
El Once de Septiembre es una vergonzosa e impúdica invención, como lo es la fantástica historia de la nación catalana en permanente lucha contra España. Es una mentira histórica, contumazmente difundida, que en la Guerra de Sucesión de la Monarquía Española de 1714 (la fecha fetiche) se produjera un enfrentamiento entre España y Cataluña, lo mismo que Casanova muriera en el campo de batalla y no en su cama, como así fue, o que fuera independentista y no un monárquico español que quería a Carlos como Rey de España, no de Cataluña. Pero ahí tenemos a todos los separatistas llevándole flores a un fantasma sin ruborizarse (incluido el Barça, con Iniesta, y el Espanyol, al que han quitado ya la ñ), sosteniendo la patraña y convirtiendo esta fecha en hito fundacional. Así se ha construido y mantiene todo el edificio secesionista. Y les funciona, oiga. Mientras los demás sigamos pusilánimes y consentidores, pues adelante. Parecía que Ciudadanos se había enterado «de qué iba la fiesta», pero hete aquí que se ha puesto a lavarle los platos al catalanismo para servirnos una paella.
El independentismo, entre tanto, ha roto la Constitución, se ha salido del marco y ya está fuera del juego democrático. «El Parlamento de Cataluña, como depositario de la soberanía y como expresión del poder constituyente, reitera que esta Cámara y el proceso de desconexión democrática del Estado español no se supeditarán a las decisiones de las instituciones del Estado español, en particular del Tribunal Constitucional». ¿Se puede decir más claro? «Reitera»… ¿Qué más hay que esperar para reaccionar?
Se equivocan los que, después de ver estas procesiones dispersas, tácticamente separadas, deduzcan que el ‘proceso’ empieza a decaer. Hay algo patológico e infantil en este evadirse, este no querer aceptar ni enfrentarse al principio de realidad del separatismo. TV3, el NO-DO.cat, mientras tanto, seguirá manteniendo la antorcha, inflamando los ánimos, sosteniendo la entelequia de un pueblo irreductible decidido a decidir su futuro, que será glorioso, utilizando sin rubor a niños y abuelitos y jóvenes enarbolando enardecidos pacíficas banderas. Entre col y lechuga, Ada Colau afirmará que el Estado Español es facha y totalitario porque reprime «los derechos y libertades nacionales» (no hay libertades ni derechos nacionales, sino de los ciudadanos), o sea, «las múltiples soberanías», esa «plurinacionalidad de hecho» que debe convertirse en «pluriloquesea» de derecho. «Se quedó a 30 créditos de alcanzar el título de Filosofía» dice su biografía; vamos, que le faltó un pelín para llegar a licenciada. ¡Con lo difícil y costoso que es acabar una carrera! ¿Será por eso que dice tantas tonterías?