(Publicado en El Mundo, aquí)
CON LA MISMA determinación que Juvenal con los romanos pero ni una milésima parte de su ingenio hace tiempo que renuncié a aspirar al rearme moral de mis conciudadanos andaluces. Quizá sean las elecciones de mañana las que logren romper el círculo perverso de per y circo que desde hace tres décadas ha servido para que una caterva de supuestos jornaleros de la democracia para el pueblo se conviertan en caciques de un régimen tan corrupto como inútil.
Las pruebas empíricas e incontestables se acumulan elecciones tras elecciones sin que en la Bética florezca una primavera andaluza. Acaso será porque se vota con el corazón y el estómago y no con la cabeza. El buche dicta dejarse alimentar con las miserias de un sistema mendicante que lastra la competitividad, anula la autoexigencia y fomenta la dependencia. La pasión bombea consignas que nublan la sesera: miedo a perder las migajas; derechos alcanzados sin deberes consignados; la derechona, aunque no gobierne, culpable siempre el imaginario de unas nuevas generaciones amamantadas en el guerracivilismo.
Como Moreno Bonilla es hijo de su tiempo le faltan bemoles para gritar bien alto que si él llegara a gobernar eliminaría el PER. El candidato del PP no ha tenido el coraje de verbalizar que barrenaría el sistema que ha apuntalado los cimientos del gobierno socialista en Andalucía. Prefiere adaptarse a él, con lo que demuestra una estulticia y una bajeza política que debería exasperar a los que como un servidor seguimos creyendo que si se votara con la cabeza a Susana Díaz no le lavaría ni el agua del Jordán. No culpo al bisoño candidato del PP sino a sus padrinos políticos. Sé que lo suyo es la mimetización con el entorno.
Tampoco compro pero entiendo el discurso populachero y faltón de Podemos. Si tocan poder, su ventajismo político durará cuatro años. Los que pasarán hasta que sus votantes puedan desfacer el entuerto. Porque, como bien explica Albert Rivera, votar por revancha es cortoplacista. Hacerlo como ocurre en Andalucía apelando al voto del miedo es decepcionante. Porque el PP allí no ha podido demostrar si es una siglas con metástasis como en Valencia. No digo que se merezcan la confianza de los andaluces. Lo que tengo claro es que el PSOE hace tiempo que debería haberla perdido… o al menos pagar de su bolsillo y no del de todos el per y circo que lo perpetúa en el poder.