Cuando nos hallamos ante un endeudamiento público que alcanza la preocupante cifra del 84'3% del PIB
Alguien dijo "Para transformarse en visionario hay que permitirse pensar en lo imposible y atreverse a realizarlo". Por desgracia, hoy en día, existe una percepción en la ciudadanía de que, como los políticos se están empeñados en demostrar que no dan la talla para cumplir con su misión de ocuparse en garantizar el bienestar de aquellos a los que representa y pusieron su confianza en él; ha llegado el momento de suplirlos por algo que, sin embargo, es infinitamente peor; mucho mas peligroso e imposible de conseguir, que es poner de acuerdo a las masas para que, por un sistema asambleario, se dediquen a gobernar la nación. Algunas muestras de ello ya hemos tenido ocasión de vivir en esta España de nuestras entretelas, a la que parece que, últimamente, le está pasando como a aquel director de circo al que le empezaron a crecer los enanos.
Curiosamente, esto de salir a las calles con banderas rojas y republicanas (republicanos de izquierdas, por supuesto), quemar contenedores, destrozar escaparates, exhibir pancartas reivindicativas y con petición de dimisiones; propuestas de cambios de gobiernos y demandas de libertades; se ha convertido, en este país, en algo tan habitual que, el día que en alguna capital del reino no tenga lugar una de estas algaradas, nos va a resultar extraño. Aparte de las endémicas protestas a cargo de estudiantes y universitarios, algo que viene ocurriendo desde tiempos inmemoriales ( con la salvedad de que antes era algo más espontáneo, más limpio y fruto de la gran generosidad de la juventud y, por el contrario, en este tiempo, ya está organizado por activistas, revolucionarios y agitadores políticos que, en ocasiones, ni siquiera pertenecen a la plantilla de estudiantes entre los cuales se han infiltrado); existen otros colectivos que, habiendo permanecido callados como muertos, inactivos y, sorprendentemente, complacientes con los graves errores que cometió el anterior gobierno del señor Rodríguez Zapatero, permitiendo sin chistar que nos dejara un país destinado al desguace; desde que el PP asumió el gobierno del país, parece que les han inyectado un chute de heroína que los ha despertado de su letargo y los ha lanzado a la protesta, tanto por medio de los medios informativos como por la constante ocupación de la vía pública como si, en realidad, todo lo malo que ocurre en España fuera culpa de los actuales ocupantes de La Moncloa.
La ignorancia que parece que se ha apoderado de las izquierdas más recalcitrantes o la mala fe con la que intentan vestir de verdad argumentos absurdos y carentes de todo rigor científico, les impide tomar en consideración que, gracias a su pasividad, a su silencio culpable; a su complicidad con los errores del anterior Gobierno y a su renuencia a aceptar que las medidas que se ha visto obligado a implantar el señor Rajoy, en contra de lo que tenía previsto hacer cuando se postuló para presidente del gobierno; no se han llevado a cabo porque fuera la voluntad del nuevo Ejecutivo sino que, como ya tuvo que empezar a hacer Zapatero durante los últimos meses de su mandato; nos han sido impuestas por Bruselas, ante la evidencia de que España estaba abocada a ser una segunda Grecia a la que, no obstante, era mucho más difícil rescatar.
Cuando nos hallamos ante un endeudamiento público que alcanza la preocupante cifra del 84'3% del PIB y, en las comunidades autónomas, desde el año 2007, se ha multiplicado por tres ( ¡Ojo, señor Mas, que la suya ha crecido un 223% desde aquella fecha, frente al 196% del resto de las comunidades autónomas!, ¿algo tendrá que ver su gobierno con ello, no?); existen, no obstante, algunos grupos de ciudadanos que siguen sin darse cuenta de que, cuando no hay dinero no se pueden llevar a cabo ciertas propuestas que, intrínsecamente, serían buenas y hasta recomendables en una nación próspera y con un buen nivel de vida, pero que resultan completamente irrealizables, irresponsables, utópicas y, me atrevería a afirmar, que formuladas solamente con el ánimo de ponerle trabas al Estado y conseguir crédito político entre aquellos que son incapaces de distinguir, como algunos de nuestros "maestros", entre una gallina y un felino.
