(Publicado en El blog "Con ánimo de molestar"-ABC, aquí)
Los asesinos vuelven a la palestra periodística para perdonarnos la vida. Eso sí, a cambio de una negociación en la que el Estado les conceda todas sus reivindicaciones. Lo que en el comunicado llaman “territorialidad y derecho de autodeterminación”, “reconocimiento de Euskal Herria y su derecho a decidir” y “abandono” por parte de las autoridades españolas y francesas de “las medidas represivas y la negación de Euskal Herria”.
En otras palabras, exactamente lo mismo de todas y cada una de las treguas anteriores. Ni disolución de ETA, ni abandono de la violencia, ni condena de la violencia ni petición de perdón a las víctimas.
La única variación en esta ocasión es el papelón que nuevamente han protagonizado tantos demócratas, políticos, analistas, medios de comunicación, creando expectativas de un comunicado final de ETA y confiriendo, a través de esas expectativas, categoría de estrellas mediáticas y de protagonistas a quienes son meros asesinos y chantajistas.
La nota más positiva de esta mañana por lo que tiene de anticipo de una actitud exigente del Gobierno es la declaración Ramón Jáuregui poco antes de conocerse el texto del comunicado, : “ETA pondrá un precio a su finalización que no vamos a pagar”.
Esa es la esencial tarea democrática ahora: dejar claro a ETA que las instituciones democráticas no van a pagar el precio exigido en el comunicado y que sólo les cabe una salida: la disolución sin contrapartida alguna.
Postdata a las 14,45h.: Una hora después de colgarse este post se han conocido las reacciones del Gobierno y del partido del Gobierno. Impecable Rubalcaba en su rechazo de las exigencias de ETA. Sorprendente Marcelino Iglesias en su expectativa de que ahora se confirme la tregua con hechos y sin condiciones, como si las condiciones no estuvieran bien claras en el comunicado de ETA.