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Los resultados PISA de 2012 y la política educativa (por Carlos Martínez Gorriarán)

Publicada el diciembre 5, 2013 por admin6567
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(Publicado en El blog de Carlos Martínez Gorriarán, aquí)

Los resultados PISA de 2012 y la política educativa

La publicación de los resultados de las pruebas PISA de 2012, a las que se han presentado los sistemas educativos de 14 Comunidades Autónomas -ya dice bastante que España como tal no pueda hacerlo-, ha servido por de pronto para tres cosas interesantes: primera, demostrar la utilidad de las evaluaciones externas (aunque sean discutibles y algunos abominen de todas); segunda, conseguir que los medios de comunicación se fijen en la educación; tercera, mostrar que no existe un sistema educativo español, sino 17 muy desiguales en resultados. Comencemos por esta última.

Las diferencias entre las Comunidades Autónomas son mayores que las que separan la media española de las de terceros países. En matemáticas, por ejemplo, Navarra consigue un meritorio 517  y Extremadura un modesto 461; la primera está cerca de Finlandia (519) y la segunda de Grecia (453); la media española es 484, y sus inmediatos vecinos son Italia con 485, y Eslovaquia con 482 puntos; la media OCDE es de 494. ¿Cómo se justifican diferencias tan grandes, propias de países independientes sin pasado común, como Canadá (518) e Israel (466)?

Además esas diferencias repiten patrones de desigualdad en desarrollo territorial que se remontan al siglo XIX: las CCAA con mejores resultados son las del norte, pero no sólo porque tengan más renta (Baleares queda fuera de este grupo, y Galicia dentro), sino probablemente porque son las primeras que hicieron esfuerzos de alfabetización masiva (en algunos casos desde finales del siglo XVIII) y de creación de una red pública de escuelas (inicialmente municipales). Hay desde luego otros factores a tener en cuenta, pero la herencia sociocultural de desigualdad territorial sigue activa.

En algunos casos, como Cataluña, probablemente empeorada dada la chocante disfunción entre renta, inversión educativa y pobres resultados, seguramente consecuencia de la demencial inmersión lingüística obligatoria para esa mitad de niños castellanohablantes. Cataluña sólo mejora la media española en lectura, 501 frente a 488; pero Madrid, tan comparable a Cataluña en inversión, inmigración reciente y riqueza, logra 511 puntos. Aunque seguro que la independencia lo arregla, porque Cataluña también quedaría excluida de la OCDE y, por tanto, de las pruebas PISA.

¿Qué es lo que falla?: la fragmentación territorial y más cosas

Que tras tantas leyes educativas sucesivas y tanto aumento de la inversión educativa nos salga un mapa de resultados que repite esquemas seculares deja claro que ni la manía política de cambiar leyes, ni la fragmentación territorial en 17 sistemas autonómicos, han servido para superar las diferencias interterritoriales. Al contrario, las han fosilizado. La igualdad educativa ha retrocedido pese a los esfuerzos invertidos.

La mayoría de los análisis de los resultados PISA coinciden en que la educación española está estancada, lo que más bien significa que se ha producido un retroceso en resultados y una caída de la eficiencia, fenómeno que se viene observando desde al menos el año 2000. Con menor inversión y partiendo de una situación peor, Portugal ha mejorado y está empatado con España. Sin duda la fragmentación del sistema colabora en ese fracaso. Que Andalucía, Extremadura o Murcia tengan su propio sistema educativo no les ha ayudado nada a acortar distancias con Castilla-León, Asturias o Navarra; al contrario, la distancia se mantiene y aumenta, incluso cuando hay una mejora relativa respecto a los datos históricos de la propia comunidad. Primera conclusión interesante.

La fragmentación del sistema en subsistemas aislados no sirve para mejorar prácticas o adoptar las que tienen más éxito en otra comunidad -cosa fácil en un país que comparte tantas cosas-, sino que el cierre territorial y el peso de la burocracia y los intereses autonómicos ayudan a lo contrario: insistir en fórmulas fracasadas o ignorar defectos mientras se pide más dinero como única fórmula de mejora. Pero las evaluaciones PISA demuestran que, a partir de cierto nivel, gastar más no mejora nada. Segunda conclusión a tener en cuenta.

