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¿Qué salida de la crisis?: contra el modelo expansionista (por Ramón Tamames)

Publicada el febrero 12, 2009 por admin6567
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Tamames Ramón Tamames (Publicado en Estrella Digital, aquí)

Ahora que tanto se habla sobre la crisis, la verdad es que casi nadie, salvo los ecologistas de pro, se plantea la necesidad de revisar el modelo de crecimiento. Por ello será bueno pensar un poco, sobre cuál es el sentido del desarrollo económico, y qué tipo de crecimiento es globalmente más deseable. Pero no lo haremos aquí hasta el punto de pronunciarnos sobre la idea de si en el futuro se llegará tal vez al crecimiento cero global, al estilo del Club de Roma en su libro Los límites al crecimiento, naturalmente, con progresos aún importantes de los países menos desarrollados, y con una mejor distribución de riqueza y renta, y al tiempo, con transformaciones importantes en el sistema productivo, para así tener en cuenta los aspectos ecológicos. Todo ello, en relación con el cambio climático y los demás aspectos de la conservación de la biosfera ( solidaridad diacrónica, a través de las generaciones); y con aproximaciones sobre cómo resolver la difícil situación en que se encuentra tanta gente en las áreas menos avanzadas ( solidaridad sincrónica ).

Lo que si haremos, en cambio, es relativizar algunos aspectos del modelo crecimentista, apreciando sus potenciales excesos. En ese sentido, y aparte del citado precedente del Club de Roma y de otros posicionamientos, que no son pocos (1) , muchos economistas ven en la actualidad que la aspiración de crecer de forma permanente y lo más rápido posible es poco o nada conveniente. Entre ellos, está el profesor Ken Rogoff, de la Universidad de Harvard, quien ante la presente crisis se explica con bastante claridad: "si China, EEUU y Europa estimulan la demanda simultáneamente, no provocarán otra cosa que nuevas subidas del precio del petróleo y de las materias primas"… y vuelta a empezar (2) .

Esa tesis coincide con planteamientos ecológicos bastante racionales, en el sentido de que en caso de configurarse otro boom de la construcción como el anterior, de difusión de todoterrenos para ir a cualquier sitio, viajes en avión sin mesura, y comidas importadas desde el otro extremo del planeta, será difícil el cumplimiento de las metas de reducción de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, y de buscar un desarrollo realmente sostenible: "el bajo precio del petróleo fue el origen del cambio climático descontrolado", advierte George Monbiot, autor de La era del consenso (3) ; y volver a ese escenario sería de lo más insensato, pues la crisis actual tiene que servir por lo menos para que ese retorno no sea un deleznable "aquí no ha pasado nada", siguiendo igual que siempre con un business as usual!.

En la dirección apuntada se pronuncia Colin Hines, quien en su libro El nuevo proteccionismo (4) subraya que "la crisis es una oportunidad para no volver a la misma máquina de hedonismo consumidor que, como comprueban los estudios sobre economía y felicidad, no aumenta la satisfacción de nadie". Tesis que comparte Andrew Simms, de la New Economics Foundation de Londres (5) , especializado en economía medioambiental, al decir que "hemos basado nuestras economías en el shopping, el crédito fácil y el consumo desmedido, por lo cual los gobiernos han de percatarse de que todo eso tiene que acabarse", y si no acabarse, por lo menos racionalizarse…

En línea con esas críticas, a la hora de encontrar soluciones, Simms y Hines -junto con el periodista de The Guardian Larry Elliot y otros investigadores de la sostenibilidad ambiental-, se muestran partidarios de un plan de reactivación hecho a la medida de nuestro tiempo, a los que incluso han puesto nombre: el Green New Deal. Idea en la que se combina un paquete de medidas en la parecida dirección a las que adoptó Roosevelt en 1933 para combatir la Gran Depresión; en combinación con las últimas teorías de economía ambiental: "tenemos ante nosotros no sólo un credit crunch y el inicio del agotamiento de recursos energéticos, sino también una bomba de relojería ecológica".

