"¡Prensa omnipotente, señora del mundo, tú que dispones de la paz y de la guerra; tú que posees, como Dios, el don de cegar a los pueblos a quienes quieres perder, continúa impertérrita tu marcha!" (Maeztu, Ramiro de)
Es de todo punto incomprensible que todavía, a los 74 años de la finalización de la Guerra Civil española, un periódico como La Vanguardia, sin duda influido por el clima irrespirable que se está implantando en la política de la comunidad catalana –donde los políticos nacionalistas, encabezados por los señores Mas y Junqueras, convinieron una alianza contra natura, con el solo objetivo de impulsar a Catalunya hacia el camino de una utópica independencia, algo que, si tuviéramos que valorar las posibilidades de éxito, seguramente hablaríamos de un 0 % posibilidades – haya tenido el mal gusto y la reprobable idea de sacar a unos ciudadanos, que dicen que vivieron los bombardeos que se produjeron en Barcelona durante los primeros meses del año 1.938, para resucitar rencores del pasado. Y digo que el rotativo catalán, de los señores Godó, influido por la necesidad de contentar a sus patrocinadores, los de la Generalitat, sin los cuales no sabemos si se seguiría publicando; da la sensación que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en el órgano oficial del separatismo catalán. Hablar de bombardeos de ciudades en tiempo de guerra y sorprenderse de que esto sucediera, es tanto como pretender que un Ejército enviase a los soldados a la batalla sin municiones.
Nada más una visión obtusa y la intención de utilizar un arma contra la derecha, a la que, incomprensiblemente, se la sigue identificando con la Dictadura, puede justificar que La Vanguardia y su director, el señor Antich, pretendan resucitar, con fines propagandísticos que sólo favorecen a la izquierda, una de las muchas acciones de guerra que, si nos quisiéramos fijas en las guerras que han tenido lugar desde aquella fecha, con cientos de miles de ciudadanos de la retaguardia masacrados por bombas, explosivos atómicos, raids aéreos, misiles dirigidos, drones y toda una serie de artilugios para matar que, en modo alguno, pueden compararse con aquellos bombardeos que ahora se quieren magnificar. Ya que queremos recordar salvajadas, podríamos aludir a las que cometieron los republicanos, que bombardearon con sus aviones la ciudad de Palma de Mallorca; algo de lo personalmente doy fe porque, mis padres, me envolvían en una manta para llevarme a un improvisado refugio.
Nos preguntamos ¿cómo la aviación republicana, los "ratas" y los "mosquitos" recibidos de Rusia, no hicieron algo para impedir que la aviación italiana bombardeara Barcelona? y también deberían explicar el hecho de que, una de las bombas, alcanzó un camión cargado de explosivos que circulaba por las calles de dicha ciudad, de una manera harto imprudente, lo que contribuyó a que, la cantidad de muertos, fuera mayor. de la que se podía esperar de aquel artefacto mortal. Los realmente responsables de que produjeran aquellos bombardeos, no fueron ni los italianos ni el general Franco, fueron los señores Negrín y sus asesores rusos que, sabiendo que tenían la guerra perdida ( las tropas nacionales habían dividido en dos la zona republicana y avanzaban para culminar su trabajo hacia el este; sin que se vislumbrara la menor posibilidad de reacción en lo que quedaba en poder de la República) quisieron alargarla para intentar mantenerla, en tanto Europa entraba en guerra, algo que ya se veía inminente. En tal caso era muy posible que Francia hubiera intervenido para parar a Franco. Meras elucubraciones porque, como se vio después, el nuevo sistema táctico del ejército alemán, lo que se denominó como "La Guerra Relámpago" o Blitzkrieg, no les dio tiempo más que a intentar defenderse, algo que no consiguieron. Este retraso fue la causa de que, muchos soldados y civiles del bando republicano, murieran sin necesidad; algo que se hubiera evitado si se hubieran rendido en el momento que vieron la guerra perdida.
Pero, si queremos recordar barbaridades ocurridas durante la Guerra Civil, algo que, como en toda guerra, tuvo lugar en ambas partes contendientes; deberemos referirnos a otras formas de matar de una manera ignominiosa a personas de las que ni "La Vanguardia" ni la Generalitat se acuerdan o, todavía peor, quieren ignorar para evitar que, el conocimiento de aquellos crímenes todavía pueda salpicar a algunos descendientes de los que practicaron tales canalladas. Si, señores, aparte de los asesinatos perpetrados durante las primeras semanas que siguieron al levantamiento militar del 18 de julio de 1.936, donde se masacraron a más de 6.000 sacerdotes, monjas y católicos practicantes; en muchos lugares, y Barcelona no fue una excepción, se formaron bandas de asesinos ( de la CNT y la FAI catalanas) que aterrorizaron las calles y asaltaron domicilios de gentes de derechas, militares y católicos, para robarles y después asesinarlos, impunemente, sin que ni el ejército ni la policía hicieran nada para evitarlo. (El señor Company, el gran ídolo nacionalista catalán, por miedo a enfrentarse con el Comité de Milicias Antifexistas, fue el culpable de que estos crímenes tuvieran lugar)
Pero, donde se llevó a cabo con mayor sadismo, impunidad, degradación moral, insania y delirio canallesco la tortura y el asesinato fue en las llamadas "checas", unas organizaciones de terror venidas de la Rusia soviética, donde habían sido implantadas para hacer confesar a base de torturas a los desafectos al régimen comunista o a los que la KGB consideraba que podían constituir un peligro contra la revolución bolchevique algo que, como es fácil imaginar, le sirvió al camarada Stalin para deshacerse, uno a uno, de sus rivales dentro de su mismo partido. Estos centros de tortura se implantaron en Barcelona, Madrid y Valencia y a ellos se llevaban a los que pertenecían a la V columna para que confesasen; a los de derechas, a los de organizaciones rivales (fueron llevados a ellas, torturados y ajusticiados, después de los sucesos de principios mayo de 1937 en los que se enfrentaron comunistas y los de CNT y POUM, a los derrotados de estos últimos sindicatos, que fueron torturados y asesinados). Los pocos que se salvaron fueron trasladados al frente como carne de cañón.
Puede que estos "supervivientes" de la Guerra Civil hayan sido utilizados por las izquierdas en un intento de mantener viva, entre gente poco ilustrada, la llama de la venganza por haber perdido la guerra; pero que nos hablen de que "las bombas no se olvidan", es lo mismo que si nos dijeran que "las guerras matan a inocentes" o que "toda guerra es mala". Si, señores, podemos estar de acuerdo con ello pero, en este caso, las penurias, los asesinatos, los ajustes de cuentas, el miedo y las venganzas no fueron patrimonio exclusivo de ninguna de las dos partes. Lo sensato, lo deseable y lo único que puede evitar que aquellos tristes episodios se repitan, es cubrir con el tupido velo del olvido y el perdón aquellos nefastos acontecimientos, dejando que el tiempo arrastre consigo aquel episodio bélico, por otra parte inevitable, dado el poco sentido común de unos políticos incapaces de mantener el orden y de velar por la seguridad de los ciudadanos. Algunos pudieran pensar, erróneamente, que entre aquellos que no piensan como ellos no los hay que también recuerdan a su muertos, a los que fueron torturados y asesinados y que puede que no estén dispuestos a ser los que siempre deban ceder. Un peligroso juego si la izquierda intenta atizar de nuevo el fuego. O así es como veo, señores, esta estupidez del periódico catalán.
Miguel Massanet Bosch