amenazando a la nación con hacerlo por sus propios medios si no se les concede lo que ellos llaman " el derecho a decidir"; algo que no contempla la Constitución. No obstante, no es la primera vez que se rebelan en contra de las leyes del Estado, porque ya celebraron consultas ilegales durante los años pasados, gastando dinero público en ellas; también han venido incumpliendo, sistemáticamente, las sentencias del TC y del Supremo respecto a la enseñanza del castellano en las aulas y del derecho de los padres a que sus hijos reciban la enseñanza en la lengua de la nación. Y, si las sentencias no se han ejecutado y los infractores no han sido castigados, sólo se debe a la estulticia de los tribunales de Justicia, a la falta de diligencia de los fiscales en pedir su ejecución y a la pasividad de los gobernantes que han impedido que se exigiese, con todos los medios de que dispone el Estado de Derecho, a la Generalitat que se cumplieran, a rajatabla, las normas estatales.
Podríamos hablar de manifestaciones en las que se han vejado los símbolos nacionales, con quemas de imágenes del Rey y de la bandera española, sin que quienes tenían la obligación de reprimirlo hayan actuado con firmeza, dejando que los trámites se perdieran entre legajos como si, en realidad, nunca hubieran existido. Por ello, no nos vamos a detener en las verdaderas barbaridades, perogrulladas, insensateces y propuestas absurdas que ha sido capaces de argumentar, en los minutos que se les han concedido, tanto el inefable Cayo Lara, que se permite hablar de economía sin tener la mínima noción de lo que dice y que se cree que, con la técnica comunista y las enseñanzas de los soviéticos, ya es capaz de sacar a nuestro país del apuro. ¡Dios nos libre de que, algún día, sujetos como él accedieran al gobierno!, sin duda sería el fin, para España, de su etapa de nación civilizada para volver a las cavernas. Sí, señores, a aquellas cavernas que ellos utilizan para hablar de la "derecha cavernaria" y que, si por mi fuera, allí los enviaría directamente para que saborearan la vida rural en "igualdad".
Rajoy, en sus intervenciones, ha arrasado, se ha cargado de razón y, a diferencia de aquellos que nos ofrecían brotes verdes que luego no germinaban, nos ha dicho que todavía nos queda un largo camino por recorrer y que la recuperación de España está lejana. A veces, no lo puedo negar, me crispa los nervios por su parsimonia y, es cierto, que ha dejado de cumplir muchas de sus promesas electorales; las unas a causa de la crisis económica y las deudas que le dejaron los socialistas y, las otras, la regulación del aborto y el tema de los matrimonios gay. Como buen gallego, le ha parecido demasiado peligroso ponerlos ahora en cuestión. No me parece bien y rechazo este retardo pero ¿hay alguien que, en estos momentos, reúna las cualidades del señor Rajoy para sacarnos del lío en el que estamos metidos?, ¿ven ustedes a Rubalcaba, Durán, Cayo Lara o cualquier otro líder de formación política que pudiera coger el timón de España sin que corriéramos el grave peligro de que, desde Europa, nos retiraran su apoyo y fuéramos a parar fuera del euro? Sólo de pensarlo se ponen los vellos como escarpias. O así es, señores, como veo la situación de nuestra patria.
Miguel Massanet Bosch