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El totalitarismo hunde la confianza de la ciudadanía en la UE (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el marzo 28, 2013 por admin6567
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"La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios, sino sobre las faltas de los demócratas" (Albert Camus)

 

Deberíamos hacer una reflexión sobre el totalitarismo. Tradicionalmente, los regímenes de gobierno totalitarios se le vienen atribuyendo a las izquierdas, quizá porque los mejores ejemplos del despotismo de un gobernante han sido, habitualmente, atribuidos a personajes que han formado parte de la izquierda más radical y violenta, capaces de imponer su absolutismo más que con la persuasión o la confianza que pudieran ejercer sobre la ciudadanía, mediante el ejercicio de la fuerza, el terror y la opresión. El "padrecito" Stalin fue uno de estos monstruos que supo ejercer su poder omnímodo en la Rusia soviética durante años a costa de matanzas de cientos de miles de personas; otro de ellos fue el líder de los jemeres rojos Pol Pot un personaje vesánico que ejerció su dictadura en Camboya entre los años 1.975 y 1.979, al que se le atribuyen la desaparición de entre 1.500.000 y 2.000.000 de personas, víctimas de sus métodos brutales de exterminio; el tercero podría ser el líder comunista chino Mao Zedong, el inventor de la "revolución cultural" al que se le atribuyen, directa o indirectamente, el exterminio de entre 70 millones y 10 millones de personas, gracias al autoritarismo y brutalidad con los que impuso de forma sangrienta su concepto de la sociedad.

No obstante, no parece que los métodos totalitarios puedan ser descartados en regímenes conservadores, en sectores del capitalismo o en ámbitos financieros y económicos, celosos de sus privilegios que, cuando entran en colisión con los de otras naciones , estamentos o instituciones, no dudan en emplear los métodos más expeditivos, menos solidarios, más deshumanizados y menos dignos que, si no alcanzan directamente a la vida de las personas sí, en cambio, son capaces de convertirla en una verdadera tortura. Es posible que, en estos momentos, nos encontremos ante un evidente caso de totalitarismo económico; atribuible a una Europa que parece que ha sido incapaz de digerir el intento de aunar voluntades, prescindir de fronteras, hermanar a ciudadanos de distintos países, creencias, costumbres y razas, cuando ha llegado el momento de demostrar al Mundo que, el sueño de una Comunidad Europea integrada por un conjunto de naciones unidas por una sola Constitución y regida por leyes que establecieran la igualdad de derechos y obligaciones y de oportunidades de progreso, se había conseguido. No ha sido así y la llegada de la crisis se ha encargado de poner en cuarentena los sueños de aquellos que pensaron que sería fácil construir unos nuevos Estados Unidos de Europa.

El reciente ejemplo del atrabiliario rescate de Chipre, una pequeña nación que precisaba de una ayuda de 10.000 millones de euros, ha bastado para ponernos ante la evidencia de que la flexibilidad de la CE, que la independencia del Parlamento Europeo o la democracia interna dentro de este institución, no son más que una ilusión, que ha valido mientras no han existido grandes problemas pero que, al menor atisbo de una crisis o recesión, inmediatamente queda patente que, la pretendida solidaridad no es más que una filfa y que, en realidad, la imaginaria influencia del llamado Parlamento Europeo para tomar decisiones importantes y decidir por mayoría sobre las cuestiones que importan a los europeos, no es más que un espejismo que esconde el hecho irrefutable de que, dentro de la UE, existen naciones de primera y de segunda clase. De hecho existe la famosa Europa a dos velocidades, aunque ello no se haya puesto por escrito ni se haya tomado alguna decisión en este sentido.

