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Personajillos e intrusos mediáticos (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el junio 16, 2014 por admin6567
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"Una onza de vanidad deteriora un quintal de mérito" Proverbio turco.

 

La TV ha sido la responsable y sigue siéndolo de que, muchas personas, hayan descubierto que el conseguir aparecer, aunque sólo fuere por unos segundos, en las pantallas de los televisores, suele ser un pasaporte eficaz para catapultarse a la popularidad. Basta seguir la multitud de programas en los que intervienen concursantes, ya fuere para participar en programas más o menos culturales, como para intervenir en calidad de objetos manejables y dispuestos a dejarse ridiculizar, en manos de productores o presentadores, que se valen de ellos para presentarse como los listos de la historia y, mediante los cuales, consiguen hacerse con una audiencia ávida del morbo y de goce viendo como los hay que por dinero se dejan degradar y desnudar, física y sentimentalmente, con tal de conseguir su minuto de gloria en la caja tonta.

Lo cierto es que, estos programas "basura" que, con tanta frecuencia, utilizan determinadas televisiones privadas que, debido a la necesidad de sus directivos y promotores de conseguir publicidad que las ayude a subsistir (algo que no se les puede negar a estas producciones donde se barajan sentimientos humanos, sexo, historias truculentas y abundante exhibición de carne por parte de las participantes); a los que precisan recurrir para conseguir éxito de audiencia, algo que nos da la medida de la calidad intelectual de una parte de la ciudadanía y nos ayuda a entender el éxito de determinadas formaciones seudo políticas cuando se trata de conseguir apoyo, simplemente utilizando tópicos y reclamos de tan escasa entidad que, hasta un niño vería que son simples trampas dialécticas. Hete aquí como, un personajillo, sin más bagaje que una personalidad descarada, un lenguaje arrabalero y el "mérito" de haber sido la compañera de un torero, ha conseguido permanecer durante años en este tipo de programas, cobrando unos emolumentos que para sí quisiera el presidente del Gobierno; sin otra obligación que ir creando escándalos, casarse, divorciarse y volver a repetir, para mantener en el candelero y ayudar a algunos "listillos" a ganarse la vida a su costa dándoselas, a la vez, de grandes periodistas.

Y así, señores, hemos visto a multitud de presuntos "artistas", tertulianos, peloteros, periodistas venidos a menos, presentadores fracasados y así siguiendo. Toda una retahíla de personas que forman parte de esta multitud de personajillos cuyo verdadero puesto en la sociedad debiera ser de simples ciudadanos, sin otros méritos sobre los demás, que haberse dejado explotar por quienes no paran mientes en cuestiones éticas y morales, cuando se trata de afianzarse en su puesto. Verán, ahora se ha puesto de moda poner al frente de programas presuntamente de diversión, a señores que, vayan ustedes a saber por qué causa, han almacenado una abundante cantidad de bilis, de rencor, de odio y de animadversión contra los que no comparten sus sentimientos neoizquierdistas. Un ejemplo lo tenemos en este señor de aspecto un tanto inquietante, de pose intencionadamente desmadejada, al que se le conoce como el Gran Wyoming y forma parte de estos freakies que han sabido explotar su cualidad de comunistoide para hacerse rico, precisamente poniendo de vuelta y media a los ricos. Su sentido anfibológico es evidente cuando el mismo dice que "tener dinero solo me convierte en rico, pero no en hijo de puta" porque parece que, para él, el que otros hayan ganado dinero con sus empresas o vendiendo artículos, sí los convierte en personajes, a los que hay que atacar y eliminar, como sujetos nocivos y explotadores de obreros. En todo caso, la frasecita de este señor, como diría el señor Zapatero, su amigo "seria, sin duda, discutida y discutible".