Con eso se quiere decir que nos hallamos ante una especie de dilema: crecimiento o sostenibilidad. O dicho de otra forma: ¿cómo se hace compatible un New Deal a lo Roosevelt, de gigantescas obras públicas de infraestructuras con la reducción de emisiones de efecto invernadero? La respuesta para Simms y Hines es sencilla: "Mediante una inversión masiva para instalar energías renovables en viviendas a fin de convertir cada edificio en una central energética; desde el punto y hora en que el PIB a palo seco es un indicador de sentido muy discutible. Especialmente en EEUU donde en las últimas dos décadas ni ha beneficiado al asalariado medio, ni resulta compatible con el obligado respeto a la biosfera (6) ".

También es interesante la opinión del Papa Benedicto XVI sobre una serie de cambios necesarios, para salir al paso de los errores de la globalización, y convertir ésta "en ocasión propicia de una lucha contra la pobreza, poniendo a disposición de la justicia y la paz recursos hasta ahora inaccesibles". Así, ante un mundo atenazado por una crisis debida a los criterios meramente autoreferenciales de la actividad financiera en los países más ricos, sin consideración del bien común a largo plazo, el Papa denuncia el predominio de la especulación en los mercados.

En su mensaje a la Jornada Mundial de la Paz, el 1.I.2009, Benedicto XVI también se manifestó contra el aumento de gastos militares -un 45 por ciento más que hace diez años-, porque "entorpece seriamente la consecución de los grandes objetivos de desarrollo de la comunidad internacional". Además, el Sumo Pontífice denunció el aumento de la desigualdad entre países pobres y ricos; e incluso dentro de las naciones ricas; donde "la necedad puede inducir a construir una casa dorada, pero rodeada de desierto y degradación".

La alusión a un tema casi tabú resultó de lo más oportuna: "Las políticas marcadamente asistencialistas están en el origen de muchos fracasos de la ayuda oficial al desarrollo de los países pobres", advirtiendo que "el verdadero proyecto a medio y largo plazo es invertir en la formación de las personas y en desarrollar de manera integrada una cultura de la iniciativa"; es decir, una mentalidad de emprendedores, pues "la riqueza de una economía moderna depende de la capacidad de crear rédito presente y futuro". Pocas veces se ha podido leer un conjunto de observaciones tan clarividentes.

En resumen, y sin renunciar a entrar de forma más amplia en la cuestión para los lectores de ESTRELLA DIGITAL, todo lo que hemos visto hoy ya es más que significativo a efectos de que el modelo de crecimiento tiene que ser modificado. Y como tema de reflexión para los lectores, una idea que sería necesario desarrollar. Tanto que se habla de medidas de protección para un paro que ya se eleva globalmente, como consecuencia de la crisis, a 50 millones de personas ¿no sería posible metabolizar el gasto que esa cobertura va a exigir, y transformarlo en lo que tantas veces se ha pedido de un Plan Marshall para África y otras zonas desfavorecidas del planeta? Ya sé que la propuesta es quizá demasiado súbita y pretenciosa. Y que necesitaría de una instrumentación mucho más compleja de lo que fue la experiencia euro-americana de 1948/1952. Pero quede ahí la anotación para posibles despliegues más adelante.

——————————————————–

(1) Ramón Tamames, Ecología y desarrollo. La polémica de los límites al crecimiento, Alianza Editorial, 5ª edición, Madrid, 1995.

(2) Andy Robinson, ?Recetas sostenibles frente a la crisis?, La Vanguardia, 27.VII.2008.

(3) George Monbiot, La era del consenso. Manifiesto para un nuevo orden mundial, Editorial Anagrama, Barcelona, 2004.

(4) Tin Lang y Colin Hines, El nuevo proteccionismo, Editorial Ariel, 1996.

(5) Andrew Simms y otros, Green New Deal, New Economic Foundation, Londres, 2008.

(6) www.marginalrevolution.com

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Juan Andrés Buedo: Soy pensionista de jubilación. Durante mi vida laboral fui funcionario, profesor, investigador social y publicista.
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