La selección del profesorado es clave

PISA aporta otra información muy relevante: los países que obtienen mejores resultados (los asiáticos y, en Europa, Finlandia, Holanda o Suiza) son los que más atención dedican a la selección y formación de los docentes, y a incentivar la autonomía de los centros y el prestigio social del profesorado. En efecto, una vez sobrepasado cierto umbral de gasto, el dinero que se añada es inútil, incluso contraproducente si el profesorado es de bajo nivel académico o si está desmotivado, o si los centros están paralizados por normas burocráticas intervencionistas que reprimen el talento de docentes y alumnosmientras promueven una mediocridad que se equivoca con equidad. Y en efecto, el bajo porcentaje de alumnos del máximo nivel es otro rasgo de la educación española, como el fracaso escolar o el absentismo. Es la promoción de la igualdad por abajo.

Sin embargo, esto es precisamente lo que pasan por alto, o empeoran, las leyes académicas que se suceden desde la LOGSE. LOE y LOMCE son respecto a esa ley matriz como sendas muñecas rusas: ignoran la selección y formación del profesorado, tratado como empleados sin iniciativa, privan de autonomía real a los centros, y promueven la mediocridad académica. Aunque la LOMCE incluye algunas medidas acertadas para introducir la evaluación externa, en lo demás repite los errores de sus predecesoras e incluso empeora el pecado seminal de aumentar la fragmentación territorial del sistema: las CCAA determinarán entre el 35% y 45% del currículo, y son decisivas para nombrar a los directores de los centros (¡vaya autonomía de estos, y vaya confianza en los docentes!)

El sectarismo y la fe irracional en los cambios de ley

Pero con ser la LOMCE una mala ley, igual de malo o peor es un doble hábito mental que domina la política educativa española: la fe irracional en las leyes educativas, y la ideologización que sustituye el supuesto objetivo de mejorar la educación por el de dirimir “quién manda aquí”. Un par de comentarios al respecto apartándonos un poco de nuestro propio ombligo.

Por debajo de España en resultados PISA hay algunos países sorprendentes por su elevado desarrollo en educación superior e I+D+i: Estados Unidos (en dos competencias), Suecia e Israel (en las tres: matemáticas, lecto-escritura y ciencia). Esto sugiere varias cosas de interés: que esos países tienen más problemas que nosotros en la educación obligatoria, que su mayor riqueza relativa o absoluta no los ha resuelto, y que hay modelos de éxito y también de fracaso entre países comparables pero muy diferentes en muchas cosas (también que España podría mejorar fácilmente en PISA con algunas mejoras y sin aumentar el presupuesto, pero eso lo vemos después).

Por tanto, es muy peligroso y equivocado hacer interpretaciones puramente ideológicas de los resultados educativos. Suecia, Estados Unidos e Israel no pueden ser tres democracias más diferentes en cuanto a modelo de Estado y peso del sistema público, y sin embargo consiguen resultados inferiores a los nuestros. Así que fuera anteojeras sectarias y dejemos de comparar éxitos y fracasos de sistemas de “derechas” y de “izquierdas”, centrados en lo privado o en lo público, con o sin cheque escolar, socialdemócratas o liberales. No, sólo existen sistemas con éxito mayor o menor, que mejoran o empeoran o se estancan desde el punto de vista de lo único que se puede evaluar para cambiar: los resultados por competencias básicas.

Consecuencia del corsé ideológico es la fe exacerbada en los efectos de las leyes y administraciones educativas. El propio caso de España, con su enorme dispersión autonómica, afecta a administraciones educativas de todos los colores ideológicos y bajo una misma ley educativa. Eso sí, cambiada con irracional adicción al cambio puramente ideológico.

Hay que repetirlo de nuevo: para que la educación mejore en España es imprescindible una Ley educativa no sólo sensata, sino que moleste lo menos posible a los docentes, alumnos y centros. Es decir, una ley sencilla, evaluable y flexible, que proporcione un marco de trabajo educativo para al menos 25 años. Y por supuesto, una ley y un sistema igual para todas las CCAA: es la única forma de conseguir que mejoren todas y vayan acortando diferencias. Educación debe ser una competencia exclusiva del Estado, aunque la gestión esté descentralizada, los centros sean más autónomos, y además en algunas comunidades tengan dos lenguas cooficiales. ¿Qué suena muy jacobino? Y qué, los jacobinos crearon el primer auténtico sistema de escuela pública obligatoria del mundo, republicana, y en Francia les sigue yendo mejor que a nosotros en las pruebas PISA.

 

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