No sé si será por los malos vientos que nos vienen del Peñón, por mor de los calores del verano o quizá por el maleficio que parece afectar a nuestra banca, que nunca acaba de resucitar de su larga enfermedad, de la anemia de sus cuentas o de los nefastos resultados de lo que fueron sus implicaciones en el sector inmobiliario, la causa de tantos quebraderos de cabeza para los españoles, tan fatales consecuencias han tenido para nuestra industria y tan nefastos efectos han representado para nuestros autónomos, pequeñas y medianas empresas, a los que han condenado, en la mayoría de los casos, a desaparecer o a quedar al albur de la resistencia económica de sus propietarios. En cualquier caso, cuando nos empezábamos a creer que la situación empezaba a dar un cambio, que los nubarrones que se cernían sobre el futuro de España empezaban a mostrarse menos densos, de nuevo, las malas noticias han empezado a encadenarse de modo que ya estamos empezando a pensar que nuestras esperanzas no eran más que simples volutas de humo.
La primera mala noticias, sin duda, fue la reactivación, en un momento poco oportuno, del conflicto de Gibraltar del que no vamos a hablar por haber sido tratado antes en profundidad. La segunda, la hemos encontrado en la prensa diaria cuando se ha anunciado que, la mora de la banca, ha alcanzado la cota nunca vista del 11'61%, cuando las entidades han aflorado nuevos créditos dudosos en sus balances del mes de junio. No es necesario haber estudiado en Hardware para que, cualquier ciudadano de a pie, pueda sacar de inmediato unas primeras conclusiones que, por supuesto, no resultan nada alentadoras. Parece que los traspasos de los activos tóxicos de muchos bancos a la Sareb que, en un principio, dio por resultado un descenso significativa de este indicador, pasado un tiempo ha vuelto a repuntar a causa de una revisión, ordenada por el Banco de España a los bancos, para que revisaran sus carteras de créditos dudosos lo que, al parecer, ha hecho emerger nuevos créditos morosos que alcanzan la preocupante cifra de 176.400 millones de euros. Dicen que esta noticia no tendrá efectos bursátiles porque el mercado "ya la ha descontado", pero su repercusión puede ser catastrófica.
Sin embargo, señores, algo hay en este tema que no puede dejar de ponernos en guardia: la concesión ansiada de créditos, que todo el mundo estaba esperando para reactivar nuestra industria y aligerar las presiones de los costes laborales y de sostenimiento de autónomos y pequeños empresarios, parece que de nuevo van a retrasarse. Ya son demasiado numerosas las veces que los bancos reciben ayudas a través del FROB o del Banco de España y, últimamente, procedentes de los fondos de la CE, en este caso 40.000 millones de euros, que nos hicieron concebir esperanzas de una recuperación de nuestras industrias y comercios que permitieran parar la sangría constante del desempleo, que sigue en su goteo constante aunque, durante los tres últimos meses, se haya notado una notable mejoría que, desgraciadamente, si esto sigue así, mucho nos tememos que no se vaya confirmando en el futuro. Ya no se sabe que más hay que hacer con bancos y cajas para que se recuperen de sus veleidades especulativas con el sector inmobiliario y empiecen a cumplir con sus obligaciones como financieros de nuestro sector productivo y comercial.
Duele tener que admitirlo, pero la intervención del Gobierno en poner orden en los abusos en los sueldos de los directivos de bancos y cajas, viene dejando mucho que desear. Los ciudadanos no pueden comprender que, un sector que ha sido el principal causante de la explosión de la burbuja inmobiliaria; que ha recibido, desde entonces, miles de millones para ayudarlo a solucionar los problemas inherentes a sus inversiones fracasadas y que, para mayor INRI parece ser que, en muchos casos, aquellos mismos que contribuyeron a la debacle, siguen ocupando sus puestos en la dirección o, los que los puedan haber sustituido, continúan percibiendo sueldos astronómicos que no se perciben en ningún otro sector público ni privado; algo inexplicable a la vista de que la recuperación esperada no acaba de llegar y, sin duda, tardará más en llegar si se siguen abonando este tipo de retribuciones o se siguen pagando cantidades millonarias por cada jubilación que se produce.
No se acaba de ver claro el por qué, la Fiscalía General del Estado, todavía no haya tomado las medidas precisas para investigar el grado de responsabilidad penal que les pudiera corresponder a todos estos directivos que, evidentemente, jugaron con las aportaciones de sus inversionistas de una forma temeraria, especulativa y dolosa, cuando invirtieron en activos poco sólidos y fiables, dieron créditos a empresas sin comprobar si sus bienes bastaban para garantizar el préstamo o se metieron en negocios en los que, por la especial condición estatutaria del ente, no les estaba permitido intervenir. Son pues muchas las incógnitas que todavía planean sobre este sector que, incomprensiblemente, sigue generando beneficios, repartiendo dividendos y enriqueciendo a sus gestores cuando, por otra parte, constituyen una carga para todos los ciudadanos que, sin comerlo ni beberlo, se ven obligados, a través del pago de impuestos, a contribuir al pago de nuestra deuda pública que, a la vez, va aumentando ( supera el 90% del PIB) debido a que ha de devolver los préstamos que se reciben de Europa para el apoyo de la banca.
Es posible que nuestra visión de la situación global del país sea limitada y no conozcamos todos los factores que condicionan nuestra situación pero, señores, algo es evidente y es que: con más de cinco millones de parados, sin trabajadores que aporten sus cuotas a la Seguridad Social y debiendo pagar las prestaciones de desempleo y los 450 euros a aquellos que, sin derecho a ellas, siguen sin percibir ningún sueldo o retribución; va a ser imposible que se inicie recuperación alguna ni este año ni el que viene si es cierto que, para que se produzca demanda de empleo, el crecimiento anual del país debe ser superior al 1'5%., cantidad que, al parecer, estamos lejos de poder alcanzar.
Creo que ya existe en otros países pero, teniendo en cuenta las especiales circunstancias por las que pasa el país, la necesidad ineludible de que, a los recortes que ya hemos sufrido; a la congelación de las pensiones y los salarios de los funcionarios; a los despidos de personal, tanto de los entes públicos como de las empresas privadas y a los otros sacrificios que se le han venido exigiendo a la ciudadanía, se debería corresponder, al menos durante unos años, hasta que se recupere una cierta normalidad, estableciendo unos topes racionales en las retribuciones de estos seres privilegiados, los banqueros, que se ganan la vida negociando con nuestro dinero para que, con ello, contribuyan también a los sacrificios de toda la comunidad. Teniendo en cuenta que, gracias a su ambición y a su falta de tino, la nación ha estado sometida a una de las recesiones mayores de su Historia; no creo que fuera nada extraordinario, dados los males derivados de sus actuaciones y la evidencia de que, a pesar de sus errores, los sueldos que perciben se salen de los que normalmente perciben aquellos que desempeñan cargos similares en otras empresas privadas, imponer un tope máximo.
Los sacrificios deben ser compartidos ya que, en caso contrario, existe una injusticia que, como suele ocurrir, recae siempre sobre los más débiles. O así es, señores, como un ciudadano de a pie ve este tema.
Miguel Massanet Bosch