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El rol sindical en capa caída. Una huelga inoportuna (por Miguel Massanet Bosch)

Publicada el noviembre 14, 2012 por admin6567
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Señores: ¡la revolución está servida! No, no se asusten, no es que el cuartel de San Andrés de la Barcelona de 1.936 haya vuelto a entregar fusiles, pistolas, y bombas de mano a las turbas callejeras para que se enfrenten a los rebeldes que se levantaron, en Barcelona, contra la República el 19 de julio de aquel año; ni, tampoco, que las «brigadas del amanecer» recorrieran de nuevo las calles de Madrid en busca de «facciosos» a quienes ajusticiar, torturar o robar, que de todo hubo en la viña del Señor; simplemente, se trata de lo que está ocurriendo en esta España del SigloXXI, cuando una parte de sus ciudadanos se encuentra sin trabajo; la otra que no quiere trabajar y por esto se ha metido a sindicalista, que es una profesión que sólo requiere tener buenos pulmones, pocas luces intelectuales y mucho tiempo libre para dedicarlo a ir de manifestación en manifestación esgrimiendo banderas de CC.OO o de UGT, para así simular que son muchos más de los que realmente son y, otros, que no acabamos de creernos que hayamos llegado a estas cotas de degradación económica, moral y ética.

Claro que, en estas manifestaciones callejeras, tampoco faltan los nostálgicos de la II República que sacan a relucir la bandera tricolor, porque eso de enarbolar la bandera constitucional sólo es cosa de «fachas» y «opresores» del pueblo catalán. Pero, la verdadera revolución, a la que me estoy refiriendo, es a aquella que llevan a cabo todos aquellos insensatos que habiendo colaborado estrechamente con el anterior gobierno socialista, del señor Rodriguez Zapatero, ahora no aceptan su fracaso, no entienden que hayan perdido el poder y, sobre todo, no soportan que sea la derecha la que gobierne con una mayoría absoluta, en las dos cámaras. Todo este sector del pueblo, todos los que han vivido durante siete años de cargos públicos, de enchufes en empresas públicas, de subvenciones del ministerio de Cultura o de ayudas a la actividad sindical de unos sindicatos que fueron incapaces de protestar ante la evidencia de que la incompetencia, la ineptitud y el sectarismo de un gobierno socialista de dos legislaturas, habían dado lugar a que, en España, hubiera ya más de cinco millones de desocupados y una gran parte de nuestras empresas, especialmente la mediana y pequeña, en quiebra.

Pero vean ustedes la contradicción, la desvergüenza y la incoherencia de estas izquierdas a las que hemos tenido que soportar durante tantos años, con todos sus «tics» comunistoides y sus endémicas proclamas laicistas, igualitarias, anti–capitalistas y frente populistas; que todavía no se han enterado de que, cuando se iguala a todos rebajándolos al nivel de la desgracia y pobreza, no se actúa a favor de un pueblo, sino que se le hunde en el fracaso y se le condena a la miseria, como en tantas ocasiones hemos tenido ocasión de comprobar en todas aquellas naciones europeas que permanecieron secuestradas detrás del famoso «Telón de Acero», que separaba las dos Alemanias y que fue, durante muchos años, la frontera simbólica entre lo que era libertad, progreso y bienestar vs. opresión, pobreza e inseguridad.

Los que llevaron de la mano, colaborando con los distintos gobiernos socialistas de Zapatero ( no excluyamos a los sindicatos, separatistas, y las izquierdas extremas), a la nación –otrora un ejemplo de lo que fue una transición ejemplar y un gobierno de progreso y orden, como fue el del señor Aznar –, hacia la peor situación, desde aquella infausta Guerra Civil, hoy quieren dar lecciones a nuestros actuales gobernantes, de cómo sacar al país de sus dificultades; predicar fórmulas sociales que, cuando ellos las quisieron poner en marcha fracasaron estrepitosamente y, en el colmo de la cara dura y de la deslealtad política, intentar culpar a quienes luchan para conseguir evitar que España sea apeada de la UE, caiga en el abismo de la quiebra soberana y pueda buscar, por el tortuoso camino del trabajo, el sacrificio, el esfuerzo y el tesón, esta recuperación que sólo se puede lograr trabajando todos los españoles a una, codo a codo.