Y es que la tentación de escalar, de convertirse en famosos, de utilizar todos los trucos para destacar o para aparentar ser más listo, inteligente, más simpático o más popular, es tan grande que, muchos de estos "famosos" a los que tenemos que soportar, no dudan en lanzarse al vacío del ridículo en su afán de aparentar ser más de lo que son. Ahí tenemos la gran metedura de para de esta chica americana, Miles Virus, una adolescente que hasta hace poco hacía programas para jóvenes que, mal aconsejada y presa de una rara locura, se ha convertido en una furia sexual que no duda en representar las más estrambóticas posturas lascivas sólo para conseguir más fama. Pues esta señora, en Barcelona, metió la pata hasta el corvejón al sacar una ikurriña en su show, seguramente pretendiendo hacer un guiñó al nacionalismo catalán.

Pero es que, en España, siguen existiendo enchufes, si señores, personajes a los que los debieran de haber echado de sus puestos pero, vayan ustedes a saber por qué tipo de influencias, apoyos o soportes, se los sigue manteniendo en sus poltronas. Ahí tenemos el ejemplo de esta señora, Mari Lo Montero, una señora que basa su caché en mantener un buen aspecto pese a ya tener una edad. Sin embargo, como conductora de un programa de mañana en la TV1, ha venido dando muestras de su gran egolatría, en su empeño por demostrar que sabe de todo y que nadie puede igualarla, hasta que ha llegado a constituirse un personaje ridículo; máxime si se tiene en cuenta sus continuas meteduras de pata, algo que ha llevado a la dirección a recortarle algunos de sus comentarios. La últimas de sus salidas de tono la cometió, junto a María Casado (otro de los topos de izquierda que sigue manteniendo la dirección, aún conociendo su descarado favoritismo por los huéspedes de izquierdas a los que entrevista, lo contrario que sucede con los de derechas); cuando exhibieron el salto que realizaron desde 4.000 metros de altura apenas transcurridas 72 horas del fallecimiento de Darío Barrio, debido a un fallido salto desde un avión. La emisión de las imágenes de las dos presentadoras saltando demostró la falta de delicadeza de estas señoras, sólo preocupadas por promocionarse ante la audiencia.

Recordemos, al efecto, que la señora Mari Lo Montero se tiene tan creído el ser una belleza que, aparte de que en su programa, medio en serio o medio en broma, no para de repetir la gracieta de "Marí Lo Montero la más bella del mundo entero"; en su reciente visita al programa El Hormiguero, volvió a las andadas cuando volvió a repetir "estoy para comerme". Una broma se admite una vez pero, cuando se insiste sobre el mismo tema, resulta cargante, cuando no se puede interpretar como una muestra de narcisismo. Lo cierto es que ha reconocido que le gusta formar parte del Trending Tepic lo menos una vez al mes. Lo dicho: cargante.

Recordemos que esta señora que, en su programa La Mañana, comparte el espacio con una nutricionista, Ana Bellón, y un cocinero, Sergio; pretende, en todo momento, acaparar el protagonismo, ya sea interrumpiendo la explicación de la doctora o pretendiendo haberse convertido en una experta en "emplatar" los platos que Sergio cocina. En febrero de este año volvió a meter la pata cuando confundió el Miño con el Nilo, lo que pretendió justificar por haber visto un documental sobre Egipto. En otra ocasión conecto con Luarca (Asturias) para interesarse por el estado en el que había quedado el Museo del Calamar Gigante. Con su habitual desenfado y sin pensárselo dos veces, refiriéndose a los calamares gigantes, preguntó "¿Estaban vivos?" una pregunta que se hubiera podido ahorrar, porque estos bichos viven a 2.500 metros de profundidad y no pueden vivir a presiones inferiores. Hace tiempo se metió en un lío al exponer su duda de que si, en un trasplante de brazo de un muerto, podía traspasarse parte del alma del fallecido. Todos podemos equivocarnos y podríamos perdonarla si, en sus errores, no hubiera una importante carga de vanidad y superioridad. Por desgracia, esta señora no quiere aceptar sus limitaciones. Peor para ella. O así es como, señores, desde el punto de vista de un ciudadanos de a pie, vemos las miserias humanas.

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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