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Una estrategia peligrosamente destructiva (por Soledad Gallego-Díaz)

Publicada el marzo 17, 2013 por admin6567
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Rajoy, con su discurso vacuo, pretende trasladar el coste de las crisis, económica y política, a las instituciones

Soledad Gallego-Díaz (Publicado en El País, aquí)

Mariano Rajoy es un presidente del Gobierno, un líder, que no se pronuncia
jamás. Sus conferencias de prensa, como la que celebró el jueves en Bruselas con
motivo de la Cumbre Europea, son un prodigio de vaciedad y podría darlas
igualmente el ayudante del jardinero de La Moncloa. “Sobre ese asunto ya he
dicho todo lo que tenía que decir”. Se refería al caso Bárcenas, sobre
el que no ha dicho más que obviedades tontas. “Todos queremos crecimiento
económico. ¿Quién no va a querer crecimiento económico en Europa?”, como si los
ciudadanos fuéramos rematadamente idiotas y no supiéramos que la cuestión es la
prioridad que se concede al crecimiento respecto al ritmo de recorte del déficit
y el calendario que se puede manejar en ese sentido.

¡Claro que todos quieren crecimiento, claro que la historia demuestra que
llegará algún día!, pero para decir eso a la salida de una cumbre bastaría con
el jardinero que interpretó Peter Sellers en Desde el jardín. Pocas
horas después de esa rueda de prensa, el Gobierno aprobó retirar
el subsidio de paro a los mayores de 55 años
que vivan con un hijo que gane
967 euros, condenándoles a una doble humillación. Ni una palabra, ni una
explicación del presidente.

¿A qué viene esa actitud? ¿Responde solo a la forma de ser de Rajoy? No, se
trata de una estrategia que consiste en afrontar las crisis, política y
económica, trasladando el deterioro que provocan a las instituciones.

Mariano Rajoy es un maestro en esa maniobra destructiva. Está haciendo muy
conscientemente que sea el sistema democrático el que pague el coste de una
crisis política que es de su partido y no de las instituciones. Insistiendo
hasta la saciedad en un discurso vacuo, insustancial, está haciéndonos creer que
no es verdad lo que vemos, que lo que oímos debe tener algún significado que no
percibimos porque no estamos capacitados para ello. Rajoy lo perfecciona día a
día y va alcanzando su objetivo: que ya no haya ganas de decir nada.

Los hagiógrafos del presidente insisten en que es un gran fajador. Lo será,
en su ámbito privado, pero como político es un dirigente capaz de destruir el
sistema antes que encontrar una salida política a un problema que es de su
competencia y que sería su obligación afrontar.

Lo peor es que está consiguiendo que todos participemos en ese afán
destructivo de nuestras instituciones y que, en vez de exigir su fortalecimiento
o su reforma, les traslademos el desprestigio y la responsabilidad de una crisis
creada por una determinada línea económica y por una determinada política.

En el fondo, resulta conmovedor, y deberíamos valorar mucho más, los
esfuerzos de los más indignados, porque protestando contra el sistema están
haciendo más que muchos políticos por restituir su verdadero espíritu a esas
instituciones.

En la España de hoy, cuando arreció el problema de los desahucios, no
apareció un grupo violento que arremetiera contra los banqueros, como habría
sucedido sin ese sistema democrático nacido de la tan denostada Transición. No,
hoy esos
indignados demuestran su confianza presentando una Iniciativa Legislativa
Popular
y apoyando a quienes recurren al Tribunal de Luxemburgo.

Por eso la actitud de Mariano Rajoy y del PP es tan destructiva. Porque
negándose a encontrar salidas políticas y a dar contenido a sus discursos, está
haciendo peligrar esas convicciones democráticas y ese sistema que asegura
defender.

La situación es más descorazonadora aún porque no existe una oposición capaz
de enfrentarse ni de corregir ese rumbo. Y no la habrá mientras que el partido
socialista no asuma responsabilidades y se mueva en la indefinición en la que se
mueve.

¿Cómo es posible que quien se confiesa responsable de lo ocurrido en
Ponferrada, Óscar
López, diga que presentó su dimisión y que Rubalcaba no se la aceptó
? Por
supuesto que tuvo que ser aceptada. En un segundo. Si nadie asume
responsabilidades, si nadie muestra el camino, si nadie reconoce que en política
no se trata de presentar disculpas, sino de contraer responsabilidades, no habrá
manera de combatir esta terrible estrategia. solg@elpais.es

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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