PABLO SEBASTIÁN
(Publicado en Republica.com, aquí)
España nunca debió pedir el traslado del pederasta Galván a las cárceles españolas, y el Gobierno de Rajoy empieza a dar marcha atrás en los controles de la frontera de Gibraltar. Estas son, y no otras, las verdades de estas dos crisis diplomáticas, pero está claro que los portavoces oficiales del Ejecutivo de nuestro país no dicen la verdad y ello empeora la situación y la credibilidad de España en ambos conflictos.
Este Gobierno de Rajoy sigue jugando a las medias verdades que suelen ser grandes mentiras. Lo vimos en el debate de Bárcenas y el juego continua ahora con motivo de las crisis diplomáticas que están abiertas con Inglaterra a propósito de Gibraltar, o el Reino de Marruecos en relación con el indulto marroquí del pederasta Daniel Galván, primero indultado por Mohamed VI y hoy preso en nuestro país y pendiente de una decisión judicial de extradición a Marruecos, de libertad -tras el indulto inicial de Mohamed VI, luego revocado- o para el cumplimiento de su condena en nuestro país.
Rajoy y Cameron han hablado por teléfono durante diez minutos sobre la crisis de Gibraltar y tenemos sobre la mesa pública dos versiones distintas: la de Cameron que asegura que el presidente español le ha prometido que se normalizará el transito habitual en la frontera gibraltareña; y la de Rajoy que asegura haberle dicho al ‘premier’ inglés que las acciones ‘unilaterales’ de Inglaterra en Gibraltar son ‘inaceptables’, en alusión al lanzamiento en aguas españolas por parte de los ingleses de bloques de cemento que impiden faenar a los pesqueros españoles en esas aguas hispanas.
¿Quién dice la verdad? No se sabe, a no ser que las dos versiones incluyan una parte de verdad, que Londres reconozca un error en la iniciativa unilateral del lanzamiento de bloques de cemento en las aguas españolas y que a cambio de ello Madrid prometa ahora moderar los controles de tránsito en el Peñón. Pero lo cierto es que las dos partes se arrogan tener razón y mantener su posición, pero también res cierto y ello le da la razón a Cameron que en los últimos días España ha reducido los controles en la frontera de Gibraltar, probando que Rajoy recula a pesar de haber acusado a Londres de acciones ‘inaceptables’.
Con Marruecos pasa lo mismo, el ministerio de Exteriores, con su tan locuaz ministro Margallo a la cabeza, asegura que todo lo ocurrido con la liberación del preso y pederasta Galván es culpa de Marruecos porque España no pidió para él el indulto sino su traslado a España para que cumpliera su condena de treinta años en cárceles españolas. Y dice Margallo que Galván cumplía los requisitos para poder ser objeto de la medida de gracia de traslado que el Rey de Marruecos convirtió por su cuenta en un indulto.
He aquí otra media verdad o gran mentira. Galván podría cumplir los requisitos legales para cumplir condena en España pero no los requisitos morales para recibir esa medida de gracia ni tampoco los políticos, y a la vista están las consecuencias de semejante iniciativa española de incluir a Galván en una lista de traslados cuando hay cientos de presos españoles que cumplen esos y todos los requisitos. ¿Por qué y quien decidió incluir a Galván en dicha lista de ‘beneficiados’ de traslados? El gobierno sigue sin decir nada y todo apunta a que esa decisión ha partido del CNI por los servicios prestados por Galván a los servicios secretos españoles, y que en consecuencia ha sido la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, responsable política del CNI, quien ha incluido al tal Galván en la lista española de los agraciados -las cárceles de Marruecos comparadas con las de España son mucho mas duras- con el traslado. El propio Rey de España pidió medidas de gracia para un preso que estaba enfermo y Mohamed VI no la concedió.
Es decir estamos, una vez mas, en el ámbito de las mentiras y el juego de las medias verdades y ocultaciones sin respuestas claras, ni nombres de los responsables de todos estos errores. Y desde luego sin que se depuren responsabilidades políticas por todo ello.
Y así, en plena crisis económica y social, no podemos seguir, ni añadir mas problemas internacionales, que se unen ahora al caso de las denuncias de Carromero sobre Cuba y la muerte de Payá, porque todo ello aumenta su mala fama internacional -’la marca España’- a la vez que da la impresión que España se somete a las presiones ajenas como parece ser el caso de Cameron, o Cuba o de las últimas peticiones del comisario Rehn de la UE a favor de que se bajen los sueldos de los españoles un 10 %, sin que este tan locuaz Margallo no haya salido a decir con toda claridad que no. Una vez mas y empezando por el presidente Rajoy tenemos que decir que este gobierno no funciona como debiera y no dice la verdad, por lo que bien merece una profunda remodelación.