ANTONIO CASADO (Publicado en El Confidencial, aquí)
En la Cataluña confiscada por los inspiradores del desafío segregacionista, las voces críticas tienden a desvanecerse frente al poder mediático oficial. Es otro de los rasgos del totalitarismo
No hace falte recurrir a Hannah Arendt para detectar en la Cataluña expropiada por los nacionalistas un rasgo propio del totalitarismo. Me refiero a la subordinación del orden social, político, cultural, económico, etc., a los intereses y la ideología de sus actuales gobernantes. Y también la tendencia a considerar una traición cualquier tipo de discrepancia.
En la Cataluña confiscada por los inspiradores del desafío segregacionista, las voces críticas tienden a desvanecerse frente al poder mediático oficial. Es otro de los rasgos del totalitarismo, en nombre de una nación o de una clase social. Nacionalismo y comunismo, las dos formas del poder totalizante que en el mundo han sido.
Todas esas consideraciones me iban saliendo al paso mientras leía la excelente información de José María del Olmo sobre el aberrante sometimiento de la televisión pública catalana (TV3) a las directrices y la conveniencia del consorcio segregacionista Junts pel sí respecto a la retransmisión de la marcha del 11 de septiembre, convocada para el viernes.
El Confidencial ha destapado un documento de uso restringido en el que se demuestra cómo la cadena autonómica dependiente de la Generalitat se pone al servicio de los convocantes (la Asamblea Nacional de Cataluña ordena y manda) para organizar el operativo. Desde la posición de las cámaras en el recorrido a lo largo de la Meridiana, hasta las tomas del helicóptero alquilado, los encuadres, el momento y el nombre de los entrevistados. Todo está previsto, hasta la filiación y la conformidad previa de los residentes en las plantas donde van a instalarse las cámaras. Todo perfectamente calculado en un plan de trabajo, cuyo documento publicaba ayer nuestro periódico.
Si el nacionalismo gobernante ya se ha apropiado de Cataluña, como si todos los catalanes fueran nacionalistas, ¿cómo no se va a apropiar de TV3?
Un burdo secuestro de la televisión de todos por el secesionismo instalado en la Generalitat, que rompe las más elementales reglas del juego en vísperas de unas elecciones donde no es la única opción. El secesionismo no solo se apropia de la televisión de todos. También se apropia de una 'Diada' de todos y una Cataluña de todos, convertidas en una fiesta y una Cataluña solo de quienes defienden la desconexión con España.
“No lo vamos a consentir”, ha dicho Albiol (PP), mientras Albert Rivera(Ciudadanos) estudia un posible recurso ante la Junta Electoral. Palabras. A estas alturas de la película no tiene sentido rasgarse las vestiduras. Que TV3reciba instrucciones de los convocantes de la marcha para una mejor explotación política en el arranque de la campaña electoral, no puede sorprender a nadie. Si el nacionalismo gobernante ya se ha apropiado de Cataluña, como si todos los catalanes fueran nacionalistas, ¿cómo no se va a apropiar de TV3?
Nada nuevo. El nacionalismo está llevando a cabo un proceso totalizador de las voluntades. Con la pretensión de reventar unilateralmente la legalidad en nombre de un sueño imposible. Sin violencia, eso sí. Sin el poder coercitivo de una fuerza militar, por supuesto. Y eso es lo que lo diferencia de “la aventura alemana o italiana de los años treinta del siglo pasado” (Felipe González). Solo eso.