Porque, veamos señores, cómo se puede digerir que hoy, 14 de noviembre, por segunda vez en este año, unos descerebrados sindicalistas, unos verdaderos dinosaurios de la fauna previa al homo erectus; tengan la osadía de, en medio de una crisis que ya llevamos arrastrando 5 años; pendientes de que Bruselas valore nuestros esfuerzos para enderezar el rumbo de España y con las bolsas pendientes del más mínimo signo de debilidad por nuestra parte, para volver a sepultarnos en las catacumbas de una prima de riesgo insostenible y de unos intereses desmesurados, que nos llevarían inexorablemente a una situación todavía peor que la griega, con el peligro de tener que abandonar la moneda europea; el señor Toxo y el señor Méndez, hayan encabezado una huelga general, una huelga de carácter político como ha demostrado el apoyo incondicional del PSOE y de los partidos de izquierdas; sabedores de que no van a conseguir ninguna ganancia de ella y que sólo va a beneficiar a aquellos que buscan desestabilizar el régimen, para implantar el caos, la inseguridad, el absolutismo y la más penosa de las pobrezas; ya que, ninguna de dichas formaciones ha sido capaz de presentar un plan coherente y viable para evitar que caigamos en el precipicio de la marginación de la UE y el retorno a la vieja peseta.

Y, por si fuera poco, el señor Mas y sus acólitos siguen, en su caída libre, desde la estratosfera de la inconsciencia y el delirio de la utopía secesionista; sin atender al peligro de que, cuando quieran tirar de la argolla para desplegar el paracaídas de la sensatez y la contención, es más que probable que, la inercia de la caída, les impida hacerlo. Si ganase, con mayoría absoluta, se vería forzado por los mismos que le votaron, que les aseguro que lo habrán hecho más por el sentimiento que por la razón, le van a obligar a dar el paso definitivo en su enfrentamiento con el Estado español, pero es que, si no lo lograse y tuviera que gobernar en minoría, se tendría que enfrentar, sin duda, con la ERC y los de ICV que le iban a obligar a una política de izquierdas y a la convocatoria del referendo separatista; para dar un paso más en el camino independentista. En ambos casos, Catalunya estará condenada a afrontar las consecuencias de sus delirios anticonstitucionales, en un camino hacia la nada, en el que se va a encontrar sola ante los mercados internacionales y sus propias carencias.

Mención aparte merecen los resultados, que ya pronosticamos en su día, de la incontinencia verbal del heredero de la Corono, el príncipe Felipe; cuando dijo que «él no veía que Catalunya fuera un problema«, algo que, naturalmente, ha utilizado el veterinario de la familia Pujol, el señor Oriol Pujol, para dar a entender que, el Príncipe, estaría dispuesto a tratar del independentismo catalán con más flexibilidad que SM el Rey Juan Carlos. Hete aquí las consecuencias de creerse capacitado para opinar, cuando todavía se está verde para ello. Una princesa de sangre plebeya y progre, no resulta ser una compañera ideal para aquel que ha pensado ser el futuro Rey de la nación. Mucho me temo que, con estas ligerezas y el desprestigio actual de la Casa Real, sea bien aceptado por las izquierdas y, si he de ser franco, mucho me temo que, tampoco por la derecha. «La monarquía es la más costosa de todas las formas de gobierno«, sentenció el escritor americano, James Feminor Cooper (1.789-1.851), autor de interesantes novelas de aventuras, especialmente basadas en la Historia de América y sus pioneros. Y, visto lo visto, es posible que tuviera razón. O esta es, señores, mi opinión al respecto.

 

Miguel Massanet Bosch

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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