El hecho de que, en la Mesa del Parlamento catalán, se haya admitido, por unanimidad, una iniciativa legislativa popular para regular por ley "una renta garantizada de ciudadanía de 664 euros mensuales", algo que ya fue rechazado anteriormente al estimarse su conste en unos 3.600 millones de euros; resulta tan impactante, tan desmesurado y tan ajeno a la verdadera situación de Catalunya, que parece más bien que ha salido de un concurso de despropósitos. Claro que la demagogia no tiene límites y aquellos "expertos" en el manejo de las masas, aquellos engaña bobos que no se paran ante nada para ir creando problemas que luego, como es evidente, son incapaces de solventar pero sí de aprovechar, la frustración y el descontento, para sublevar a los ciudadanos y llevarlos hacia el terreno revolucionario, que es lo que pretenden como único medio de socavar el Estado de Derecho y los fundamentos de la democracia.
Lo cierto es que, el endeudamiento catalán ha alcanzado la cifra de los 50.948 millones de euros. Como es sabido, no pueden atender a pagos corrientes, como es el caso de la deuda a las farmacias y se han tenido que seguir recortando los sueldos de los funcionarios suprimiendo una paga extra. Todos sabemos los recortes que se han tenido que practicar en los gastos sanitarios, en la enseñanza y en la I+D; siendo evidente que se ha tenido que acudir al FLA para poder pagar los vencimientos e intereses de los famosos "bonos patrióticos" que, en caso contrario, un hubieran podido se amortizados. Pues bien, a pesar de todas estas evidencias parece ser que, estos grupos, pretenden conseguir las 50.000 firmas precisas para que la petición pueda ser tramitada en el Parlamento. Lo que, al parecer, no hay nadie que haya sido capaz de decir cómo se van a conseguir, de un país al borde de la quiebra, estos 3.600 millones más que se precisarían para atender semejante insensatez.
Pero, cuidado, que en Plasencia (Cáceres), también los hay que siguen "en lucha" (¿es posible que tanta gente se pueda permitir perder el tiempo, sin hacer nada de provecho para ganarse la vida?) que afirman va a ser larga, por los desahucios. En realidad los que pretende es que se creen, así por las buenas, 25.000 puestos de trabajo público – ¡cómo si no estuvieran sobrando funcionarios interinos de las administraciones públicas a los que debiera mandar a casa!– que podrían subvencionarse con los 137 millones que ha tenido que ahorrar el Ejecutivo autonómico para alcanzar el objetivo de déficit autonómico, ¡Así de fácil! En estas condiciones cualquiera sería capaz de gobernar; se dejan de cumplir unos compromisos ineludibles si se pretende conseguir el apoyo de la UE; para satisfacer a unos sujetos que han tenido la brillante idea de desobedecer a Europa. ¡Dios mantenga alejados del gobierno de la nación a todos estos iluminados!
Lo dicho, estamos entrando en una dinámica en la que, cuando no es la farándula con Wily Toledo y la señora Barden ( la comunista millonaria) a la cabeza, son el señor Rubalcaba y su partido desmembrado, el PSOE, que amenazan a la UE para que ceda ante nuestras "exigencias" o el señor Cayo Lara de IU o los Sindicatos con sus recetas del profesor Franz de Copenhague del TBO; los que, haciendo gala de una demagogia arrabalera, en lugar de ayudar a levantar el país, lo que pretenden en conseguir hundirlo más, con el objeto evidente de sacar fruto del caos que se produciría. O así es, señores, como contemplo este siniestro panorama.
Miguel Massanet Bosch