Pero si, hasta hace poco, se han disimulado las diferencias entre pobres y ricos; si se ha pretendido hacerle creer a la clase media que dependía de ella, de sus sacrificios y de su renuncia a una vida mejor, el que Europa pudiera salir de la crisis; hemos podido comprobar, de primera mano, que todo ello no ha sido más que un engaño que se ha venido tejiendo desde que la crisis hizo acto de presencia. Tanto en el nefasto gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero como ahora – en que hemos podido comprobar lo que planea la UE para los ciudadanos europeos, los ciudadanos de primera y segunda clase, los que viven en países ricos y los que sufren en sus carnes la parte más dañina de la recesión – cuando estamos sufriendo directamente los efectos de las erróneas decisiones que se tomaron y nos vemos lastrados por casi seis millones de personas, sin trabajo y sin perspectivas de que, los programas de relanzamiento de la economía, sean lo eficientes que nos quieren hacer creer, para sacarnos a todos de esta situación insoportable que llevamos aguantando desde hace más de 5 años; vienen los "sabios" de Bruselas, aquellos que cobran fabulosos emolumentos para deambular por aquellas oficinas haciendo como que hacen, pretendiendo haber encontrado la piedra filosofal, para instruirnos sobre lo que van a poner en práctica para "salvarnos".

La "impactante" y "maravillosa" idea de convertir a los clientes de la entidad, que tienen su dinero en una cuenta de un banco, en una especie de "accionista" de la entidad, eso sí, sin cobrar dividendos ni otras gabelas pero, si a la entidad le van mal las cosas porque sus directivos la han gestionado mal o porque la Junta ha sido incapaz de pararles los pies; ¡ los impositores, aquellos que creyeron que en el banco su dinero estaría a salvo, aunque no bien retribuido, estarán obligados, como si formaran parte del accionariado, a aceptar una quita sobre el capital que tengan depositado, cuando éste supere los 100.000 euros! Para entendernos: usted lleva un dinero a la cuenta de su banco para no tenerlo debajo del colchón, pensando que allí estará seguro. Este dinero es el que le permite al banco sacar rendimiento prestándolo a un interés elevado o invirtiéndolo en bolsa o bonos del Estado, con lo que se aseguran un rendimiento seguro. Pero si la dirección del banco no está capacitada u obra especulativamente y no se asegura en invertir "su" dinero de una forma segura, puede ocurrir que, si el banco entra en pérdidas y precisa de un rescate, a usted el consorcio bancario le garantiza hasta 100.000 euros por entidad pero, si el banco no recibe ayuda del Fondo de Rescate Europeo, porque a la señora Merkel no le da la gana, entonces de lo que le quede le van a quitar una parte ( un 20, un 30 o un 50%) para ayudar al banco que no ha sabido defender sus imposiciones. Es decir que usted, por ser cliente del banco, asume, como los accionistas, el hecho de poder perder el dinero invertido, sin formar prte de la sociedad mercantil ¿Dónde está legislado tamaño despropósito? En parte alguna.

Un sistema capitalista de robo a mano armada. Ahora pretenden decir que ello no tendrá lugar, que se trata de un caso especial para Chipre y que, ni España ni el resto de países, se verán afectados por tal idea. No obstante, acto seguido de que se dijera esto, han vuelto a salir los niños bonitos de Bruselas para insistir en que "esta era una solución muy buena" para que el BCE o el Fondo de Rescate no se vieran afectados por las posibles quiebras bancarias. ¡Pero respiren ustedes, dicen que esta medida no se aplicaría hasta el 2018! Lo que sucede es que, tantas veces nos han mentido, tantas veces nos han dicho que al año próximo se acabará la crisis que, como toro toreado, nos hemos resabiado y ya no nos creemos una palabra de aquello que nos dicen y, menos, si son promesas de los políticos. Pero pongan atención: los políticos y bancos, como sucedió en la recesión de 1.929 en EE.UU, el desplome bancario causado por la retirada masiva de los ahorros de los ciudadanos, puede volver a ocurrir en Europa y no vayamos a creer que podrán hacernos el "corralito", para impedir que la gente recobre lo que es suyo, ¡esto se acabó! O esta es, señores, mi pesimista opinión al respecto.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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