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Donde se habla del furibundo Gabilondo y los opacos Sindicatos (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el junio 9, 2013 por admin6567
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"Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable" .Voltaire

 

No es raro que, cuando el mayor representante del socialismo en España, don Alfredo Pérez Rubalcaba, se halla en uno de los momentos de mayor desconcierto y desorientación, empeñado en recuperar los votos que su falta de carisma y sus irrealizables proyectos utópicos le hicieron perder, de forma estrepitosa, las elecciones del 20 de noviembre del 2011, alguno de los más recalcitrantes detractores de la derecha; uno de los más irreconciliables enemigos del capitalismo y de los más fanáticos progresistas que siguen manteniendo arraigado, en el fondo de su rencoroso corazón, el odio que mamó de los perdedores de la Guerra Civil española; el periodista Iñaki Gabilondo sigue empeñado en mantener, a toda costa, el enfrentamiento absurdo entre españoles, como si el tiempo, el progreso, los cambios políticos y las nuevas generaciones de españoles no hubieran tenido tiempo (74 años) para relegar al olvido aquellos viejos recuerdos de provocaciones, odios y encarnizadas batallas, que fueron capaces de enfrentar a las dos Españas en una guerra civil; en aras a una reconciliación nacional, cuya primera piedra fueron capaces de poner aquellos que gestionaron, como hizo don Adolfo Suárez, lo que fue la ejemplar transición a la democracia.

Es obvio que los esfuerzos de aquellos políticos que supieron dejar a un lado sus ideologías para pactar una Constitución y enfocar al país hacia un nuevo sistema de gobierno basado en lo que se calificó como una "democracia parlamentaria"; desde que el señor Rodríguez Zapatero obtuvo el poder, en las elecciones del 2004, han quedado apartados y, una vez más, ha resurgido de sus cenizas aquella izquierda agresiva, intolerante, doctrinaria y fanática que nos hace recordar, a los que tenemos suficiente edad para poder hacerlo, a aquellas turbas incontroladas, fuertemente armadas y dirigidas por asesinos profesionales que fueron capaces de sembrar el terror en las calles de nuestras ciudades, dando paso a una época de terror que se cebó en las personas de orden, los católicos, los religiosos e incluso en aquellos republicanos de derechas que se opusieron a tal estado de cosas. Parece, no obstante, que un nostálgicos como el señor Gabilondo, probablemente disgustado por haber perdido el predicamento del que gozaba cuando compartía espacios televisivos y charlas por la radio con el señor Zapatero; sin querer resignarse a perder protagonismo ni ser capaz de medir sus palabras, ha querido hacerse el inteligente tratando con desprecio y tono jocoso a la señora vicepresidenta del Gobierno.

Como suele ocurrir cuando alguien, en lugar de pensar sus palabras y sopesar sus consecuencias, antepone a la razón sus instintos primarios, el señor Gabilondo ha metido la pata hasta el corvejón al utilizar expresiones del más puro tenor machista, cuando, en su alocución, ha enviado a la vicepresidenta, señora Sáez de Santamría, "a cuidar de sus hijos y de su marido"; con lo que la ha querido descalificar como persona capaz de cumplir con su cometido en el gobierno, por el simple hecho de ser mujer. ¡Craso error, señor Gabilondo! Porque ha puesto usted en un brete a sus correligionarios socialistas y a todas las feministas que, probablemente, se han quedado abochornadas ante semejante machada que, si la hubiera cometido una persona de derechas, en estos momentos estaría pasando el Vía Crucis de ser reprobado y denostado por todas las organizaciones políticas y grupos feministas, de tendencia izquierdista, de esta nación. Y es que, este señor debiera de darse cuenta de que los años no perdonan y si, en lo físico, se le ha puesto cara de vinagre, en el intelecto ya empiezan a oxidársele las sinapsis que interrelacionan sus neuronas, al menos las que le quedan; lo que puede ser un síntoma grave para alguien que presume de inteligencia. Hay tiempos, señor Gabilondo, en los que cuando uno no es capaz de contener sus instintos y no se ve capaz de discurrir con tino, lo mejor que se puede hacer es limitarse a vivir de los recuerdos y mantenerse apartado de la actividad pública, so pena de incurrir en ridículos como él al que me he referido.

Y otro tema igualmente sorprendente. Verán ustedes, si hubiera en este país alguna institución que, a la vista de los últimos acontecimientos ocurridos en Andalucía, con los famosos ERE's fraudulentos, a los que les vendría de perillas una buena revisión de sus cuentas, un análisis pormenorizado del modo en el que invierten sus ingresos, tanto la cuotas societarias como las subvenciones públicas que reciben, y de la forma en la que, los encargarlos de administrarlos, se ocupan de destinarlos a los fines para los que estaban previstos; sin duda, serían estos dos sindicatos mayoritarios, responsables en gran manera de la situación precaria a las que nos llevaron los socialistas a los españoles, CC.OO y UGT. Si el Gobierno está preparando una Ley de Transparencia que, incluso, abarcará a la Familia Real, los partidos políticos y aquellas instituciones públicas que forman parte de la Administración del Estado; resulta de todo punto incomprensible que, ambos sindicatos, se hayan mostrado contrarios a que se les aplique este control sobre el destino que se da a los dineros que reciben que, nadie se lleve a engaño, en su mayor parte, proceden de subvenciones del Estado ya que las aportaciones de sus socios apenas alcanzan a un 20% de lo ingresado.

Y todavía quedan más en evidencia, si tenemos en consideración que otros sindicatos menores, como el sindicato de funcionarios CSI-CSIF; USO, y CEP han declarado que están de acuerdo con que se los controle, visto que sus cuentas no contienen adulteración alguna y están listas para pasar las revisiones que cualquier organismo del Estado juzgara oportuna.. No están los dirigentes de CC.OO señor, Fernández Toxo y de UGT señor Méndez, en condiciones de oponerse a que controlen las cuentas de sus sindicatos cuando es evidente que, la consideración de los españoles respecto a ambos sindicatos no puede ser más crítica, desfavorable y contraria a ellos. Su despreocupación, durante años, por los desocupados, sus problemas con la justicia y la percepción de que existen, dentro de ellos, muchos dirigentes se han embolsado cantidades destinadas a auxiliar a trabajadores necesitados de ayuda y, por el contrario, la evidencia de que se incluyó en los ERE, de forma fraudulenta, a personas ajenas a las empresas en crisis, con el objetivo de que percibieran el subsidio de desempleo.

En realidad, lo que muchos españoles pensamos cuando, en España, tenemos a más de 6'2 millones de parados, la actividad industrial bajo mínimos y las perspectivas de recuperación todavía se ven lejanas; es que no tiene sentido que, el Estado, a través del Gobierno, siga subvencionando a unos sindicalistas que han dado muestras de estar excesivamente politizados, que han estado indiferentes ante el aumento de parados; plegados, en todo momento, a las órdenes e indicaciones del gobierno del señor Rodríguez Zapatero, con el que se conchabaron para no ponerlo en aprietos, algo que no han hecho con el del señor Rajoy.

Una vergüenza que hacemos extensiva a la CEOE, también subvencionada por la Administración que, incomprensiblemente y dando muestras de su cerrazón y temor a que se descubran sus interioridades, también se ha mostrado contraria a que, el Estado, pueda investigar sus cuentas. Ambos casos demuestran la necesidad de luz y taquígrafos, para descubrir lo que se oculta en los entresijos de las organizaciones sindicales y patronales, ¡Cuánto antes mejor! O así es, señores, como lo considero yo.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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